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Infertilidad estructural: Providencia, Ñuñoa y Las Condes son las comunas con menos madres en Chile

La segunda entrega de los resultados del Censo 2024 arrojó preocupantes cifras sobre la cantidad de mujeres en edad fértil que actualmente deciden tener hijos o hijas.

Infertilidad estructural: ¿Por qué cada vez menos mujeres son madres en Chile?

El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) reveló recientemente una nueva actualización sobre los resultados del Censo 2024. Y con eso, una nueva situación se dio a conocer sobre las dificultades que pasa el país en sus índices de fecundidad y envejecimiento de la población.

Según los nuevos datos entregados, solamente el 56,6% de las mujeres de entre 15 y 49 años tiene hijos o hijas. En términos prácticos, una de cada dos mujeres en edad fértil actualmente es madre.

Si comparamos esto con mediciones pasadas, esta cifra representa una disminución de 14,1 puntos porcentuales desde 1992, y una caída de 9 puntos desde 2017 hasta ahora. Este último intervalo mostró el mayor descenso de mujeres con hijos de lo que se tenga registro en el país.

En 1992, la cifra llegaba a 70,7%, mientras que en 2002, alcanzaba el 71,7%. A partir de ahí, comienza una baja sostenida. En 2017 el porcentaje llegó a 65,6% hasta llegar al actual 56,6%.

¿Qué fenómenos provocan esta tendencia en Chile y cómo se podría revertir para que la población no envejezca a pasos agigantados?

Según los nuevos datos entregados, solamente el 56,6% de las mujeres de entre 15 y 49 años tiene hijos o hijas. Imagen referencial.

Esto es un fenómeno multicausal, explica Macarena Orchard, directora del Magíster en Métodos para la Investigación Social de la Universidad Diego Portales. Eso sí, la académica comenta que hay ciertos parámetros que dan luces de esta marcada baja en la disposición a optar por la maternidad.

Hay muchas mujeres que hoy en día no están poniendo la maternidad al centro de su proyecto. Mujeres que a lo mejor están prefiriendo privilegiar una vida profesional exitosa, o viajar, o dedicarse más a sí mismas, más que al cuidado. También hay una conciencia mayor de lo que implica tener un hijo o una hija”, comenta.

Esa mayor conciencia de lo que implica la maternidad, según detalla la doctora en Sociología, habla de los altos costos que implica tener y criar un hijo o hija. “Costos de tiempo, sobre todo para los cuidadores principales que suelen ser mujeres. También costos económicos, en términos de la educación y salud, en un país que no facilita las cosas”, apunta la académica.

Macarena Orchard, académica de la Escuela de Sociología Udp. PABLO BELL RIFO

“A veces se habla como si la maternidad fuera algo que implica costos o dificultades durante uno o dos años. Pero en realidad hay que comprender que los niños, las niñas, los seres humanos, somos vulnerables y necesitamos cuidado hasta una edad súper avanzada. Es cosa de preguntarse a qué edad un niño o una niña pueden quedarse solos en la casa, o a qué edad pueden caminar solos al colegio, tomar micro o cuidarse solos”, complementa Orchard.

Ahora, la investigadora del Instituto de Sociología de la Pontificia Universidad Católica, Martina Yopo, enfatiza que estas cifras recién entregadas deben ser interpretadas con cautela. Según su análisis, el hecho de que la mitad de las mujeres no sean madres en la actualidad no necesariamente quiere decir que la maternidad está siendo descartada, sino más bien postergada.

“Hoy muchas crecemos no solamente con el deseo, pero también con el mandato de tener que ir a la universidad, de tener que insertarnos en el mercado laboral y de tener que tener una cierta seguridad económica antes de convertirnos en madre”.

Martina Yopo, académica del Instituto de Sociología UC.

De hecho, también las mismas cifras del Censo muestran que ha habido un descenso importante en el porcentaje de mujeres de entre 20 y 29 años que tiene hijo. Esa cifra ha bajado de un 65% al principio de los años 90 a prácticamente un 30% hoy en día.

En Chile, prácticamente en las últimas décadas se ha cuadruplicado el porcentaje de mujeres que tienen el primer hijo después de los 30 años”, complementa Yopo.

Ante esto, Orchard también manifiesta que muchas mujeres quieren tener hijos, pero prefieren esperar para garantizar la autonomía económica suficiente y el desarrollo profesional consolidado. “Entonces, muchas mujeres prefieren postergar lo más posible las maternidades, y eso puede implicar tener hijos a los 38, a los 40, muy en el límite con el fin de la fertilidad”, señala.

Martina Yopo, investigadora del Instituto de Sociología UC.

Eso hace que también muchas mujeres opten por tener solamente un hijo o hija. Así lo reflejaron los datos del Censo 2024, ya que el promedio de hijos por madre bajó de 2,05 hijos promedio en 2017 a 1,97 en la última medición del año pasado.

Las regiones que presentan un mayor promedio corresponden a Tarapacá (2,15), Atacama (2,09) y Arica y Parinacota (2,07). En contraste, las regiones de Magallanes (1,9), Ñuble (1,94) y Metropolitana (1,94) presentan los menores valores para este indicador.

Regiones y comunas con más y menos madres

Si hacemos una clasificación geográfica de esta tendencia, es posible observar que las regiones que presentan un mayor porcentaje de mujeres entre 15 y 49 años con hijos o hijas son Atacama (62,5%), Tarapacá (62,1%) y Aysén (62%).

