
Cómo es Wonsan Kalma, el nuevo resort de Kim Jong-un en que los únicos extranjeros son rusos
La zona turística costera, que abarca una sección de playa de 4 kilómetros, incluye hoteles, restaurantes, centros comerciales y un parque acuático, según medios estatales de Corea del Norte. El complejo tiene capacidad para unos 20.000 visitantes, aunque las imágenes satelitales muestran que gran parte del mismo permanece sin terminar.

“En el nuevo balneario de Corea del Norte, la arena blanca brillaba contra las aguas cristalinas. Diez minutos de wifi costaban 1,70 dólares. La comida llegó en abundancia, aunque con las mismas tres opciones de bebida: agua, té o cerveza. El viaje de una semana costó aproximadamente 2.000 dólares. ¿El truco? Todos los viajeros debían ser rusos”.
Así describe el diario The Wall Street Journal la experiencia en el nuevo complejo costero de Wonsan Kalma, un megaresort construido por el régimen de Pyongyang para presentar al país asiático como moderno y próspero. El centro abrió sus puertas a turistas extranjeros por primera vez, como parte del esfuerzo del líder norcoreano Kim Jong-un por atraer más turismo en medio de las dificultades económicas y las sanciones internacionales que afectan a Corea del Norte.
El complejo fue inaugurado en una gran ceremonia el 24 de junio por Kim Jong-un, quien lo elogió como un “destino turístico y cultural de clase mundial”. El líder norcoreano estuvo acompañado por su esposa, Ri Sol-ju, y su hija, Kim Ju-ae, principal candidata a heredar la comandancia del régimen. El embajador ruso Aleksandr Matsegora también asistió como invitado especial, confirmó la agencia estatal KCNA.
Kim Jong-un pasó gran parte de su juventud en Wonsan, y antes de la construcción del nuevo complejo turístico, la ciudad fue un popular destino vacacional para la élite del país. “Cuando se planeó la zona turística de Wonsan al principio… la idea era atraer a alrededor de un millón de turistas mientras que se mantenía como una zona cerrada al mismo tiempo”, dice Ri Jong Ho, un alto funcionario de economía en Corea del Norte, quien participó en las primeras etapas de planificación del complejo, pero que desertó en 2014.
En 2017, un año antes de que comenzara la construcción, Kim envió una delegación a España en una misión de investigación en la cual el equipo recorrió el complejo turístico de Benidorm. La delegación norcoreana “incluía políticos de alto rango y numerosos arquitectos que tomaron muchas notas”, recuerda Matías Pérez Such, miembro del equipo español que acogió al grupo en un recorrido que incluyó visitas a un parque temático, hoteles de gran altura y un puerto deportivo.
Según la BBC, el resort ha sido ampliamente criticado por grupos de derechos humanos debido al duro trato a los trabajadores durante su construcción. La ONU ha denunciado que en Corea del Norte se use un sistema de trabajo forzoso, en particular las “brigadas de choque”, en las que los trabajadores a menudo se enfrentan a duras condiciones, largas jornadas y una remuneración insuficiente.
James Heenan, de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU en Seúl, afirma: “Hay informes de que el complejo se construyó utilizando lo que llaman brigadas de choque”. “También hemos visto informes de que la gente trabajó 24 horas al final para terminarlo, lo que me suena a una brigada de choque”.
La edificación del resort comenzó en 2018, pero se retrasó debido a problemas de construcción y a la pandemia de Covid-19. La zona turística costera de Wonsan-Kalma, que abarca una sección de playa de 4 kilómetros, incluye hoteles, restaurantes, centros comerciales y un parque acuático, según medios estatales. El complejo tiene capacidad para unos 20.000 visitantes, aunque las imágenes satelitales muestran que gran parte del mismo permanece sin terminar, destaca The Wall Street Journal.
Corea del Norte recibía a cientos de miles de turistas extranjeros al año, principalmente de China, antes de cerrar drásticamente sus fronteras en enero de 2020 durante la pandemia. El país reabrió sus puertas al turismo en febrero de 2024, exclusivamente para viajeros rusos. El año pasado, fueron aproximadamente 1.500 turistas, según un funcionario ruso de Vladivostok, una ciudad del extremo oriental con vuelos directos a Pyongyang.
A partir de febrero, Pyongyang permitió a ciertos turistas occidentales visitar una zona económica especial cerca de la frontera con China. Sin embargo, después de varias semanas, los viajes se suspendieron sin explicación. Esto deja a muy pocas nacionalidades con acceso a Corea del Norte. Desde 2017, el Departamento de Estado norteamericano ha prohibido la entrada al país a ciudadanos estadounidenses, apunta el Journal.
Primer grupo de turistas
Anastasia Samsonova, una moscovita de 33 años y especialista en recursos humanos, buscaba algo original para sus vacaciones de verano. Como nunca había estado en Corea del Norte, optó por un viaje en grupo que pasaría varios días en Pyongyang antes de llegar a Wonsan.
Pero al dar sus primeros pasos en la arena, Samsonova -quien, junto con otros 12 rusos, formó parte del primer grupo de turistas extranjeros a los que se les permitió visitar el resort- se encontró con una imagen inquietante. “Toda la playa estaba vacía”, dijo al periódico estadounidense. “De hecho, parecíamos ser los únicos huéspedes en todo el resort”.
Cuando el grupo pidió gachas y bollos brioche, el personal los preparó rápidamente. A petición, se entregaron altavoces portátiles en la playa. Las sillas para el balcón llegaron al instante. “Realmente nos sentimos como las personas más importantes del mundo”, dijo Samsonova.
Los 13 turistas rusos tuvieron que pagar a Corea del Norte 1.400 dólares, además de unos 35.000 rublos (unos 435 dólares) a una agencia de turismo rusa para realizar el viaje. Las comidas, los vuelos y otros desplazamientos estaban cubiertos; los refrigerios, otros gastos imprevistos y las actividades de ocio adicionales no estaban incluidos, señala el Journal.
Según entrevistas y publicaciones en redes sociales, pasaron tres días en Pyongyang y luego debían volar a Wonsan. Pero de repente les dijeron a los rusos que debían viajar en tren, lo que varios atribuyeron a la inminente llegada del ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov. Se necesitaron alrededor de 10 horas para recorrer aproximadamente 200 kilómetros hasta la costa este de Corea del Norte, un proceso ralentizado por las antiguas vías ferroviarias del país.
En Wonsan, se informó a los visitantes que había playas separadas para locales y extranjeros. El parque acuático, con piscinas, jacuzzis, saunas y toboganes, estaba prohibido. Para comprar, los rusos usaban pulseras de pago electrónico en la caja, necesitando dólares estadounidenses, euros o yuanes chinos para añadir fondos prepagados. No se aceptaban rublos.

