Por Lucas Mujica“Mandé a poner vidrios polarizados”: los detalles de la noche en que Xabier Azkargorta fue despedido de la Roja
El fallecido entrenador tuvo un irregular paso por Chile entre 1995 y 1996. Fue cesado del cargo tras el inicio de las Eliminatorias rumbo a Francia 1998.

Muere Xabier Azkargorta. El Bigotón, en Chile, es recordado por su irregular paso entre 1995 y 1996. Llegó al país tras haber llevado a Bolivia al Mundial de 1994. El español fue contratado bajo el alero de Ricardo Abumohor, como presidente de la ANFP, y de Harold Mayne-Nicholls, quien entonces era gerente de selecciones. Pese a las altas expectativas puestas en el ibérico, un empate ante Venezuela en el comienzo de las Eliminatorias liquidó el proceso.
Su despido quedó marcado por una conversación privada con Abumohor. El 2 de junio de 1996, Chile empató 1-1 en Barinas, con un gol de Javier Margas en el minuto 89. El resultado dejó un fuerte malestar en la dirigencia. “Ni siquiera festejé ese gol. Venezuela nos pudo haber hecho cuatro o cinco”, dijo el directivo. Al finalizar el partido, el timonel bajó a la cancha y comentó a su colaborador Pablo Hoffman que el ciclo del entrenador “se había acabado”.
Aunque el directorio de la ANFP se reunió de urgencia para evaluar la continuidad del técnico, finalmente la cúpula decidió mantenerlo. Aun así, las dudas persistían. El presidente del organismo quedó con la responsabilidad final y esa misma noche decidió visitar a Azkargorta en su casa.

La conversación fue breve, pero decisiva. Abumohor planteó sus inquietudes sobre la presión que enfrentaba el proceso. “Xabier... ¿Seguro que estás preparado para resistir la presión?”, le consultó. La respuesta del español terminó por convencerlo de que el desgaste era irreversible. “Tranquilo, estoy preparado. Ya mandé a poner vidrios polarizados a mi automóvil”, respondió el técnico. Esa frase confirmó que el entrenador no estaba en condiciones emocionales de sostener el ciclo.
El encuentro marcó el quiebre definitivo. Tras comunicarle su salida, ambos dejaron de hablarse. La negociación del finiquito quedó en manos de Hoffman y se extendió por dos semanas. Del monto original, que era cercano a $250 millones, se acordó el pago de la mitad, en ocho cuotas. Gran parte se cubrió con la recaudación de los partidos siguientes ante Ecuador y Uruguay.
El despido generó efectos inmediatos dentro de la estructura de selecciones. Mayne-Nicholls y Óscar Wirth presentaron su renuncia a la gerencia. “Nunca he pensado que echar a entrenadores sea la solución. Preferí dar un paso al costado antes de la elección del nuevo técnico”, reveló años después el hoy candidato presidencial. Poco después, Nelson Acosta asumió en la banca nacional.
La salida de Azkargorta se cerró con una conferencia de prensa en la que el entrenador repasó las críticas acumuladas durante su gestión. “Que una vez muerto el perro, se acabe la rabia”, dijo. Una frase que quedó instalada en la memoria del fútbol chileno. Su salida dio paso a un ciclo que, con Acosta al mando, terminaría con la clasificación de Chile al Mundial de Francia 1998.
Décadas más tarde, el español acusó al uruguayo de haber operado en su contra. “Acosta trabajó para sacarme”, señaló.
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