Rahsaan Roland Kirk: música clásica negra

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Afroamericano y ciego, tenía todas las de perder en el Estados Unidos de hace medio siglo, pero nunca se dejó doblegar. Ni siquiera una parálisis logró acallar su indómito espíritu, que lo llevaba a usar tres saxofones a la vez y a luchar por la igualdad racial.


El sentido de la audición de Rahsaan Roland Kirk se agudizó en 1937, cuando una negligencia médica le quemó las córneas y lo dejó ciego a los dos años de edad. El sonido, a partir de entonces, sería su mundo entero. Un trozo de manguera, adaptado por él mismo en una prueba temprana de su desbocada creatividad, fue su primer instrumento de viento. A los quince, ya dominaba el saxo, la trompeta y el clarinete, una lista que se fue abultando con el tiempo. Le gustaba probar nuevos artefactos, sin discriminarlos por su excentricidad. Fue así como terminó tocando hasta con la nariz, tras descubrir las flautas nasales.

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Para Kirk, subir al escenario con un solo instrumento era imposible. De su cuello colgaban tres, si es que no más. A los veinte años debutó en el jazz con Triple threat, un disco que aludía, tanto en nombre como en portada, a su habilidad para ejecutar varios tipos de saxo al unísono. Por su exuberancia, sumó detractores entre los puristas, críticos que lo trataban como si fuese un acto carnavalesco sin valor artístico. Estaban absolutamente equivocados: lo cierto es que había sustancia detrás de su inusual propuesta. A Kirk no le interesaba llamar la atención por sus numerosas extravagancias, sino por la riqueza de su música.

La abundancia de instrumentos se debía a su anhelo de reproducir lo que oía en su cabeza. En The case of the three sided dream, un documental sobre su vida, hay dos momentos que ejemplifican su búsqueda. Uno es cuando está en el zoológico con su hijo intentando copiar los sonidos de los animales. El otro es cuando Betty Neals, poeta de la época que colabora en algunos de sus discos, explica que "el sonido lo era todo para él, su única realidad, su vida". Kirk actuaba con seriedad bajo la convicción de que todo podía convertirse en música. Pronto, quienes lo descartaban como un fenómeno de circo tuvieron que retractarse.

Su insigne uso de tres saxofones estaba justificado. En ningún caso se trataba de ostentación porque cada uno tenía un propósito supeditado a la musicalidad. Estudioso, se perfeccionó en la técnica de la respiración circular para alargar las notas. Además, armonizaba consigo mismo. Básicamente, podía realizar el trabajo de tres o más hombres. Era un innovador nato, pero también un guardián de las tradiciones. Admiraba a Fats Waller, Jelly Roll Morton, Billie Holiday, Duke Ellington, Thelonious Monk y John Coltrane. Su conocimiento era enciclopédico y abarcaba desde la Nueva Orleans de antaño hasta el avant garde.

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Kirk despreciaba el término "jazz". Decía que lo suyo era "música clásica negra". En su corazón no había más que amor para todo lo que fuese afroamericano. Una de sus composiciones más célebres, "Blacknuss", se toca en piano usando solamente las teclas negras. Aburrido de la hegemonía cultural blanca, encabezó un movimiento llamado Jazz & People para exigir más espacio en los medios de comunicación. Su forma de protesta consistía en interrumpir programas televisivos colándose entre el público con flautas y pancartas con mensajes como "paren el blanqueo" o "Tom Jones se hizo famoso con canciones de negros".

Temeroso de que boicotearan su show, el famoso Ed Sullivan decidió invitar a Rahsaan Roland Kirk y pedirle que interpretara la hermosa balada "My cherie amour" de Stevie Wonder. La canción cumplía con el requisito de ser afroamericana, pero no se refería a los temas que el Jazz & People Movement quería abordar. Una vez prendidas las cámaras, Kirk dijo "la verdadera música negra será oída esta noche", gritó en swahili y tocó el politizado instrumental "Haitian fight song" de Charles Mingus, presente como contrabajista de la banda. Para Mingus, por cierto, trabajó en el disco Oh yeah de 1962, el mismo año en el que participó como flautista líder de "Soul bossa nova" de Quincy Jones, el tema de Austin Powers.

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En los setenta, llegó a su máxima expresión. Impresionaba con su mera presencia, vestido con ropa cada vez más cósmica y extravagante, vigoroso como ninguno en su rol de frontman, locuaz sobre el escenario como un locutor radial con dotes de humorista. Desafiante a cada segundo, en su espectacular disco en vivo Bright moments se dirige a la audiencia y le dice: "El amor que les enseñaron a ustedes es el amor de las revistas, y yo soy un afortunado porque no tengo que mirar revistas". A mediados de la década, el lado derecho de su cuerpo quedó paralizado por un ataque hemipléjico. No dejó de tocar: siguió grabando y girando. Fue imparable hasta que un infarto dijo lo contrario en 1977, cuando recién tenía 42 años.

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