Un díscolo en la Armada: Carlos Condell, el héroe olvidado del 21 de mayo

El comandante de la "Covadonga" pasó a la historia por su triunfo resonante en Punta Gruesa. Testimonios e historiadores lo han retratado como un hombre díscolo, audaz e impulsivo, aunque con buenos dotes de liderazgo. En Culto revisamos la vida de uno de los personajes más interesantes de la historia de Chile.


En la hoja de vida de Arturo Prat hay sólo una observación negativa dentro de su impecable carrera en la Armada. Una trifulca a puñetes con otro compañero adolescente de la Escuela Naval, amén de las clásicas pullas que surgen al calor de la juventud y el encierro de un recinto de formación. ¿El otro púgil?: Carlos Condell de la Haza.

“Condell era díscolo, audaz e impulsivo”, explica el historiador Rafael Mellafe, especializado en historia militar. “Le tuvo que haber dicho algo muy fuerte para sacarlo de sus casillas, porque Prat era más bien retraído, reservado, muy poco dado a la cosa más física”.

Condell era un tipo más bien impulsivo y amigo de los riesgos. Esto según el testimonio del tripulante de la Covadonga, Arturo Olid, quien estaba embarcado con 14 años. “El comandante Condell tenía un carácter sumamente impetuoso, le agradaban las situaciones difíciles; buscaba el peligro y la lucha no solamente para caer combatiendo como un héroe, sino también para caer arrastrando en lo posible a su enemigo en la caída”.

Sin embargo, ese carácter especial, supo manejarlo a la hora de su servicio efectivo. Rafael Mellafe explica: “Era un oficial cuyas cualidades marineras, o de manejo de embarcaciones, estaba en el promedio de su generación. No era descollante como Juan José Latorre (a mi juicio, el mejor marino que ha producido nuestra Armada) ni un lerdo de capirote que no podía distinguir babor de estribor. Su habilidad como hombre de mar estaba a la par de un Arturo Prat, Aureliano Sánchez o un Manuel Orella. Esto por que el manejo de una embarcación pasa a ser casi una labor mecánica, salvo en condiciones extremas como es una tormenta”.

Nacido en Valparaíso en 1843, hijo de padre escocés y madre peruana, cursó sus primeros estudios en el Colegio de los Sagrados Corazones de Valparaíso, luego, en 1858, pasó a la Escuela Naval, donde armaría su destino a bordo de los buques y el uniforme de oficial.

De la Esmeralda a la Covadonga

La primera vez que Carlos Condell tuvo acción en escenario de guerra, fue en el conflicto que disputó Chile contra España, en 1866. En la acción, el rubio marino descendiente de escocés se encontraba en uno de los barcos que tiempo después, entrarían en acción el 21 de mayo de 1879.

“Condell estuvo a bordo de la corbeta Esmeralda el 26 de noviembre de 1865, fecha en que se produjo el Combate Naval de Papudo cuyo resultado fue la captura de la goleta española Virjen de la Covadonga”, relata Rafael Mellafe. Sí, Condell participó en la captura del barco que posteriormente dirigiría bajo bandera chilena.

No sería lo único: “Luego del combate de Papudo, Condell fue destacado en la Covadonga y de esa manera llega al Golfo de Abato donde se produce un peculiar combate naval el 7 de febrero de 1866″, relata Mellafe.

Tras el conflicto, acaso en una muestra de su carácter algo arrebatado, Condell dejó la Armada dos veces para dedicarse al comercio en Valparaíso. Sin embargo, en ambas terminó de regreso. En 1877 era capitán de corbeta y en esa condición lo sorprendió la guerra del Pacífico.

Goleta Covadonga

Al iniciarse el conflicto, la Armada planificó un bloqueo al puerto peruano de Iquique, con la idea de enfrentar ahí a la flota de guerra del Perú en lugar de ir directamente al Callao. En ese bloqueo, Condell llegó al mando de la corbeta Abtao, y Arturo Prat, de la Covadonga. Sin embargo, los peruanos no daban muestra de querer bajar a Iquique, así que el comandante en jefe de la Armada, almirante Juan Williams Rebolledo, decidió ir a atacar El Callao.

