Otra vez el Halcón

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Un grosero error del arquero Paulo Garcés privó a Antofagasta de un triunfo que parecía asegurado. Siguen sublíderes, pero ahora están a cuatro de la UC, cuando pudieron (y debieron) ser dos.



San Luis: I. González 5; R. González 5, D. Vicencio 4, J. Rojas 3, J. Mansilla 4; C. Moya 5, B. Leal 4, A. Estrada 4 (60', C. Melivilú 4); C. Bravo 2, S. Parada 4 (72', J. Abarca-), I. Lara 4 (54', B. Sagredo 5). DT: M. Riffo 4.Antofagasta: P. Garcés 2; P. Magalhaes 4, T. Asta-Buruaga 6, B. Romo 5, S. Cordero 4; G. Sandoval 5, M. Lepe 4 (89', J. I. Duma -); E. Bello 5, M. Collao 5 (74', A. Barrios -), F. Flores 4 (82', J. Flores -); F. Ciampichetti 4. DT: G. Ameli 5.

Goles: 0-1, 32', Sandoval, de cabeza, sin marca, aprovechando las licencias de la defensa quillotana en un tiro de esquina; 1-1, 76', Sagredo, con la complicidad de Garcés, que dejó escapar entre sus manos un centro que mandó sobre el área.

Árbitro: R. Tobar 5. Amonestó Parada y Moya (SL).

Estadio Lucio Fariña. Asistieron 2.804 personas.

En cursiva, jugadores juveniles.

Antofagasta dejó escapar una victoria que parecía asegurada. Pese a realizar un buen compromiso, apenas empató 1-1 ante San Luis. Un grosero error de Paulo Garcés, que dejó ir de entre sus manos un balonazo intrascendente que cayó al área, terminó en gol y privó al cuadro nortino de ponerse a un tris de la UC, líder del campeonato.

El sueño de Antofagasta sigue vivo. El empate lo deja en una posición expectante. Pero la distancia, ahora de cuatro puntos por detrás de los cruzados, debió ser de dos. Pese a todo, no obstante, todavía tienen mucho que decir en la discusión de las últimas cinco fechas.

El inicio del juego en Quillota estuvo plagado de nervios. De hecho, los nortinos tardaron varios minutos en acomodarse a la cancha quillotana. Con un equipo local, aunque impreciso, presionante e incómodo, los forasteros apenas podían buscar con pelotazos largos.

El ímpetu de San Luis, no obstante, duró poco. Con la motivación y vergüenza deportiva de intentar salir del último lugar de la tabla, los canarios buscaron con buenos argumentos en el inicio del partido. Tuvieron la pelota y obligaron el retroceso del equipo rival, pero este no titubeó e hizo gala de su solidez defensiva.

No pasaría mucho rato antes de que la distancia en la tabla entre ambos elencos se hiciera visible en el trámite. Lepe y Sandoval comenzaron a controlar paulatinamente el juego y liberaron a los extremos, Bello y Flores, que hicieron ancho a su equipo y ganaron espacio en las puntas. Así, una vez que equilibraron las acciones, comenzaron a manejar todo con mayor tranquilidad.

Presión, desdoblamiento, intensidad y solidaridad. Los de la Segunda Región exhibieron su confianza y mostraron, otra vez, por qué han completado una histórica campaña. El gol de Sandoval, promediando la media hora, hizo justicia a los méritos realizados, les dio la ventaja y, también, tumbó a los quillotanos.

Tras el desequilibrio, la idea del descenso pareció meterse en la cabeza y abrumar a los jugadores locales, que perdieron presencia sobre el césped sintético del Lucio Fariña. Confundidos, erráticos y sin ideas. No quedaron muchas dudas de las razones por las que la posibilidad de perder la categoría los ha perseguido durante todo el desarrollo de la competencia.

En el complemento, otra vez el amor propio fue el motor del conjunto dueño de casa. Con poco fútbol, pero muchas ganas, le dio trabajo a Garcés, que respondió bien cuando fue requerido al inicio de la segunda mitad.

Pero el impulso nuevamente fue efímero. Un espejismo. O al menos así estaba siendo hasta el fatídico minuto 76, cuando el arquero de los del norte falló de manera imperdonable, reviviendo sus propios fantasmas.

Fue entonces cuando el partido se abrió. El ingreso de Sagredo le cambió la cara a los suyos, mientras que el yerro infantil del arquero fue un golpe demasiado duro para la escuadra visitante.

En los minutos finales nadie se guardó nada. Intensidad, pierna fuerte y ocasiones. El empate parecía disgustarle a todos, pero no hubo tiempo para mucho más. San Luis apretó, pero no volvió a exigir al arquero. O a probar su alicaída moral después de su fatalidad. E Ignacio González se hizo enorme para aferrarse al punto; una unidad inmerecida, pero necesaria y, quién sabe, hasta vital en su lucha por seguir en Primera. Antofagasta, en tanto, lamenta la desdicha de Garcés, que lo privó de ganar, pero tiene juego de sobra para mantener viva la ilusión.

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