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Impuesto al patrimonio y costo de la vida marcan comicios en Noruega

Según un promedio de encuestas realizadas este mes por pollofpolls.no, los partidos de centroizquierda –Laborista, Izquierda Socialista, Comunistas, Partido de Centro y Verdes– obtendrían actualmente 87 escaños, solo dos más de los necesarios para asegurar una mayoría.

La bandera sami ondea frente al Parlamento noruego durante la celebración del Día Nacional Sami en Oslo, el 6 de febrero de 2022. Foto: Archivo TERJE PEDERSEN

Los noruegos culminan el lunes la votación parlamentaria de dos días, en la que se espera que al menos nueve partidos alcancen los sufragios suficientes para conseguir escaños, aunque los líderes de solo tres colectividades tienen posibilidades de convertirse en primer ministro.

Estos comicios han estado marcados por temas como el costo de la vida, el impuesto al patrimonio y los servicios públicos, y el resultado podría tener un impacto en el suministro de energía y electricidad a Europa, así como en la gestión del fondo soberano de riqueza de 2 billones de dólares de Noruega.

Hay solo cuatro millones de votantes en este miembro fundador de la OTAN, que comparte una frontera ártica con Rusia y es parte del mercado único de la UE, pero no es un estado miembro.

A pesar de su pequeña población, Noruega ha tenido durante mucho tiempo un peso mayor que el que le corresponde en el escenario internacional, y las guerras en Gaza y Ucrania también han jugado un papel importante en la campaña electoral.

Electores emiten su voto en las elecciones en Noruega. Foto: Archivo

Según un promedio de encuestas realizadas este mes por pollofpolls.no, los partidos de centroizquierda –Laborista, Izquierda Socialista, Comunistas, Partido de Centro y Verdes– obtendrían actualmente 87 escaños, solo dos más de los necesarios para asegurar una mayoría. En 2021 este sector obtuvo 100 escaños.

“El Partido Laborista se está beneficiando realmente de un efecto de unión en torno al gobierno, dada la inestable situación internacional, y además tiene una buena reputación por cuidar la economía de Noruega”, dijo a Reuters Johannes Bergh, director del programa de estudios electorales nacionales del Instituto de Investigación Social con sede en Oslo.

Desde 2021 que el primer ministro y líder socialista, Jonas Gahr Stoere –un exministro de Asuntos Exteriores que se presenta como una persona segura–, ha necesitado el respaldo del Partido del Centro agrario y de la Izquierda Socialista para apoyar su agenda, pero las encuestas muestran que podría necesitar ampliar el alcance para incluir al Partido Comunista y a los Verdes.

“El escenario más probable es que Stoere sea reelegido, pero será una coalición ‘tutti frutti’ que irá en direcciones muy diferentes”, dijo a Reuters Jonas Stein, profesor asociado de Ciencias Políticas en la Universidad de Tromsoe.

Las demandas de los Verdes y los Comunistas pueden incluir restricciones más duras a la exploración de petróleo y gas, más impuestos a los ricos y a las personas con mayores ingresos, y un mayor gasto general del fondo soberano de riqueza de Noruega, el más grande del mundo.

Por el otro lado, el Partido del Progreso y el Partido Conservador, junto con dos grupos más pequeños, están en camino de ganar los 81 escaños restantes, pero la diferencia en las encuestas de opinión entre los bloques de izquierda y derecha sigue estando dentro del margen de error, indicó Reuters.

En el caso de los conservadores de la ex primera ministra Erna Solberg, han hecho campaña a favor de la reforma del sector público y la eliminación del impuesto a la riqueza de Noruega, que según ellos afecta injustamente a la propiedad empresarial.

Uno de los temas polémicos de la campaña ha sido justamente el futuro de un impuesto del 1% sobre el patrimonio, que los noruegos pagan si sus activos suman más de 1,76 millones de coronas noruegas (175.000 dólares), aunque hay descuentos que cubren tres cuartas partes del valor de su vivienda principal. Cientos de noruegos adinerados ya han abandonado el país para trasladarse a Suiza en los últimos años, entre anécdotas, debido a los altos impuestos de su país natal.

: Vista general del banco central noruego en Oslo, Noruega, 6 de marzo de 2018. Fotografía tomada el 6 de marzo de 2018. Foto: Archivo Gwladys Fouche

“Llevo 15 años trabajando en esto y siempre es un problema, pero esta vez ha estallado”, afirma a The Guardian la economista Mathilde Fasting, miembro del think tank de centroderecha Civita y una de las que piden su abolición. “Cada vez que se habla de cuestiones económicas surge este impuesto. Es como un símbolo de todo lo demás que está sucediendo”.

En un país donde la política aún gravita hacia el centro, el impuesto al patrimonio crea una clara línea divisoria entre la izquierda y la derecha. “La disputa se ha convertido en una auténtica guerra cultural, con llamamientos trumpistas a jóvenes con aspiraciones que quizá aún no sean lo suficientemente ricos como para pagar el impuesto, pero que se oponen a él por principios. En el programa de YouTube Gutta (Guys), cuatro presentadores musculosos se grabaron derramando champán sobre sus relojes de pulsera mientras hablaban de los “refugiados fiscales”, sostuvo The Guardian.

El Partido Laborista se niega a llegar tan lejos, pero ha prometido una revisión exhaustiva de la fiscalidad. Jens Stoltenberg, ex secretario general de la OTAN y ex primer ministro noruego, quien regresó a la primera línea política en febrero como ministro de Finanzas, ha prometido establecer una comisión multipartidista para revisar todos los impuestos si el Partido Laborista regresa al poder. Gracias a su amplio apoyo, su partido ha subido en las encuestas y ahora se sitúa por delante del populista Partido del Progreso, que ha prometido eliminar el formuesskatt (impuesto sobre el patrimonio).

La política exterior rara vez ha estado lejos de la campaña electoral, y las últimas semanas han estado dominadas por una decisión del fondo soberano de riqueza de Noruega –el más grande del mundo– de cancelar inversiones en casi la mitad de las compañías israelíes que tenía debido a supuestas violaciones de derechos.

El fondo de 1,9 billones de dólares, creado durante décadas a partir de los enormes recursos de petróleo y gas de Noruega, es administrado por el banco central, pero debe seguir pautas éticas.

Golpeado por los vientos políticos adversos que rodean la guerra de Gaza, el director ejecutivo del fondo, Nicolai Tangen, ha descrito sus recientes decisiones como “mi peor crisis”.

Noruega tiene un sistema político que involucra 19 distritos electorales basados en la representación proporcional, y ningún partido puede gobernar por sí solo.

Para formar una mayoría en el Storting (parlamento), de 169 escaños, una coalición necesita 85 escaños y los gobiernos minoritarios han sido comunes en Noruega desde hace mucho tiempo.

El Partido Laborista de Støre formó un gobierno minoritario con el Partido del Centro después de las últimas elecciones, pero esa coalición bipartidista se derrumbó en enero en una disputa sobre las políticas energéticas de la UE.

El bloque de centroderecha tiene sus propios desacuerdos, por lo que estas elecciones podrían terminar sin una mayoría clara cuando se cuenten los votos el lunes por la noche.

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