El Deportivo

Miles de banderas, fuegos artificiales y con promesa de mejoras: el lado B del emotivo retorno de la UC al Claro Arena

El elenco estudiantil volvió a su casa. Luego de 1099 días, Universidad Católica pudo inaugurar su remozado reducto. Lo hizo con un triunfo ante Unión Española y un ambiente festivo en las tribunas.

Miles de banderas, fuegos artificiales y con promesa de mejoras: el lado B del emotivo retorno de la UC al Claro Arena. JONNATHAN OYARZUN/PHOTOSPORT

Tres años y tres días después de haber cerrado las puertas de San Carlos de Apoquindo, Universidad Católica volvió a recibir a su gente en el mismo lugar de siempre, pero en un escenario completamente distinto. El Claro Arena, el nuevo estadio cruzado, abrió oficialmente sus puertas la noche del sábado. El día comenzó temprano en la precordillera. Desde las cinco de la tarde, los primeros hinchas ya se agolpaban en las inmediaciones del recinto.

Selfies, abrazos y miradas incrédulas formaban parte del paisaje. Para muchos, era como reencontrarse con un viejo hogar, aunque rejuvenecido y más imponente que nunca. El acceso funcionó sin contratiempos: entrada con cédula de identidad, validación rápida y con filas, pero no eternas. El sistema biométrico, que promete ser parte del proceso en el futuro, todavía no se aplica. La experiencia, para la mayoría, resultó mucho más expedita que en el antiguo San Carlos.

En las tribunas también se respiraba historia. Figuras vinculadas a la UC en distintas épocas se dejaron ver entre los asistentes, compartiendo con los hinchas y disfrutando del ambiente festivo. Milovan Mirosevic, Mario Lepe, Gerardo Reinoso, entre otros, destacaban entre los presentes. Eran más de 20 mil personas que convirtieron la jornada en una auténtica ceremonia. Cada butaca tenía una bandera, esperando ser agitada en el momento justo. Durante las horas previas, por altoparlantes reiteraron los llamados a cuidar el reducto y que se trata de un lugar sin rejas entre las tribunas y la cancha.

Vista exterior del Claro Arena durante el show pirotécnico. JONNATHAN OYARZUN/PHOTOSPORT

Emotividad y autoridades

Cuando cayó la tarde, el Claro Arena comenzó a mostrar su poderío. Las luces se apagaron y el recinto se vistió de espectáculo: show de luminarias, video repasando hitos del estadio y, como remate, fuegos artificiales que iluminaron la precordillera. Hubo incluso un paracaidista que descendió al césped, completando una postal poco habitual para el fútbol chileno. Todo parecía sacado de una noche europea, con un estadio que ahora no desentona frente a los mejores de Sudamérica. Las ovaciones se hicieron caer en distintos momentos. Uno de los más estruendosos fue cuando se proyectó a José Pedro Fuenzalida tocar el himno de la UC en una guitarra eléctrica.

El protocolo también tuvo su espacio. Juan Tagle, presidente de Cruzados, acompañado por la alcaldesa de Las Condes, Catalina San Martín, y otras autoridades, cortó la cinta oficial. Cuando se mencionó a los directivos, la recepción fue variada entre silbatinas y aplausos. El timonel de la concesionaria reveló que por momentos no tuvo contener la emoción. “Me quebré varias veces. Boté mis lagrimones. Cuando salió el equipo a la cancha, sentíamos que para esto hicimos todo. Tantos años de trabajo, apuntó.

El abogado también prometió mejoras en las experiencia de cara a los próximos encuentros. “Los balances se están haciendo, por su puesto que hubo situaciones que no funcionaron bien. Hubo temas operativos. Es un estadio que está todavía en puesta en marcha, pero cumplió. El Claro Arena recibió 20 mil personas y salimos con una aprobación para todo el equipo operativo. En los próximos días haremos cuenta de detalles, cosas que hay por mejorar”, dijo.

Entre las autoridades destacaban reconocidos fanáticos cruzados, como el alcalde de Maipú, Tomás Vodanovic, o el gobernador Claudio Orrego. El Presidente Boric, también hincha confeso del cuadro estudiantil, no pudo asistir. Aunque desde la concesionaria si intentaron contar con la presencia del Mandatario. Su agenda no tenía espacio en esa jornada.

