
Bad Bunny, cómo se convirtió en un fenómeno global más allá de la música
En menos de 24 horas, el puertorriqueño agotó tres shows en el Estadio Nacional. Una situación a tono con el éxito que ha tenido la venta de la gira promocional del disco Debí tirar más fotos, con millones de personas pujando por obtener un ticket en la fila virtual. Todo por ver a un artista peculiar, que ha hecho de su identidad latina y su habilidad para navegar en el entorno digital, parte de su propuesta artística.

“Hay una canción tuya en el álbum de Bad Bunny, necesito tu correo para enviarte los términos”, fue lo que escuchó el productor chileno Cristóbal Díaz, más conocido como Dysbit del otro lado de la línea. Era el dos de enero de 2025, y casi como si fuera un propósito de año nuevo, el joven chileno se encontró con la posibilidad real de aparecer acreditado en uno de los cortes de Debí tirar más fotos, el nuevo disco del “Conejo malo”.
“Hermano, yo quedé marcando ocupado -recuerda a Culto desde Ciudad de México-. De verdad, yo decía: ¿esto de verdad está pasando? ¿esto me puede pasar a mí? porque para cualquier productor creo que es inalcanzable, o sea es el artista latino número uno. Entonces era un golazo”.
Dysbit se ha labrado a pulso un nombre en la escena urbana chilena. Su firma figura en canciones de nombres en ascenso como Easykid, Kidd Voodoo y Drefquila. Pero llegar hasta el campamento de Bad Bunny, implicó un largo y sinuoso camino.

“Yo firmé un publishing, que es un tema de los derechos autorales de los productores, con una editora que se llama Melodías -explica Dysbit-. Ellos siempre están en contacto conmigo y me piden piezas instrumentales. Y en algún momento yo recuerdo enviarles como 10 instrumentales. Pasaron unos meses y me piden cada parte de un instrumental por separado. Y no te dicen nada, simplemente te dicen mándame este instrumental dividido. La mandé. Luego, pasaron unos meses y me lo vuelven a pedir, así que ahí lo volví a mandar”.
Esa pieza instrumental, compuesta a fines de 2023, acabó en Voy a llevarte pa PR, el segundo tema del álbum. Para Dysbit, escucharlo resultó toda una sorpresa. “Quedaban tres días para el lanzamiento y yo solo tenía dudas, decía algo va a pasar, la canción no va a salir. No podía razonar que me estaba pasando eso. Y salió el tema”.
Según Dysbit, lo que mas le sorprendió fue el resultado final. “Cuando envías un instrumental no sabes qué van a usar. Pueden usar un pedacito nomás o algo. Yo sabía que el álbum de Bad Bunny venía como muy Puerto Rico, muy de sus raíces, pero cuando escuché que el tema empezaba como un reguetón, dije: No, ya, esto no puede ser mejor, hermano”.
Si bien, no tuvo un contacto directo con el artista, notó que el equipo liderado por el productor Tainy (quien ha trabajado con artistas como Rosalía y Shakira) hizo algunos cambios respecto a la pista que él envió. “La canción que yo envié, tenía siete semitonos menos y tres BPM (beats por minuto) menos. El original estaba en 97 BPM y lo subieron a 100 BPM, pero básicamente, es lo mismo”. El arpegio inicial, es un sintetizador. “Es un sonido que me caracteriza desde que empecé”, explica.
Y así, de golpe, Dysbit se sumó al selecto grupo de productores chilenos (junto a Taiko y Magicenelbeat) cuyo trabajo ha llegado hasta un disco de Bad Bunny. Una experiencia que le dio notoriedad, más por el hecho de que la afamada Billboard, calificara la canción como la mejor del disco Debí tirar más fotos. “La canción, respaldada por un fuerte ritmo de reggaetón cortesía de Tainy y Dysbit, transmite la esencia cruda y vibrante de los inicios del género”, apuntan en su reseña.

Una vez que salió, Debí tirar más fotos se empinó al primer lugar del Billboard 200, donde se quedó tres semanas, a fines de enero. Regresó a la cima esta semana, coincidiendo con dos hitos, la salida del álbum en su versión vinilo, y la apertura de la venta de entradas para los shows de la gira mundial, que pasará por Chile con tres fechas sold out, entre el 5, 6 y 7 de febrero de 2025.
El interés por ver al “conejo malo”, gatilló una explosiva demanda por adquirir un ticket. El pasado lunes 12 de mayo, pasadas las 10 de la mañana, había sobre 350.000 personas esperando en la fila virtual. Por ello, las 14.000 entradas de la primera preventa se agotaron en una hora. De allí que se vendieran dos shows más, los que se agotaron durante ese mismo día.
Lo ocurrido en Chile, es una tendencia global. Los datos dicen que durante esta semana más de 10 millones de personas ingresaron a las filas de venta en línea en todo el mundo, despachando la friolera de 2.6 millones de entradas para 54 shows en 18 países a lo largo de cuatro continentes.
Un récord absoluto, considerando que originalmente, la gira estaba acotada solo a 24 conciertos, pero se expandió por la demanda; de hecho, en España pasó de dos, a 12 shows en estadios (10 en Madrid y 2 en Barcelona). Situación similar se vivió en Ciudad de México, donde pasó de dos a ocho shows, lo que permitió convocar a 3.7 millones de fans en fila virtual durante la preventa y venta general.

