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Entre sus tormentos y unas fotos inéditas: una mirada al Archivo Digital de José Donoso

Por iniciativa conjunta de la Universidad de Princeton y la UDP, llega el Archivo Digital José Donoso. Se trata de un sitio web donde se puede acceder a los documentos del escritor resguardados por la casa de estudios de Nueva Jersey. Por ahora, están sus diarios, unas fotos desconocidas de 1995 y un curioso libro-álbum. Acá, examinamos el archivo a fondo.

Entre sus tormentos y unas fotos inéditas: una mirada al Archivo Digital de José Donoso Fotografía José Donoso. 1995 Crédito: Gabriel Pérez Mardones, cedida especialmente para este reportaje. Archivos UDP. Gabriel Pérez Mardones

A mediados de los 70, los papeles, manuscritos y libretas de José Donoso Yáñez comenzaron a llegar a la Universidad de Princeton. La casa de estudios de Nueva Jersey había tenido como alumno al escritor chileno cuando era un joven aspirante a escritor, entre 1949 y 1951. Esos años fueron importantes para él, porque en una revista universitaria de Princeton publicó sus dos primeros cuentos, en idioma inglés: The blue woman y The poisoned pastries.

Años después de egresado, el nexo de Donoso con Princeton se renovó gracias a la conformación de un Archivo. Así lo explica a Culto la académica Cecilia García-Huidobro, acaso una de las mayores especialistas en la obra del escritor nacional: “En los años 60, la Universidad de Princeton poseía un riquísimo archivo de escritores que sin embargo no incluía ningún latinoamericano. De este modo, la adquisición del archivo de Donoso fue el primero, y dio inicio al mayor acopio de archivos de escritores de nuestro continente”.

Sin embargo, que Donoso entregara sus papeles a Princeton no fue solo por un deseo de contribuir al Archivo, Hubo otra razón de fondo y la explica la misma García-Huidobro en su artículo La formación del archivo de José Donoso, una subjetividad en fuga. “Por años, Donoso arrastró una deuda de sus tiempos de estudiante con la Universidad de Princeton. En más de una oportunidad llegaron cartas a la casa de sus padres en la calle Holanda en Santiago, haciéndole ver que ‘Nuestros auditores han estado revisando las cuentas de los préstamos universitarios. Están preguntando por qué su cuenta lleva tanto tiempo sin pagarse. No podemos responder a esa pregunta. ¿Podría ayudarnos comunicándose con nosotros sin más retraso? ¿O enviando el pago? ¿En el sobre adjunto?’”.

Archivo Histórico – Cedoc Copesa

García-Huidobro apunta que Donoso comenzó a entregar sus valiosos papeles como una forma de pagar su deuda. “En 1972 propone entregar parte de sus papeles para saldar el compromiso, con muy buena acogida por parte de la universidad”, indica la académica. Por entonces, Donoso ya había publicado sus obras mayores: Coronación (1957), Este domingo (1966), El lugar sin límites (1966) y El obsceno pájaro de la noche (1970) con las que ya tenía ganado un prestigio como escritor y un lugar -aunque secundario- en el Boom Latinoamericano.

La primera entrega de Donoso al Archivo de Princeton fue en 1974, sin un calendario sistemático, y prefería llevar los papeles él personalmente antes que pagar un envío. Esto hizo que hubiesen períodos de lagunas donde no llegaba nada al archivo. Como fuere, Donoso siguió entregando papeles hasta su muerte, en 1996.

Hoy, los documentos de José Donoso en Princeton han quedado disponibles para el público general mediante una iniciativa conjunta de la casa de estudios estadounidense con la Universidad Diego Portales. Se trata del Archivo Digital José Donoso. Un sitio web donde se pueden explorar los papeles del escritor nacional, entre ellos, sus valiosos diarios que han sido publicados por Cecilia García-Huidobro en dos volúmenes: Diarios tempranos. Donoso in progress, 1950-1965 (2016) y Diarios centrales. A Season in Hell, 1966-1980 (2023). En ellos, se ve a un hombre atormentado, celoso, inseguro, lleno de fantasmas, mientras escribe sus obras maestras.

