La soledad de Boric

La soledad de Boric. Ilustración: César Mejías.

En los 10 meses que lleva en el gobierno, el Mandatario ha debido desprenderse de algunos de sus colaboradores más cercanos. Su hoy exjefe de gabinete Matías Meza-Lopehandía fue el último de ellos. Así, en La Moneda buscan la fórmula de blindar de mejor manera a Boric y para ello está asentada la idea de un nuevo cambio de gabinete. La discusión es si apurarlo o esperar hasta marzo.


La del viernes 6 fue una noche difícil para el Presidente Gabriel Boric. Recién volvía de una gira por el sur -donde su mal humor fue comentario obligado- y se encerró en La Moneda junto a parte de su equipo y las ministras Carolina Tohá (Interior) y Camila Vallejo (Segegob). ¿El objetivo? Definir cómo cerrar, o al menos intentarlo, la crisis que desataron los indultos que otorgó a 13 presos -12 por delitos cometidos en el marco del estallido social y el exfrentista Jorge Mateluna.

Boric dejó La Moneda cerca de las 21 horas con un sabor amargo. Hasta entonces no se sabía, pero acababa de visar una de las renuncias más sentidas de lo que lleva su mandato: la de su jefe de gabinete, Matías Meza-Lopehandía, uno de sus mentores de la época en que ambos estudiaban Derecho en la Universidad de Chile y militante de Convergencia Social.

En su casa del barrio Yungay al Presidente lo esperaban sus amigos más cercanos, varios de los cuales trabajan en el gobierno, para comer un asado, del que se hizo cargo el mismo Boric. En la íntima reunión participaron Emiliano Salvo (CS), asesor en el Ministerio de Energía; Maximiliano Proaño (CS), subsecretario del Medio Ambiente y exjefe de gabinete de Boric cuando era diputado; Mario Sillard (CS), un viejo amigo de Magallanes y asesor del Segundo Piso; otros militantes de su partido y gente de fuera del mundo político con la que el Jefe de Estado se suele juntar.

El grupo opera como un espacio de contención para el Mandatario que en las últimas dos semanas volvió a enfrentarse a la fragilidad del diseño de su gobierno: una primera línea de fuego (sus asesores directos) que no desactiva conflictos -y que aún peor en la crisis de los indultos fue la principal responsable- y un gabinete que no logra retomar la agenda cuando el escenario enfrenta dificultades. Así, todo termina directamente en el Presidente.

La salida de Meza, quien en un principio se resistió a renunciar, es el último ejemplo de ello y se sumó a otros movimientos que en los últimos meses se han producido en La Moneda y que han acentuado la soledad a la que se ha visto enfrentado Boric.

En los pasillos de gobierno, en todo caso, también enfatizan que el propio estilo del Mandatario -a quien le gusta involucrarse directamente en todo tipo de determinaciones y no duda en tomar el teléfono para gestionar directamente los asuntos- no ayuda en la estructuración de una primera línea que le brinde protección.

En 10 meses Boric ha visto cómo la mayoría de sus cercanos instalados en espacios de poder han debido dar un paso al costado o han perdido influencia, por relaciones desgastadas.

La lista incluye al señalado Meza y la han ido engrosando su otrora jefe de avanzada, Nelson Alveal; la ya exjefa de asesores, Lucía Dammert, y la primera ministra del Interior, Izkia Siches. Otros que han perdido su lugar son el exdirector de Comunicaciones, Felipe Valenzuela -un amigo personal que fue reubicado en otro rol en el Segundo Piso- y el ahora ministro de Desarrollo Social, Giorgio Jackson (RD), con quien mantiene el vínculo afectivo, pero que se ha alejado de la toma de decisiones políticas. “Esa es la instrucción que me dio el Presidente”, es la forma en la que Jackson, quien hoy vive un momento complejo por la acusación constitucional en su contra, explica su nuevo rol a sus cercanos.

Boric ha sentido la falta de Jackson en la primera línea. Y ha visto cómo ha cambiado ese espacio: ahora las más influyentes en esa toma de decisiones son las ministras Tohá y Vallejo, y un paso atrás Ana Lya Uriarte (PS), Antonia Orellana (CS) y Mario Marcel. Mientras que en su equipo de asesores han reforzado su influencia el jefe del Segundo Piso, Miguel Crispi; y el ahora jefe de gabinete Carlos Durán (CS), quien antes se desempeñaba como jefe de Estudios, cargo que ahora tendrá Luna Follegatti (CS) -también cercana a Boric-. Además está la directora de Comunicaciones, Tatiana Klima.

El sociólogo Carlos Durán asumió como jefe de gabinete del Presidente.

La pregunta que se instala en La Moneda

Si de algo hay conciencia en La Moneda es que las salidas de la ministra de Justicia, Marcela Ríos, y de Meza no lograron aplacar la crisis de los indultos. La acusación constitucional en contra de la ya exsecretaria de Estado -quien será representada por el exministro José Antonio Viera-Gallo- ya fue presentada por Chile Vamos y la dimisión del otrora exjefe de gabinete sólo terminó por reforzar la sensación de debilidad del equipo más próximo al Mandatario.

