Embajador de Suecia en Chile: "Ninguna empresa sueca ha pensado en retirar sus inversiones de Chile"

OSCAR STENSTRÖM, suecia
FOTOS: PATRICIO FUENTES Y./ LA TERCERA

Oscar Stenström se ha reunido en dos oportunidades con representantes de compañías de su país, la que sí reconocen una alta incertidumbre en Chile. Por otra parte, señala que en Sucia no desconocían los problemas de desigualdad en Chile, sobre los cuales ya había advertido la Ocde.


El modelo sueco es uno de los que se instala como referente en medio de la crisis social que enfrenta Chile. Con la mitad del coeficiente de Gini nacional, altos impuestos, amplia libertad económica y servicios públicos de buena calidad que utilizan sus ciudadanos sin distinción de ingresos, ha logrado el desarrollo de una sociedad cohesionada.

Desde ese lugar su embajador en Chile, Oscar Stenström, asegura que a los suecos no les extrañó que la persistente inequidad que se observa a nivel nacional condujera a una crisis como la actual, la que de todas maneras ha generado cierta inquietud entre las empresas de su país. A la hora de hacer diferencias, no sólo destaca al sistema tributario, sino que también a la brecha entre hombres y mujeres.

¿Empresas suecas le han consultado a la bajada por la situación de Chile?

-Es primer destino de las exportaciones suecas en América Latina, con un crecimiento de 28% en 2018 y hasta septiembre 17% este año. Chile es un socio importante, por lo que las empresas suecas están siguiendo la situación. De hecho, yo he organizado dos reuniones para juntar a todo el team Suecia, qué es básicamente un grupo de 40 empresas grandes y que sí reconoce que la incertidumbre es alta para sus inversiones en el 2020, por ejemplo, en materia de transporte, telecomunicaciones y 5G, aseguradoras, entre otras. Pero hay que destacar que ninguna empresa sueca ha pensado en retirar sus inversiones de Chile.

¿Qué análisis hacen en la Embajada y en Suecia de la crisis chilena?

-No era una sorpresa para el gobierno de Suecia que en Chile había grandes desigualdades. De hecho, la Ocde ya había advertido que la desigualdad es peligrosa y que se debía trabajar en ella. El coeficiente de Gini chileno es más o menos el doble del sueco. En esa diferencia se involucran muchos factores, como el hecho de que nuestra democracia tiene más de 100 años, con un desarrollo que se ha venido dando paso a paso.

A partir de lo que ocurre el 18 de octubre hay oportunidades para Chile, pero también tiene muchos asuntos que discutir, como proteger los derechos humanos y fortalecer la educación.

¿En qué instancias se había advertido a nivel internacional los riesgos por desigualdad?

-Recuerdo que uno de los grandes temas en Davos 2016 o 2017 fue la desigualdad y lo importante que era abordarla en miras del crecimiento, no sólo de ingresos sino también de género. La participación de las mujeres en el mercado laboral es de 57% en Chile y de 81% en Suecia. Ese alto porcentaje obedece, en gran medida, a nuestra política el postnatal, con el 80% de pago del salario y 13 meses en total, reservando obligatoriamente tres de esos meses para el padre. Chile tiene muchas oportunidades por delante, considerando que nosotros manejamos estadísticas que muestran que las empresas que tienen una representación más equilibrada de hombres y mujeres tienen mejores resultados, especialmente en el sector financiero.

¿Se ocuparon leyes de cuotas para aumentar la presencia de mujeres en cargos de gerencia?

-A nosotros no nos gusta usar cuotas, es mejor el uso de incentivos. De eso se trató, por ejemplo, la opción de repartir el postnatal, permitiendo que ambos desarrollen sus carreras profesionales.

¿Cómo consiguió Suecia tener una sociedad más equitativa?

-No fue muy fácil, de hecho, a principio del siglo XX éramos uno de los países más pobres de Europa. Pero en 1932 hubo un acuerdo entre grandes empresas y sindicatos, según el cual las primeras se comprometieron a respetar las huelgas y repartir las ganancias.

Se trata de principios que tenemos hasta el día de hoy, con acuerdos colectivo por sector. En este marco, también se establece que las ganancias que se reinvierten en la empresa pagan 20%, pero si el dueño retira utilidades, paga 45%.

Este modelo ha funcionado muy bien en una economía de mercado, pese a que implica muy altos impuestos. La carga tributaria como porcentaje del PIB en Suecia llega a 44% y en Chile 21%.

¿Esa alta carga impositiva proviene principalmente de los impuestos a las empresas?

-Sí, porque el IVA es solo el 25%, mientras que en Chile representa el 55%. El IVA es un impuesto regresivo qué afecta más a los pobres.

Los impuestos a la renta también son progresivos. El promedio es de 30%, pero los ingresos por encima de los 6.000 euros mensuales pagan 55%.

Todos estos impuestos son para los gastos municipales, para mejorar la salud y la educación y para financiar el sistema de postnatal.

¿Cómo se mantiene el pacto social para un sistema tributario progresivo?

-Se basa en la confianza entre empleadores y empleados y entre los ciudadanos de Suecia y el Estado. Yo pago mis impuestos seguro de que esto va a significar una buena educación para mis hijos, una buena salud y buenas pensiones, que por cierto se financian con un pago de 18% del sueldo de cada uno. En Suecia no existen las escuelas privadas, universidades u hospitales privados, hay sólo un sistema para todos. Para nosotros es importante que las personas que ganan mucho y pagan mucho reciban servicios de buena calidad.

¿Bajar impuestos para ganar competitividad ha sido un reclamo que haya ganado adeptos entre los empresarios suecos?

-El consenso respecto a nuestro sistema tributario es alto. Se trata de una política de Estado, con proyección en el tiempo, que no impide que Suecia figure en los primeros lugares de los ranking de libertad económica.

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