“Como suele ocurrir, Donoso dejó sus archivos con embargo de a lo menos 10 años después de su muerte -dice García-Huidobro-. Pasada esa restricción, estos estaban disponibles para quien quisiera consultarlos en la Biblioteca Firestone de la Universidad. Las instalaciones son muy cómodas para trabajar pero resulta difícil llegar hasta allá y sobre todo muy caro. De modo la posibilidad que estuvieran en línea era una deseo de antigua data. Hace unos años la Universidad Diego Portales tomó contacto con la Universidad de Princeton para desarrollar varias líneas de acción en conjunto, entre otros la cuestión de los archivos. La iniciativa tuvo una gran acogida y apoyo por parte de Fernando Acosta director de colecciones especiales y Javier Guerrero, profesor de esa casa de estudios y destacado especialista en el tema de archivos. Luego la albacea del escritor, su nieta Natalia Donoso, se sumó al proyecto con mucho entusiasmo. De este modo el año pasado se realizó este convenio que permitirá ir poniendo progresivamente todo su extenso archivo en línea. En la actualidad están disponibles sus diarios íntimos desde 1966 hasta 1995 (último que diario que hizo)”.

Crédito: Archivo Histórico – Cedoc Copesa.

Gracias a este archivo digital, se puede tener la experiencia de leer de primera mano los diarios de José Donoso. Escritos de su puño y letra -muy pequeña, algo apretada- se puede acceder al inconsciente del autor. Son los que García-Huidobro justamente ha transcrito para darlos a conocer. “Ha sido una labor muy absorbente, un enorme desafío profesional -no hay manuales de cómo editar diarios-, y una experiencia extraordinaria”.

“Aprendí mucho, los diarios de Donoso poseen diversos cortes geológicos para utilizar la expresión de Ricardo Piglia. Y de entre todos esos saberes que he ido adquiriendo en este largo trabajo el que más me ha conmovido es poder conocer la intimidad de una persona tan compleja que no trepida en escarbar en sus zonas obscuras, seguirlo en ese ejercicio, humaniza”.

Por ejemplo, el 14 de enero de 1968, escribió: “Más que nada, siento envidia por la labia y la inteligencia de (Carlos) Fuentes. Y la pena de tener que conformarme con ser solo José Donoso”. El 19 de junio de 1973 escribió en Calaceite, España: “Quiero hablar de mis sueños y mis temores. Casi todas las noches sueño sueños homosexuales. Supongo que será la represión total de mi lado homosexual lo que lo produce. Hoy desperté con miedo. ¿Y si esto se pone peor y peor? ¿Qué haré? ¿Qué me pasará? El terror –como cuando mis terribles sueños paranoicos durante el año que siguió a la operación– de quedar prisionero dentro del sueño, que no pueda salir”. O, el 1 de marzo de 1974: “Hemos hablado todo el día con María Pilar de irnos a vivir a Inglaterra. ¿Por qué no? Yo detesto España, no me gustan los españoles y en el fondo no tengo ninguna relación con ellos. No tengo un solo amigo español. Barcelona es un desierto desde el punto de las relaciones humanas. ¿Por qué no Inglaterra? ¿No conozco, si conozco algo, su cultura y tradición mejor que ninguna otra? ¿Y los árboles? ¿Y la civilización? ¿Y la libertad sexual e intelectual y la falta de envidia y de miedo? Conservar esta casa para venir a pasar los veranos calurosamente, luminosamente en España”.

Archivo Histórico / Cedoc Copesa.

Recortes y fotos

Junto con los diarios, en el Archivo Digital se encuentra un particular objeto catalogado como “Libro Rojo Donoso”. Se trata de un cuaderno en el que, muy ordenadamente, el autor iba acopiando todo lo que se decía de él en los periódicos: los anuncios publicitarios de sus novelas, las críticas, reportajes y entrevistas. Entre otros, podemos ver recortes de diarios españoles, italianos, argentinos, colombianos, venezolanos , mexicanos, chilenos, estadounidenses. Aborda un período de tiempo limitado a la aparición de sus libros El obsceno pájaro de la noche (1970) e Historia personal del Boom (1972).

¿Qué es este Libro Rojo? Responde García-Huidobro: “Mas que un libro se trata de un artefacto difícil de manipular que pesa más de 10 kilos y es realmente inclasificable. Es una suerte de álbum enorme, con tapas de cuero que seguro Donoso mandó hacer especialmente. Allí iba pegando recortes de prensa y piezas publicitarias concernientes a El Obsceno pájaro de la noche y a veces agregaba comentarios. Lo más probable que lo haya empezado en 1971. Su historia es azarosa como tantas cosas referidas a Donoso. Pese a toda la dedicación que allí se percibe, por alguna razón el novelista abandonó este libro-artefacto en Calaceite. Años después de su muerte, su nieta Clara fue a visitar el pueblo y algún vecino se le entregó. Gracias a la generosidad de sus nietos, este valioso material hoy forma parte del archivo de la UDP".