Sin embargo, para la ocasión, Williams decidió reorganizar los mandos: Manuel Thomson pasó de la Esmeralda al Abtao; Condell, a la Covadonga, y Prat, a la Esmeralda. ¿Por qué Williams Rebolledo dejó a Condell en Iquique? Responde Mellafe: “Porque no se adecuaba bien a la disciplina naval que exigía Williams –señala Mellafe-. Tenía un carácter medio difuso, muy llevado a sus ideas, quizás un poquito descontrolado, un poco errático”.

En el caso de Prat, Mellafe indica: “No hay ningún documento que nos de a los historiadores una explicación concreta al respecto, hay mucha especulación. La única explicación que es más o menos lógica, es que Williams no le tenía confianza a Prat”.

Almirante Juan WIlliams Rebolledo, comandante en jefe de la Armada chilena al iniciarse la guerra del Pacífico, en 1879.

Una maniobra clave

El resto es conocido, ese 21 de mayo, al tener frente a frente al Huáscar y a la Independencia, Condell ordenó el escape de su corbeta de madera hacia otro lugar. Aquí, mostró otra faceta como marino, lejos de la del díscolo, pero sí como hombre de acción y riesgo.

Donde destaca Condell es en su capacidad de liderazgo -explica Mellafe-. Supo dirigir a sus hombres en momento extremadamente claves durante el combate de Punta Gruesa y su tripulación lo siguió sin más. Organizó equipos y reconoció el valor de sus subordinados”.

“En Punta Gruesa no actuó ni osada ni impulsivamente -dice Mellafe-. Sabía que su buque no era rival para al poderosa Independencia, por tanto planteó una táctica defensiva que fue la de utilizar el poco calado de su nave para navegar pegado a la costa. Quizás se podría decir que fue audaz en usar el bajo de Punta Gruesa como su única arma ofensiva contra la nave peruana. El relato que hace J.A. Olid nos habla que todos sintieron como la roca raspaba el quillote de la Covadonga y que al pasar el bajío, Condell dijo: ‘¡aquí se jodieron!’… y tuvo razón”.

Fue tan clave el triunfo de Condell en Punta Gruesa que de una sola vez le atestó un golpe profundo al Perú: “Fue un completo desastre para la marina de guerra peruana, ya que de un plumazo perdió el 38% de su poder naval”, señala Mellafe. “También hay que recalcar que a bordo de la Independencia iban el teniente 2° Alfredo de La Haza y el aspirante Arturo de La Haza, sus primos hermanos”.

Combate naval de Punta Gruesa. Óleo de Thomas Somerscales.

“Me estoy yendo a pique”

Tras el combate de Punta Gruesa, Condell siguió sirviendo en la Armada. “Fue ascendido al capitán de fragata y se le dio el mando de la cañonera Magallanes, en reemplazo de Juan José Latorre -cuenta Mellafe-. Con ese buque estuvo presente en la acción sobre Pisagua (2/11/1979) y en el bloqueo de Arica (febrero 1880). Tomó accidentalmente el mando del Huáscar cuando, durante el combate con los fuertes de Arica, Manuel Thomson muere. Condell es ratificado como comandante del blindado Huáscar y con ese buque sigue sosteniendo el bloqueo del puerto y luego actúa durante el bloqueo al puerto del Callao”.

Fue durante el bloqueo al Callao, en 1880, en que Condell pronunció una frase memorable, amén de su carácter díscolo y algo bromista. “Durante el bloqueo al Callao, sostuvo un combate con los fuertes de dicho puerto el 22 de abril de 1880 -relata Mellafe-. Varios autores, entre ellos Virgilio Figueroa, indican que luego del combate, el Blanco Encalada, buque insignia chileno, le preguntó por señales, si todo estaba bien a lo que Condell respondió: ‘Sí, me estoy yendo a pique’”.

Pero el problema es que todo era falso. “No había recibido impacto alguno. Cuando fue llamado por el comandante Galvarino Riveros a que diera explicaciones por su frase poco afortunada, habría dicho: ‘Cuando estoy al frente del enemigo, poco me ocupo de los amigos’”.

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