Asimismo, las 10 comunas que presentan el mayor porcentaje de mujeres con hijos son: General Lagos (81,8%), Primavera (73,2%), San Gregorio (73,2%), Huara (69,8%), María Elena (68,6%), Colchane (68,6%), Alhué (67,9%), Pica (67,6%), Diego de Almagro (67,5%) y Tocopilla (67,3%).

En contraste, la Región Metropolitana presenta el menor porcentaje de mujeres madres en el país, con un 53,5%. Mientras que las comunas con menos porcentaje de madres en edad fértil son Providencia (31,5%), Laguna Blanca (36,4%), Ñuñoa (36,5%), Las Condes (37,2%), Río Verde (38,5%), Santiago (40,8%), Concepción (42,4%), Vitacura (44,2%), Macul (47,2%) y San Miguel (47,4%).

“La hipótesis que tengo al respecto tiene que ver con una asociación con el nivel socioeconómico y con mayores niveles educacionales, que probablemente aspiran a profesiones mejor remuneradas y con exigencias que pueden volver más difícil la compatibilización con la maternidad”, reflexiona Orchard al respecto.

Infertilidad estructural

Según Martina Yopo, esta actitud de postergar o declinar la maternidad podría ser explicada bajo el término que acuñó como infertilidad estructural, y que desarrolla en su reciente libro Maternidades: Desafíos actuales de género, familia y fertilidad (Ed. Fondo de Cultura Económica). “Tiene un componente económico, que es particularmente pronunciado en el caso chileno, donde los costos de vida asociados a la crianza y al cuidado de los hijos son muy altos, pensando sobre todo que en Chile desde la década de los 70 tenemos un sistema neoliberal que ha precarizado y privatizado la seguridad social”, detalla la investigadora.

La infertilidad estructural también tiene otros componentes que son importantes, según detalla Yopo, como las desigualdades de género. “Hoy, las mujeres de las nuevas generaciones hemos crecido con el mandato de la importancia de la equidad de género y el hecho de que tenemos que tener autonomía económica propia para no ser vulneradas en nuestros derechos a lo largo de la vida. Entonces, hoy muchas crecemos no solamente con el deseo, pero también con el mandato de tener que ir a la universidad, de tener que insertarnos en el mercado laboral y de tener que tener una cierta seguridad económica antes de convertirnos en madre”, apunta la académica de la UC.

La maternidad supone que interrumpen su continuidad en el mercado laboral, que tienen que reducir su jornada, reciben menos salario, tienen menores posibilidades de ascenso". Imagen referencial.

Además, Yopo destaca que en Chile, la maternidad en el mercado laboral castiga a las mujeres que son madres. “Supone que interrumpen su continuidad en el mercado laboral, que tienen que reducir su jornada, reciben menos salario, tienen menores posibilidades de ascenso, tienen que de alguna manera limitar su participación, y eso tiene implicancia importante en los ingresos que reciben en el presente pero también en sus fondos de pensión a futuro”.

Cómo revertir esta tendencia

Los bajos porcentajes de maternidad en Chile impactan directamente en cómo el país se desarrollará durante las próximas décadas. Se estima que, al ritmo en que envejece su población, para 2050 el número de habitantes comience a disminuir, y la proporción de adultos mayores sea mucho mayor a la que existe hoy en día.

“Si quisiéramos resolver esto habría que resolver demasiadas cosas, como promover políticas de conciliación laboral, pero también habría que resolver un tema que no es solo de política, que tiene que ver también con cambios culturales, con que a nivel de los trabajos haya comprensión de apoyar a las mujeres que deciden ser madres. Y eso implica tener paciencia con los ciclos temporales que van a tener esas ellas”, manifiesta Orchard.

Por otro lado, también explica que para revertir esta tendencia a la baja de porcentaje de mujeres con hijos, es necesario revalorizar la educación y salud pública para ofrecer un garantías a la hora de tener opciones en las redes de cuidado, sin que eso implique necesariamente desembolsar grandes cantidades de dinero.

Yopo, por su parte, remarca la importancia de que existan políticas que no caigan en el pronatalismo. “Hay muchas mujeres jóvenes que hoy no quieren tener hijos, porque la maternidad no es parte de sus proyectos de vida y no hay política pública que implementes que vaya a cambiar eso. Entonces, se debe abordar al grupo de mujeres que efectivamente quiere tener hijo o está interesada en la maternidad, pero siente que no tiene las condiciones sociales para poder hacerlo, y eso también es un grupo importante”, remarca.

En cambio, Yopo descarta la idea de ofrecer bonos económicos u otros incentivos materiales para que las personas conciban más hijos. “La evidencia comparada que hay a nivel internacional muestra que no son una política eficiente, porque tienen un efecto muy moderado, muy a corto plazo, y que además pueden generar incentivos perversos para aquellas mujeres que tienen mayores necesidades económicas, que son las mujeres más jóvenes y de segmentos socioeconómicos más bajos”.

Finalmente, apunta que es clave que las políticas que se implementen en el ámbito de la baja natalidad se hagan dentro de un marco de respeto por los derechos humanos, la justicia social y la autonomía reproductiva.

“Esto no es sobre hacer que todos tengamos hijos, o hacer que las personas que no quieran tener hijos quieran tenerlos. Significa que como sociedad debemos apoyar a las personas que quieren tener hijos para que puedan hacerlo en condiciones justas y dignas; y también reorganizar nuestros sistemas sociales claves desde la educación a la salud, desde las pensiones a la economía, para adaptarnos a una realidad demográfica que es el decrecimiento y enriquecimiento de la población que está aquí para quedarse”, concluye.

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