La ceremonia concluyó con el himno de Universidad Católica, coreado por toda la galería y entonado por coro de la PUC, mientras dos lienzos gigantes adornaban la salida del equipo. Uno en la tribuna Alberto Fouillioux, y el otro en la galería Mario Lepe. A las 20:04 horas comenzó el partido.

La lesión de Zampedri

El guion no podía ser más redondo: el primer gol en la historia del nuevo estadio tenía que ser de Fernando Zampedri. El Toro, que minutos antes había encendido las alarmas por una molestia muscular, se elevó tras un córner de Jhojan Valencia y con un cabezazo potente marcó el 1-0. El reloj marcaba las 20:35 y la historia quedaba escrita. “Aunque estuviera desgarrado, iba a hacer ese gol. Lo esperé tres años, no podía dejarlo pasar”, confesó más tarde, reconociendo que jugó lesionado.

Ahí, jugó un rol clave Gary Medel. “Esos cinco minutos se van a convertir en una larga historia... siento un tirón, tengo que hacerme estudios, pero para mi estoy desgarrado. Gary se me acerca y me dice que me necesitan para lo que viene. Ahí pensé si cagarme a mis compañeros y jugar desgarrado o dejar atrás los tres años que esperamos para este momento”, reveló el goleador.

“Como se dice en la jerga del fútbol, puse los huevos arriba de la mesa y seguí jugando. Estaba convencidísimo de que iba a hacer el gol. Lo digo con una humildad tremenda. Esperé tres años este momento. Que me pase eso... no lo podía creer. Puede ser que sea por todo lo que vivió esta semana. Uno trata de estar en cada detalle. La trayectoria me hace poner tranquilo, pero hay momentos que a uno lo superan. Tomé la decisión de seguir hasta donde pueda dar y convertí el gol. Estoy orgulloso de lo que hice. Va a quedar en la historia, complementó.

Zampedri reveló que un diálogo con Medel fue clave para seguir en la cancha. ANDRES PINA/PHOTOSPORT

El festejo fue inmediato, con los hinchas desatando la algarabía en un grito contenido por más de mil días. En la jugada siguiente, el VAR anuló un penal cobrado a favor de Unión Española, lo que aumentó la sensación de destino perfecto: la noche estaba reservada para la UC. En la cancha, el equipo de Daniel Garnero mostró un buen primer tiempo, con protagonismo de Clemente Montes por la izquierda.

Sin embargo, en la segunda mitad le costó sostener el ritmo. La lesión de Zampedri obligó a ajustar piezas y Unión Española se adelantó en busca del empate, aunque sin profundidad. Fue ahí donde apareció la solidez defensiva de la zaga cruzada, destacando Daniel González, quien reconoció al final del encuentro: “Sentimos la motivación extra de tener a la gente otra vez con nosotros. Pasamos por momentos bajos, pero lo supimos sacar adelante”.

La fiesta se cerró en los descuentos, cuando Eduard Bello aprovechó una asistencia de Diego Valencia y definió cruzado para el 2-0 definitivo. Un gol que significó alivio, celebración y el broche de oro para una noche perfecta para la UC. En las gradas, la fiesta nunca paró.

El primer show

El entretiempo estuvo animado por Adrián de los Dados Negros, que con sus clásicos hizo cantar a todo el estadio. El artista boliviano fue el primero en realizar un espectaculo musical en el Claro Arena. De esta manera, cumple con su anhelo que se había propuesto en los últimos años. “Mi máximo sueño es cantar en la inauguración del nuevo estadio. Con una canción y que pueda estar ahí mi familia sería inmensamente feliz”, había dicho el cantante hace algunos meses.

Luego de cumplir con su deseo, Adrián se dio el tiempo de bromear. “No cualquiera cata antes que Ricky Martín, ¿o no?”, lanzó. El recinto de Universidad Católica ya tiene siete conciertos programados para los próximos meses.

Con todos estos pormenores, el Claro Arena se mostró como un estadio de primer mundo. Con una capacidad para 20.249 espectadores, justo la cifra que hubo el sábado, un diseño moderno y tecnología de punta. Más allá de lo extrafutbolístico, cuando sonó el pitazo final, los jugadores se despidieron de su hinchada entre sonrisas. Gary Medel, visiblemente emocionado, recorrió la cancha acompañado de sus hijos.

Zampedri, incluso lesionado, sabía que había escrito otra página imborrable en su historia con la camiseta de la UC. Atrás quedaron los 1.099 días de espera.

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