Por Leonidas MontesVuelven las corbatas
Después de una jornada impecable, Chile se viste de azul. Como parte de los ritos republicanos a los que estamos acostumbrados, la candidata Jara inmediatamente reconoció el triunfo de Kast. En su breve discurso –el del peor escenario- celebró el triunfo de la democracia, mientras los asistentes coreaban “el pueblo unido, jamás será vencido”. En la derrota se aprende, agregó. Llamó a la unidad, recordó los derechos humanos y los logros en derechos sociales. Mientras se escuchaba “el que no salta es nazi”, apeló a una posición propositiva y exigente, resaltando su rechazo a la violencia, “venga de donde venga”. Y en seguida visitó a Kast.
Con casi un 42%, su capital político supera a la aprobación del presidente Boric. Su futuro es auspicioso. En su llamado a la unidad, palpita la futura lucha por el liderazgo de la izquierda. Está por verse si renuncia al PC o, junto a Vallejo, Cariola y Hassler, renuevan el arcaico partido del martillo y la hoz que sigue viviendo como si el Muro de Berlín no hubiera caído. La pugna por el timón de la izquierda será entre Jara, Boric y Vodanovic. Ahora bien, si pensamos en el Partido de la Gente y sus 14 diputados, será con guante blanco. Parisi no la tiene fácil con su socia Pamela Jiles.
El Presidente Boric optó por defender el triunfo de la democracia siguiendo, con digna madurez, las tradiciones republicanas. En su trayectoria ha sido consistente con la democracia. Basta recordar su posición ante Venezuela mientras sectores de su coalición preferían ignorar el tema o derechamente apoyar a Venezuela como otra víctima del imperialismo. Pero irónicamente esa madurez se la debe al triunfo del Rechazo. O sea, al fracaso de los impulsos refundacionales. Si Boric hubiera liderado su programa de gobierno, hubiera sido otra cueca. Al final lo que no pudo hacer le permitió aferrarse a esa tesis del país que no se cae a pedazos.
En su llamada a Kast, Boric recordó a Piñera. Y ya que Piñera es hoy considerado como un estadista por los que quisieron sacarlo del poder, conviene refrescar la memoria. El presidente Piñera le dice al recién electo e inexperto Boric “esperamos que tenga un muy buen gobierno para Chile y los chilenos”. Boric responde que para ello buscará acuerdos con todos los chilenos y no “entre cuatro paredes”. Piñera destaca su juventud haciéndole un premonitorio llamado a la prudencia. Y en una de sus salidas, le sugirió sacarse una foto al llegar y salir de la Moneda ya que “gobernar es un trabajo duro”. Fue un consejo sabio de alguien que sufrió un período demasiado duro. Pero Boric respondió “lo sé, espero que lo hagamos mejor”. Afortunadamente, ha cambiado.
Si recordamos cómo trataron a Piñera los que hoy gobiernan, ese cambio era necesario. Ya no vemos al Presidente Boric con el pelo desgreñado, el marrueco abierto, la barba descuidada o esa arrogancia que caracterizaba a muchos del Frente Amplio. Ciertamente la nueva generación que llegó al gobierno pecó de excesiva arrogancia. La humildad no los acompañó. Y esa arrogancia que a ratos derivaba en irresponsabilidad, les pasó la cuenta. Este gobierno no tuvo un final feliz. El triunfo histórico de Kast es la mejor prueba.
Kast, en cambio, reaccionó con responsabilidad y humildad al llamado de Boric. Ese nuevo ethos, que me atrevo a llamar decencia, es necesario. Ahora bien, no debemos olvidar la excesiva inflación de expectativas y el volátil Congreso. No será fácil, por eso es sano adelantar un año duro. En fin, Kast, que renunció a la militancia del Partido Republicano, debe convertirse en el presidente de Chile que prometió. Esto le exigirá no solo humildad y fe, sino también apertura y pragmatismo.
Lo bueno es que en marzo vuelven las corbatas a La Moneda. Y con ese símbolo, la responsabilidad y la esperanza del trabajo bien hecho.
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