Las opiniones son divididas, pero el tema ya se comenzó a discutir en el Segundo Piso, donde se señala que ya es un hecho que habrá una nueva rotación ministerial. La pregunta es cuándo.

Mientras algunos creen que hacerlo en las próximas semanas podría ayudar a contener la crisis y a calmar los ánimos entre las coaliciones del gobierno, Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad; otros son de la opinión de esperar a marzo para repensar el diseño y tener tiempo para su implementación.

De todas formas, la evaluación del gabinete es muy crítica: hay muy pocos ministros con figuración capaces de influir en la agenda pública y el capital político suficiente para contener las crisis y evitar que escalen al Presidente. Además, hay una mala visión del desempeño de varios, como de la ministra de Minería, Marcela Hernando (PR); de Cultura, Julieta Brodsky (CS), y de Educación, Marco Antonio Ávila (RD).

Pero los ministros también se defienden. Entre diciembre y enero se suponía que cada secretario de Estado iba a sostener “bilaterales” para evaluar sus desempeños. Sin embargo, algunos jefes de cartera se sorprendieron con la ausencia del Presidente en esas reuniones. “Por algo se llaman bilaterales”, reclamaron entre sus equipos. En los encuentros los asesores Miguel Crispi (RD), Meza-Lopehandía -hasta antes de su renuncia-, y el director de la Secom, Pablo Paredes (RD), manifestaron sus cuestionamientos sobre el conocimiento público y el desglose presupuestario de varios de los ministerios sectoriales.

En los partidos, el diagnóstico de la necesidad de un nuevo reajuste genera consenso y -aunque nadie se los ha solicitado formalmente aún- varios ya se encuentran realizando gestiones para presentar nombres que puedan asumir. En el Socialismo Democrático -además- han pedido emparejar las subsecretarías, ya que solo tienen cuatro de las 39, mientras que en Revolución Democrática han insistido en que les gustaría tener más ministros luego de que Jackson saliera del comité político en el último cambio de gabinete.

Las desavenencias entre las alianzas oficialistas siguen a la orden del día y no pocos advierten que la desafección comienza a instalarse silenciosamente entre las colectividades. La alianza única prometida en el cónclave oficialista del 6 de noviembre pasado parece ser más lejana que nunca y -advertido de esto- Boric ha optado por involucrarse en actividades electorales propias de las colectividades poniendo en riesgo, una vez más, su liderazgo.

Así lo hizo en la negociación por el acuerdo constitucional y lo ha hecho en los últimos días en las gestiones para definir si las coaliciones irán juntas o no en la próxima elección por el Consejo Constitucional. En el Socialismo Democrático -además- cada vez crece más la visión crítica del desempeño de la coalición del Presidente y, por lo mismo, a excepción del PS, no quieren “arrastrar sus muertos” y optan por dividirse para los próximos comicios.

“¡La unidad se construye!”, le dijo Paulina Vodanovic, presidenta del PS, a Diego Ibáñéz, líder de Convergencia Social, el lunes en el comité político ampliado -en medio de la crisis por los indultos- tras los llamados del joven diputado a deponer hostilidades.

El Presidente Gabriel Boric junto al diputado Diego Ibáñez.

Crispi, el nuevo hombre fuerte

Si en medio de tantos pasivos existe un ganador de la crisis de los indultos, todos apuntan al jefe del Segundo Piso, Miguel Crispi, quien ha visto afianzar su influencia.

No es un misterio en el entorno presidencial que Meza-Lopehandía restringía con celo el acceso al Mandatario y -en la última semana- ya sin el abogado en la oficina aledaña a Boric, Crispi ha logrado desplegarse con gran comodidad.

Quienes conocen al exdiputado coinciden en que -en línea con el diagnóstico de debilidad del equipo presidencial- su principal objetivo es dotar de mayor manejo político al Segundo Piso, una de las carencias que han expuesto al Presidente.

Ejemplo de esto último es que en Presidencia hubo una fuerte autocrítica cuando salió la encuesta CEP -que marcó el momento de mayor desaprobación del gobierno- y nadie había hecho el control de daños pertinente. De hecho, los indultos, una de las decisiones más complejas de Boric, fueron anunciados una semana antes ad portas de cerrar un acuerdo de Seguridad con la oposición, que terminó siendo desechado.

El Mandatario, como acostumbra, sigue escuchando a consejeros externos. Se ha reunido varias veces con los expresidentes Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, y a la ya conocida influencia que tiene el escritor Patricio Fernández se ha sumado en los últimos meses el sociólogo y exdirector de la Secom, Eugenio Tironi.

Su pareja, Irina Karamanos, quien volvió a la militancia de base esta semana, también tiene alta influencia en sus decisiones.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.