La diferencia entre desodorante y antitranspirante, explicada por un experto
El sudor, que aumenta en verano, es uno de los mecanismos más importantes del organismo para regular la temperatura, aunque también suele asociarse al mal olor corporal.

Con la llegada del verano, el calor suele traducirse en más sudoración. Aunque muchas veces es algo incómodo, el sudor cumple una función clave: es el principal sistema de enfriamiento del cuerpo humano.
En promedio, una persona puede sudar al menos medio litro al día, incluso sin realizar ejercicio intenso.
El problema aparece cuando esa sudoración se asocia al mal olor corporal, una situación que lleva a millones de personas a usar desodorantes o antitranspirantes a diario.
Aunque ambos productos se aplican en las axilas y suelen confundirse, no son lo mismo ni actúan de la misma forma.
Daniel Eldridge, profesor de Química en la Universidad Tecnológica de Swinburne, explica la diferencia entre ambos productos en un artículo en The Conversation.

¿Por qué al sudar hay mal olor?
Para entender la diferencia, primero hay que aclarar un punto clave: el sudor, por sí solo, no huele.
El cuerpo humano cuenta con dos tipos principales de glándulas sudoríparas.
Las glándulas ecrinas están distribuidas por casi todo el cuerpo y producen un sudor mayoritariamente acuoso, cuya función es regular la temperatura corporal.
Este tipo de sudor contiene electrolitos y pequeñas cantidades de otras sustancias, pero normalmente no genera olor.

Distinto es el caso de las glándulas apocrinas, ubicadas principalmente en las axilas y las ingles. Estas producen un sudor más espeso y oleoso, rico en proteínas, azúcares y lípidos.
Aunque este sudor también es inoloro al momento de liberarse, se convierte en el “alimento” ideal para las bacterias que viven en la piel.
Al metabolizarlo, estos microorganismos generan compuestos volátiles responsables del olor corporal, perceptibles incluso en concentraciones extremadamente bajas.
La diferencia entre antitranspirantes y desodorantes
Es aquí donde entran en juego los productos de higiene.
Los antitranspirantes actúan directamente sobre la sudoración. Contienen sales metálicas (principalmente compuestos de aluminio) que reaccionan con el sudor y forman un tapón temporal en las glándulas sudoríparas.
Esto reduce o bloquea la salida del sudor hacia la superficie de la piel, privando a las bacterias de los nutrientes que necesitan para producir olor.
Los desodorantes, en cambio, no impiden que el cuerpo sude. Su objetivo es controlar el olor una vez que el sudor llega a la piel.
Para ello, pueden incorporar agentes antimicrobianos que reducen la población de bacterias, fragancias que enmascaran los olores, sustancias que absorben la humedad o compuestos que modifican el pH de la piel, para menor crecimiento bacteriano.

En la práctica, también existe una zona gris entre ambos productos.
Muchos antitranspirantes incluyen perfumes o ingredientes antimicrobianos, mientras que algunos desodorantes combinan varias estrategias para mejorar su eficacia.
La elección depende de lo que se busque: si el objetivo principal es evitar el mal olor, un desodorante puede ser suficiente; si además se quiere reducir la sudoración, el antitranspirante es la opción más adecuada.
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