El "Libro Rojo" de José Donoso. Foto: Archivos UDP.
El "Libro Rojo" de José Donoso. Foto: Archivos UDP.

Al mirar el Archivo Digital también encontramos unas fotos. Se trata de unas instantáneas inéditas que la UDP adquirió el 2024 con ocasión del centenario de Donoso. Hasta ahora, muy poco difundidas, son unas imágenes que el fotógrafo Gabriel Pérez Mardones le tomó al escritor en su casa, en 1995. Hoy, al teléfono con Culto, recuerda esa sesión. “Me lo topé en un almacén de la calle Ricardo Lyon. Me acerqué a él y le dije que me encantaría poder fotografiarlo. ‘Encantado, ningún problema’, me dijo. Me dio su teléfono, él se iba a la Feria del Libro de Buenos Aires y me dijo que lo llamara en dos semanas, a su vuelta. Así lo hice, hablé con su secretario y me dijo ‘ven el martes’. Y fui un martes”.

“Fui a su casa, en la calle Galvarino Gallardo. Estaba la TV uruguaya haciéndole una nota respecto de su última novela, Donde van a morir los elefantes. Ellos se fueron, el secretario me hizo pasar al tercer piso, que era el escritorio de Donoso. Nos pusimos a conversar, le pasé una carpeta de fotos que tenía, una suerte de Book para mostrarle mi trabajo. Él miró las fotos, habían retratos de Vargas Llosa, de Nicanor Parra. Le pasó la carpeta al secretario, este sale de la sala, vuelve y me dice: ‘Debiste haber venido ayer, estuvo almorzando y se quedó toda la tarde Gabriel García Márquez’. Había venido en un viaje privado, sin agenda pública".

Fotografía José Donoso. 1995 Crédito: Gabriel Pérez Mardones, cedida especialmente para este reportaje. Archivos UDP. Gabriel Pérez Mardones

Fue en el escritorio de Donoso donde Pérez Mardones hizo la sesión, en rollo blanco y negro. “Él era un tipo muy llano, muy bonachón, era muy agradable conversar con él. En aquella época no se había ventilado nada de los diarios ni su tema de la homosexualidad. Era una figura potente. Hicimos las fotos mientras trabajaba en su escritorio, era un espacio chiquitito, de esas casas antiguas. Él quiso que hubiesen fotos a contraluz, eso le gustaba mucho, decía que le daba una connotación especial y se producía una cosa media velada. Tenía un conocimiento respecto de la fotografía y me pareció interesante. Hay una foto donde sale manipulando un libro porque le pedí que tuviese algo de movimiento. Después le hice unas copias de las fotos y se las mandé de regalo, estaba súper contento”.

Se espera que en el futuro, el Archivo Digital vaya sumando otros elementos, como las cartas de José Donoso con otros escritores. “La parte más rica de su correspondencia está concentrada en los años 60 y 70, cuando no había otra forma de comunicarse y hablar por teléfono costaba un dineral -dice García-Huidobro-. De esa época hay mucha correspondencia con ‘los de entonces’: Sábato, Cabrera Infante, Vargas Llosa, Manuel Puig, Cortázar con quien nunca tuvo demasiada sintonía. Con Nicanor Parra hay un intercambio epistolar no muy abundante pero notable y divertido igual que con García Márquez, con quien hay unas pocas porque el colombiano era un corresponsal perezoso pero son realmente muy graciosas”.

“La correspondencia básicamente podría agruparse en tres grandes categorías: cartas con escritores, correspondencia con el mundo editorial particularmente abundante con editores y su agente literaria Carmen Balcells, y las cartas con sus familiares que son muchas, variadas y permanentes”, añade.

Crédito: Archivo Histórico – Cedoc Copesa.

También se espera que, más adelante, puedan estar disponibles los manuscritos originales de sus novelas. “Yo he trabajado poco con sus manuscritos así que no tengo una opinión cabal -dice García-Huidobro-. Lo que he visto es que es que corregía mucho, hacía versiones y nuevas versiones a máquina, las que con una letra del tamaño de una hormiga volvía a tarjar. Tenía sus manías además, para la máquina de escribir le gustaba el papel de alto gramaje por ejemplo y, según consigna en sus diarios, se desesperaba cuando no lo encontraba. En una oportunidad Wacquez compró todo el papel que había en la tienda cercana a Calaceite donde se abastecían y Donoso descarga su ira con Wacquez en el diario”.

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