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¿Qué provocará un cambio de sentimiento?

Esteban Polidura, estratega de Julius Baer

Según algunas estimaciones, los inversores minoristas representan hasta el 30 % de la actividad bursátil en las bolsas estadounidenses. Por ello, son una fuerza que otros participantes activos del mercado no pueden permitirse ignorar. Se posicionan a largo plazo y son muy optimistas, mostrando un alto apetito por el riesgo, ya que mantienen una cartera con un costo récord. Son fundamentalmente insensibles a la valoración y alimentan el factor de renta variable con el mejor rendimiento en 2025 hasta la fecha: el momentum. El grupo de inversores agnósticos a la valoración se complementa con los operadores de alta frecuencia.

A continuación, tenemos los fondos cotizados en bolsa (ETF). Actualmente, hay más ETF que empresas que cotizan en las bolsas estadounidenses. Los ETF también contribuyen con una gran parte del volumen de negociación de la renta variable estadounidense, reequilibrando constantemente sus carteras a medida que el dinero entra y sale. Un argumento convincente es que el dinero invertido a través de ETF también tiende a ser bastante insensible a la valoración.

Otro grupo son los fondos de cobertura o hedge funds que asignan capital a 100 o más equipos de inversión pequeños y autónomos («pods») y buscan oportunidades de alfa con horizontes temporales que van desde unos pocos días hasta unos pocos meses. Sin embargo, sabemos que la valoración fundamental sólo funciona en horizontes temporales de cinco años o más. Por lo tanto, los fondos de cobertura también pueden clasificarse como insensibles a la valoración hasta cierto punto.

Finalmente, existe el grupo de gestores profesionales de fondos activos con posiciones largas. La cuota de mercado de los fondos mutuos activos tradicionales ha estado disminuyendo durante algún tiempo, desde que los ETF han ganado popularidad, incluyendo los ETF de gestión activa en el pasado más reciente. Al respecto, S&P Global señala que el mercado global de ETF, que gestiona 17 billones de dólares en activos, ha experimentado una tasa de crecimiento anual compuesta de alrededor del 20% en los últimos años.

Una disrupción en la narrativa de la inteligencia artificial (IA) se posiciona como el principal factor que podría alterar el sentimiento del mercado tan optimista. Los inversionistas siguen otorgando a los hiperescaladores, que han pasado de ser ahorrativos a ser ávidos de capital, el beneficio de la duda sobre la IA. Sus precios se basan en el supuesto de una generación exitosa de flujo de caja a partir de sus inversiones en centros de datos en un futuro, ojalá no muy lejano. La noticia tranquilizadora es que este aumento de gasto de capital se financia con flujo de caja en lugar de capital o deuda.

Otro factor que impulsa el cambio de percepción podría ser un cambio en la oferta de acciones cotizadas en Estados Unidos. Hasta ahora, el costo de la renta variable estadounidense frente a la deuda estadounidense sólo se ha normalizado tras una década de infravaloración crónica. En 2009, la ventaja del rendimiento del flujo de caja libre de la renta variable estadounidense sobre el rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a 10 años superó el 5%. Sin embargo, hoy en día, el diferencial se ha vuelto ligeramente negativo.

La tesis de inversión del excepcionalismo estadounidense se basa en la monetización exitosa del ciclo de inversión en IA. Nadie sabe cuándo tendremos claridad sobre este tema clave, pero la tendremos en algún momento. Creemos que debemos disfrutar del ciclo alcista mientras dure, pero también estar atentos, teniendo en cuenta que las valoraciones no importan hasta que, de repente, sí lo hacen.

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