El interés es tal, que lo de Bad Bunny ha hecho historia en varios países fuera de Latinoamérica; es el artista latino que ha vendido la mayor cantidad de entradas en Italia, Polonia, Portugal, Suecia, Francia, Reino Unido (país donde además es el primer y único latino en agotar un estadio). Es decir, su alcance es global.
El fenómeno de Bad Bunny es muy particular. Partió como un artista afincado en la escena del trap. De hecho, en esa condición se presentó por primera vez en Chile, con una gira por teatros que en 2017 lo llevó por Santiago, Rancagua, Viña del Mar, La Serena y Temuco. Testigo de esos shows fue el periodista Rodrigo Ruiz Garcés, “Don Lota”, director de Alto en Flow, revista dedicada a cubrir música urbana. Hoy, repasa las claves del salto que lo llevó desde el trap a volverse una estrella transversal.
“Bad Bunny es el más claro ejemplo de que tomar riesgos extremos es la clave de la evolución en la industria musical -explica-. Siempre ha llevado su obra al límite, en busca de trascender, de romper barreras y de convertirse en una leyenda cultural de Puerto Rico e ícono latino a nivel global. Más de una vez dijo no sentirse del todo cómodo en el trap, que hay muchos temas que no hubiese sacado a la calle de haber tenido el control de su carrera; pero, de todos modos, su talento lo llevó a crear himnos en ese estilo”.
Además, el puertorriqueño ha hecho de su bandera un factor de identidad. Cuando en octubre de 2023 fue al afamado Saturday Night Live, un espacio clave en la cultura pop de Estados Unidos, lo marcó en su monólogo. “Puedo presentar este programa en inglés, puedo pedir McDonald’s en inglés, pero tener sexo en inglés, pero prefiero sexo en español, es mejor. Simplemente prefiero el español”, señaló.
Ese detalle, que ha llevado a lo largo de su carrera, es también un factor. Así lo piensa Cristián Leporati, profesor de Comunicación Política y Gubernamental en la Universidad Diego Portales y Director Ejecutivo de la consultora Antropología y Estrategia. “Él conecta muy bien con su país, con Puerto Rico, y a partir de eso, también conecta con Latinoamérica -explica al teléfono con Culto-. Porque no es solamente un cantante con canciones bonitas, también es un cantante que tiene una identidad muy afincada en la región. Y eso lo potencia”.
Aunque parezca de perogrullo, aquel es un factor clave por una razón. “Yo he estado varias veces en Estados Unidos y los puertorriqueños que viven ahí, muchas veces quieren renegar de su origen. Por ejemplo, se tiñen el pelo rubio, se blanquean, pero él no. Yo creo que él tiene una identidad muy, muy clara, eso facilita la lectura de la audiencia”, explica Leporati.
Además, el académico le suma otro aspecto, vinculado a su mirada crítica, que ha volcado en canciones como El apagón. En general no elude la política, incluso en 2019 tomó la decisión de detener una gira por Europa, para participar (junto a artistas como Residente y Ricky Martin) en las protestas que acabaron con la renuncia del exgoberandor, Ricardo Rosselló. “Tiene temas sobre las minorías sexuales, también se ha metido en política contra la corrupción y tiene una identidad muy fuerte con Puerto Rico. Él, a mucha honra y orgullo, lo dice”.

De allí, a que Benito Martínez Ocasio, se haya vuelto una figura cada vez más transversal. “Me atrevo a afirmar que en cada familia todos los miembros del hogar, desde un niño hasta un veterano, son fanáticos de al menos una canción de Benito, y esa transversalidad no la logra cualquier artista -y menos en un lapso de tiempo tan corto- si consideramos que, de manera oficial, su carrera tiene menos de una década”, aquilata “Don Lota”.
También se suma su fuerte presencia en las redes sociales y en hitos de la cultura pop, como en programas de televisión y la presencia visual que impone con sus diferentes looks, prácticamente uno diferente por cada disco; del rapado de sus inicios, al sombrero pescador de Un verano sin ti, y la cabellera rizada que luce para Debí tirar más fotos. “La virtud que tiene este hombre es que se va renovando, no envejece, que eso en términos comerciales, de marketing, va extendiendo la vida de un producto musical, como es Bad Bunny. Lo que es mucho más difícil con las redes sociales, porque hacen que todo se consuma mucho más rápido. O sea, es muy rápida la expansión, es muy rápido el impacto, pero eso cuesta mantenerlo después porque saturas mucho más rápido”, apunta Cristián Leporati.
Su más reciente disco, Debí tirar más fotos, profundiza en su orgullo latino. Un material fresco, con guiños a la salsa, al reguetón y la música tradicional, que se tomó la conversación tras su salida, tal como sucedió con el fenómeno de Un verano sin ti (2022). “Este nuevo disco era una propuesta diferente, muy orientado a Puerto Rico, pero a todo el mundo le gustó -analiza Dysbit, quien ya tiene entrada para uno de los shows en Chile-. Si tú ves los discos de Bad Bunny hacia atrás, cada álbum muestra a un Bad Bunny diferente, eso es entretenido para la gente, y por eso lo siguen en cada álbum que saca, y lo meten en el número uno, es una locura”.
Por ello, es que el “conejo malo”, ha logrado superar hasta las reticencias de los más críticos a la música urbana. Su expansión fue mucho más allá. “Muchos de los que antes le hacían la cruz con furia, ahora usan las mismas redes a través de las cuales lo criticaban, para subir stories con sus nuevas canciones de fondo o reclamar porque se quedaron sin entradas para sus conciertos -apunta “Don Lota”-. ¿Sabrán que en 2017 tardó meses en hacer sold out en el Caupolicán? Esa es la señal más clara de su victoria más grande”.
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