Muere Max von Sydow, el actor que jugó ajedrez con la muerte

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Además de 11 películas con Ingmar Bergman, el sueco fue el padre Merrin en El exorcista, Jesucristo en La más grande historia jamás contada y estuvo en El despertar de la fuerza.


A un mes de cumplir 91 años, el domingo murió el célebre actor sueco Max von Sydow. Cada generación tiene su propia imagen de él. Para muchos, era el caballero que juega ajedrez con la muerte, en la memorable escena de El séptimo sello (1957) de Ingmar Bergman; el Jesucristo de la superproducción La más grande historia jamás contada (1965), de George Stevens, o el sacerdote Lankester Merrin de El exorcista (1973), el filme de William Friedkin que extendió el género del terror.

Los más jóvenes, en cambio, lo conocieron hace cinco años en El despertar de la fuerza, el séptimo episodio de La guerra de las galaxias, o en la serie Juego de tronos. "Me emociono con esos personajes", reconoció él.

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Max von Sydow en Star Wars: el despertar de la fuerza.[/caption]

En siete décadas, Von Sydow actuó en más de 130 filmes. "Como actor, busco una variedad de roles", declaró en una entrevista. "No ha sido fácil, porque la gente tiende a encasillarte. Si has logrado hacer algo bien, quieren que copies ese éxito todo el tiempo, y eso lo odio".

En la última década, rodó 11 películas, con cineastas como Martin Scorsese, Ridley Scott y Thomas Vinterberg, quien lo dirigió en Kursk (2018), filme que se estrena esta semana en Chile. En postproducción quedó Echoes of the Past, de Nicholas Dimitropoulos, sobre la masacre nazi de Kalávrita, Grecia, en 1943.

Von Sydow nació en Lund, Suecia, en 1929. Su padre, profesor y erudito en folclor, recordaba, "era un maestro contando historias".

A los 14 años vio Sueño de una noche de verano de Shakespeare y armó un grupo de teatro con sus amigos: "Yo era un niño muy tímido. Repentinamente tuve una herramienta maravillosa. Podía expresar todo tipo de cosas extrañas que nunca me había atrevido a expresar antes. Podía hacerlo con un personaje como escudo y como excusa".

Tras estudiar arte dramático en la Academia Real de Estocolmo, estaba haciendo una práctica en un teatro comunal cuando conoció, en 1955, a Ingmar Bergman, quien se hizo cargo de la compañía. "Fue una bendición. Poseía una gran imaginación, una enorme inteligencia y un estupendo sentido del humor, algo no menos importante", contó Von Sydow en 2016.

Juntos hicieron 11 películas, entre ellas El séptimo sello y Fresas salvajes.

"No puedo decir con exactitud cuál fue la influencia que él tuvo sobre mí, pero debe haber sido enorme. Trabajamos muy duro y nos divertimos mucho", agregó.

Von Sydow irrumpió en Hollywood con La más grande historia jamás contada (1965), como Jesucristo, con Charlton Heston de Juan Bautista y John Wayne de centurión. "Fue el papel más difícil que interpreté en mi vida. No podía fumar ni beber en público", comentó.

Con El exorcista (1973) vino la fama mundial, y desde entonces Von Sydow equilibró roles de reparto y protagónicos: fue Ming en Flash Gordon (1980) y villano en Nunca digas nunca jamás (1983). En paralelo, actuó en Los tres días del cóndor (1975), de Sydney Pollack, Duna (1984) de David Lynch, y Hannah y sus hermanas (1986) de Woody Allen. Por su inolvidable campesino en Pelle, el conquistador (1987) de Billie August, fue nominado a un Oscar, al igual que por su rol mudo en Tan fuerte y tan cerca (2011), de Stephen Daldry. No ganó ninguno.

"Fui educado como actor de teatro y allí es donde me siento como en casa, pero creo que el cine tiene una gran ventaja: la cercanía con la audiencia. Cuando estás en un escenario, jamás puedes trabajar con tu cara de la misma manera que puedes hacerlo frente a una cámara", declaró hace poco.

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