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Cronología del horror en Avellaneda: las explicaciones para la tragedia en que terminó el duelo entre Independiente y la U

Las imágenes que dejaron los enfrentamientos entre hinchas argentinos y azules impactan al mundo. El fútbol vuelve a perder contra la violencia, en uno de sus peores episodios a todo nivel. Los problemas partieron mucho antes, con una hinchada laica que parecía dispuesta a generar problemas en Buenos Aires.

Barristas de Independiente, después de invadir la zona ocupada por hinchas azules (Foto: Photosport) FOTOBAIRES/PHOTOSPORT

Los incidentes que se produjeron en el estadio Libertadores de América, en Avellaneda califican perfectamente para ocupar un puesto destacado en un desgraciado ranking: el de los episodios más violentos que recuerde el fútbol mundial. Los enfrentamientos entre hinchas de Universidad de Chile e Independiente y, sobre todo, la masacre en que los locales terminaron transformando la reacción sobre los hinchas estudiantiles son, por mucho, una muestra de que la violencia en los estadios sigue siendo un flagelo que el fútbol, en todo el mundo, ha sido incapaz de desterrar.

Los laicos terminaron sacando la peor parte. Sobre todo los que, probablemente, menos tenían que ver en la batahola, como un menor de edad que fue salvajemente golpeado. El ingreso masivo de los barristas de Independiente dispuestos a todo fue el corolario de horas de la más alta tensión que haya el balompié sudamericano, incluso en un país acostumbrado a los incidentes de este tipo en las tribunas y en las cercanía de los estadios.

Las diferencias de criterio entre las dirigencias fue notoria. "Lo que pasó hoy es una tragedia. Estábamos intentando recabar información, pero no la hay, no sabemos si hay muertos. Estamos en contacto con el Gobierno, al que le damos las gracias, no hay mucha información", lamentó Michael Clark, timonel de Azul Azul, quien permanece en Argentina para apoyar a los hinchas afectados. “Estamos en contacto con el Gobierno y estamos enfocados en averiguar cómo está nuestra gente. Creo que hubo riesgo para los jugadores y para el cuerpo técnico, para los funcionarios, para nosotros. No soy experto, pero poner a la barra visitante sobre gente de Independiente sin rejas o protección, fue un error”, puntualizó. La U enviará este viernes un emisario a la sede de la Conmebol.

Néstor Grindetti, titular de Independiente, prefirió culpar al adversario. Sus dichos fueron criticados de manera transversal. “Esto debía ser una fiesta y lo que vimos fue un comportamiento repudiable de los simpatizantes de la U. Nos destrozaron los baños, tomaban los artefactos y los tiraban por la tribuna. Una cosa de una violencia inusitada que nunca lo vi y que no se justificaba, porque el partido no daba para eso. El público de Independiente no se merece una cosa así”, planteó en entrevista con TyC.

Cronología del horror en Avellaneda: las explicaciones para la tragedia en que terminó el duelo entre Independiente y la U

Ambas hinchadas se culpan del origen de los incidentes. Los locales apuntan, naturalmente, a los seguidores laicos, quienes replican que reaccionaron frente al intento de los dueños de casa, ubicados inexplicablemente en la tribuna Sívori Baja, apenas a metros de los visitantes, de arrebatarles los lienzos, considerados por los barristas como trofeos de guerra y como elementos virtualmente sagrados, según la óptica del que resulte afectado. Esto, incluso, fue advertido por la dirigencia de Azul Azul que asistió a la reunión de seguridad el día previo al cotejo. Desde la Conmebol tampoco se quedaron indiferentes: la cercanía de ambas barras podría generar problemas. Desde el cuadro transandino la respuesta fue clara: “no hay problema, siempre lo hacemos así”, señalaron.

Sin embargo, hay testigos que reparan en una notoria animosidad de los estudiantiles desde la salida de Chile. Uno de los fanáticos azules que viajó a Buenos Aires relató a El Deportivo que prácticamente desde el despegue hubo problemas. “La barra de la U venía exaltada en el avión, descontrolada”, explica el testigo.

Hinchas de la U, en medio del desastre (Foto: Photosport) FOTOBAIRES/PHOTOSPORT

El mal comportamiento, en una constante en el último tiempo en las visitas de barristas chilenos a Argentina, se repitió apenas pisaron territorio transandino. En pleno centro, hubo quienes estuvieron generando problemas en tiendas y molestando a hinchas de Independiente. La escena se replicó en el estadio a la hora del partido. Con la diferencia de que la escalada no tuvo límites. Si bien el origen fue el criticable, pero habitual intercambio de objetos contundentes, que para el caso llegó hasta el lanzamiento de bolsas con orina y fecas, está a la vista que la espiral no se detuvo más.

