Columna de Paula Escobar: Descarbonizar ya

cambio climático


Cuando por fin vemos luz al final del túnel del Covid, otra catástrofe se desarrolla frente a nuestros ojos, y es una que será mucho peor. Se trata de la catástrofe climática, sin duda el mayor desafío que enfrentamos los humanos que compartimos hoy la tierra, y cuyos efectos serán mucho más relevantes y costosos que el Covid. Ciudades que desaparecerán por el alza de los mares, pobreza y hambruna, olas de refugiados climáticos que desestabilizará a los países de acogida, sequía y ciudades inhabitables por el calor, además de huracanes e incendios, y una extinción masiva de especies, entre otros efectos devastadores.

En Chile, un estudio del Ministerio del Medio Ambiente ha alertado que el 84% de las comunas de Chile enfrentan “altos riesgos” por el cambio climático.

Entonces, no se puede pensar en volver a empezar este 2021 sin hacer de esto una prioridad, especialmente cuando el secretario general de la ONU ha llamado a decretar “emergencia climática”, tras los escasos avances a 5 años del Acuerdo de París.

La solución es descarbonizar la economía, es decir, reemplazar los combustibles fósiles por energías renovables y limpias. Ese proceso, que ya ha comenzado, debe agilizarse dramáticamente. Ya la meta de no aumentar en más de 2 grados Celsius la temperatura del planeta, o 1,5, del Acuerdo de París, es imposible de cumplir. Pero quedan nuevos umbrales que no se pueden seguir traspasando.

Chile posee una posición interesante en esta materia. Fue elegido este año el país con más atractivo para invertir en energías renovables y el noveno en cuanto a su desempeño frente al cambio climático en el ranking IDCC 2021. Una Estrategia Energía 2050 que ha trascendido distintos gobiernos ha impulsado la competencia en el sector, incorporando nuevas tecnologías y promoviendo la llegada de nuevos entrantes, institucionalizando por ley masivas inversiones en materia de energía renovables. De hecho, la generación de ERNC superó con 5 años de antelación la meta puesta por ley , de que el 2025 el 20% de la energía viniera de ellas. Esto no habría sido posible sin buenas políticas públicas, como la nueva Ley de Licitaciones Eléctricas, la interconexión eléctrica del Sistema del Norte Grande con el sistema Interconectado Central, para traer la energía del norte al resto del país. O el cambio de la Ley de transmisión eléctrica, como ha recordado el ex ministro del ramo en el segundo mandato de la Presidenta Bachelet, Máxico Pacheco.

Dos muy antiguas termoeléctricas de AES Gener en Ventanas se cerrarán anticipadamente, lo cual es una buena noticia para los habitantes de esos lugares tan perjudicados, y que han estado tan solos en su lucha por justicia ambiental. Es relevante, eso sí, contestar las dudas que se han levantado sobre el “estado de reserva estratégica” de estas centrales, y sobre la posibilidad de que se abran otras. Prohibirlas por ley daría certezas. No es la idea cerrar plantas para abrir otras, ni tampoco definir subsidios monetarios poco claros para compensar a las empresas por esos cierres de plantas.

Una moción parlamentaria plantea, de hecho, cerrar todas las centrales de carbón al año 2025, y no el 2040 como prevé el gobierno. Hay sectores que rechazan este adelanto de plazo, por considerarlo tan perentorio que podría afectar los precios o la seguridad de suministro de la electricidad, temas por cierto que se deben estudiar técnicamente en detalle. Pero también es cierto que en materias tan significativas como el cambio climático, hay que intentar mover los límites de lo posible a través de metas altas con sentido de urgencia. Y vaya que eso es posible, como lo vivimos el año que pasó.

Si alguien nos hubiera dicho cuando partió el 2020, que estaríamos meses encerrados, pidiendo permiso hasta para ir a pasear el perro, con hijos sin colegio y trabajando masivamente por Zoom, nadie lo había creído. Así como tampoco que se gastarían billones de dólares en ayuda de las personas sin trabajo y las empresas, o que el comercio y la medicina online se extenderían explosivamente. Tampoco que se trabajaría en tiempo récord y con cooperación mundial para crear y producir una vacuna contra el Covid.

Esa fuerza adaptativa que el ser humano ha mostrado para enfrentar esta pandemia, la inversión masiva en ciencia y la respuesta global, todo eso debe redoblarse para combatir el cambio climático.

En términos ambientales, este gobierno cometió un error estratégico al no haber firmado el Acuerdo de Escazú, pues es el acuerdo de cooperación ambiental de mayor relevancia en la región, y el multilateralismo es la única vía de salida a este problema. Pero ahora debe aprovechar la posición adelantada de Chile y hacer de esta una meta país. Volver a echar a andar la economía, pero con un foco verde, debe ser una prioridad.

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