Una botella de cerveza costaba unos 60 centavos de dólar, mientras que un masaje facial costaba 15 dólares. Una maqueta de plástico del misil balístico intercontinental Hwasong-17 de Corea del Norte, sobre su vehículo de lanzamiento, se vendía por 465 dólares. El arma con capacidad nuclear -la más grande de su tipo jamás vista en su debut en 2020- tiene el alcance potencial para alcanzar territorio continental de Estados Unidos y ha sido sometida a pruebas de vuelo al menos tres veces.
“No vimos nada terrible allí, no hay peligro”, relató Samsonova a la cadena Sky News. “Todo estaba muy bien hecho, un buen interior... una infraestructura muy desarrollada”.
“Nos interesaba ver cómo vivía la gente allí”, explicó la especialista rusa en recursos humanos. “Había muchos prejuicios sobre lo que se podía y no se podía hacer en Corea del Norte, sobre cómo comportarse. Pero, en realidad, nos sentíamos absolutamente libres (…) Sinceramente, nos gustó mucho”, relató. Se fue a casa con una estatuilla de recuerdo con forma de bomba nuclear.

Anastasia forma parte del creciente número de rusos que deciden visitar a su aislado vecino, ya que ambos aliados siguen estrechando lazos tras la invasión de Ucrania por parte del Kremlin. El año pasado, las tropas norcoreanas brindaron apoyo militar en la región rusa de Kursk, y ahora también existe cooperación económica.
Productos norcoreanos, como manzanas y cerveza, han empezado a aparecer en los supermercados del extremo oriental de Rusia. Y el mes pasado, Moscú lanzó vuelos directos de pasajeros a Pyongyang por primera vez en décadas.
Pero ¿puede esta nación ermitaña convertirse realmente en un destino turístico de moda? La oficina en Moscú de la agencia de viajes Vostok Intur así lo cree. La compañía organiza tours allí dos veces por semana.
“Corea del Norte es un país increíble, como ningún otro en el mundo”, afirma la directora Irina Kobeleva, antes de enumerar algunos puntos destacados. “Es un país donde no verás publicidad en las calles. Y es muy limpio; incluso el asfalto está lavado”, señala a Ivor Bennett, corresponsal en Moscú de Sky News.
Algunos observadores afirman que esta es una forma fácil para que Pyongyang genere ingresos. Si bien se permite la entrada de turistas extranjeros, los grupos turísticos suelen provenir mayoritariamente de China y Rusia, países con los que Pyongyang mantiene relaciones amistosas desde hace mucho tiempo.

“Esperaba que esto indicara una reapertura más amplia al turismo internacional, pero lamentablemente, por ahora no parece ser así”, declaró a la BBC Rowan Beard, cofundador de Young Pioneer Tours, una agencia de viajes con sede en China especializada en viajes a Corea del Norte.
Algunas agencias de viajes se muestran escépticas ante el atractivo de Wonsan para los extranjeros. “Es poco probable que sea un gran atractivo para la mayoría de los turistas occidentales”, afirma Beard.
“Sitios clave como Pyongyang, la Zona Desmilitarizada (DMZ) y otros lugares emblemáticos del brutalismo o el comunismo seguirán siendo los principales atractivos para los visitantes internacionales una vez que se reanude el turismo en general”, señala.
Sin embargo, Elliott Davies, director de Uri Tours, afirma que Corea del Norte tiene un atractivo específico para los viajeros que buscan destinos poco convencionales. “Resulta fascinante experimentar algo tan familiar como un balneario, que se ha integrado en el contexto cultural único de Corea del Norte”, dice.
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