El antes y el después

La desafortunada dinámica tuvo un notorio punto de quiebre: la bomba de ruido que los fanáticos azules lanzaron hacia La Garganta del Diablo, una de las esquinas del reducto de Avellaneda. Se trata de algo así como palcos, donde el perfil del público está lejos de ser agresivo. Esa fue la señal que los barristas del Rojo interpretaron como la principal provocación y lo que desembocó en el traslado de los violentistas hacia las puertas del sector en que se ubicaban los estudiantiles. Comenzaba una riesgosa cuenta regresiva de una bomba alto nivel expansivo.

El caos no tardó en crecer. Si bien a través de los altoparlantes se les pidió a los hinchas de la U que desalojaran en lugar que ocupaban, las deficiencias en la megafonía del recinto deportivo provocaron, según testigos, que la instrucción no se escuchara oportunamente. Otro aspecto inexplicable, incluso desde el sentido común, fue la ausencia de personal policial, al menos con afán disuasivo. Los barristas locales encontraron casi nula oposición para linchar a los pocos hinchas que no se retiraron de las graderías.

Inquietud y coordinación como fuera

En el campo de juego, eran notorios los esfuerzos de los jugadores de ambos equipos, primero por separado, y después, como intento desesperado, en conjunto, por pedirles calma a los fanáticos. Nadie atendió el llamado, acompañado, por cierto, de la incertidumbre respecto de la continuación de un partido que, como sucedió en el también lamentable encuentro entre Colo Colo y Fortaleza, en el Monumental, fue cambiando de estado: pasó de la interrupción a la suspensión y, posteriormente a la cancelación.

Este escenario abre la puerta para sanciones drásticas para ambos clubes. Los albos, por ejemplo, recibieron una sanción ejemplarizadora: cinco partidos internacionales como dueños de casa sin público, una millonaria multa y la pérdida del encuentro. Una coincidencia marca la fatalidad: el juez del encuentro, Gustavo Tejera, había dirigido el fatídico encuentro entre albos y brasileños. Y otra: el Oficial de Seguridad era Nicolay Salazar, quien había cumplido la misma función en Macul.

Los jugadores tenían una preocupación adicional: la condición en que se encontraban sus familiares y amigos. Nicolás Guerra, por ejemplo, tenía uno que estaba en plena barra. No era el único. La incertidumbre se mantuvo por largo rato, pues los allegados a los futbolistas tuvieron que pasar más de tres horas en el recinto. Lo mismo pasó con los invitados de los patrocinadores azules. Uno de los miembros del equipo audiovisual de la U, que llevaba indumentaria oficial, fue agredido.

La barra brava de la U fue informada por WhatsApp de que tenían que irse, por quienes, efectivamente, habían escuchado el llamado. Ahí cundió el temor. Las puertas estaban cerradas, lo que los dejó atrapados. La facción más dura de la hinchada de Independiente intentaba entrar a la tribuna, hasta que, finalmente, lo logró, con las graves consecuencias que se conocen profusamente.

Tras ello, Michael Clark, presidente de Azul Azul, y el gerente general, Ignacio Asenjo, recorrieron los hospitales cercanos para conocer el estado de los hinchas afectados por los brutales hechos ocurridos en el estadio Libertadores de América.

De esta manera conocieron que en el Hospital Fiorito de Avellaneda llegaron doce heridos, uno de ellos en estado muy grave por caída en altura. En una nueva actualización durante las primeras horas de este jueves, se dio a conocer que ocho de los 12 heridos fueron dados de alta. Y hay dos pacientes más que podrían recibir el alta médica durante la jornada.

Sobre el paciente que sufrió la caída en altura, agregaron que ha tenido una evolución favorable y se mantiene en terapia intensiva.

Los contratiempos no solo se registran en el certamen continental. En la ANFP estaban alerta, porque la U ya había tenido una situación con la barra en el duelo frente a Audax Italiano. En el momento más álgido del conflicto, en Quilín se plantearon la idea de que no se realice el partido ante Everton, precisamente por la convulsión que implica el actual momento. El Superclásico y la Supercopa, ambos frente a Colo Colo, también corren riesgo.

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