Jair Bolsonaro consolida su fenómeno electoral en Brasil

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Jair Bolsonaro junto a policías durante una visita a la favela Ciudad de Dios, en Río de Janeiro, en febrero.

Líder en los sondeos de cara a la primera vuelta, este exmilitar ha encontrado en el hartazgo a la corrupción y su lucha contra la violencia las claves de su ascenso.


La llamativa imagen de un gigantesco muñeco inflable con su rostro vistiendo traje con corbata y haciendo el saludo militar instalado frente al Congreso Nacional, marcó el puntapié inicial en su plataforma electoral hacia la Presidencia de Brasil. Ese día, el 7 de marzo pasado, unas 200 personas se congregaron dentro de uno de los plenarios de la Cámara para asistir al anuncio del personaje que inspiró a ese muñeco: Jair Messias Bolsonaro.

El diputado de ultraderecha acaparó en esa jornada los flashes en Brasilia. Llegó al evento acompañado por sus hijos Flávio y Eduardo, diputados estadual y federal, respectivamente. Ovacionado a la entrada del Congreso, fue recibido con gritos de "yo quiero a Bolsonaro Presidente de Brasil". Pocos minutos después esos deseos comenzaban a tomar forma. El parlamentario anunció entonces su renuncia al Partido Social Cristiano (PSC) y su afiliación al Partido Social Liberal (PSL), colectividad desde la cual se lanzaría a partir de ese momento a la conquista del sillón de Planalto.

En su discurso de 34 minutos, recuerda el diario Folha de Sao Paulo, el parlamentario defendió una agenda económica liberal, de privatización de las empresas estatales y reducción de impuestos, y conservadora en las costumbres, con críticas al matrimonio homosexual y a la decisión de la Corte Suprema que permite que transexuales cambien su identidad civil sin cirugía.

"Un padre y una madre prefieren llegar a la casa y encontrar al hijo con el brazo quebrado por haber jugado al fútbol, en vez de jugando a las muñecas por influencia de la escuela", afirmó Bolsonaro, después de decir que no tenía nada contra los gays.

Pero ese tipo de frases homofóbicas a las que ya tiene acostumbrados a los brasileños, en un repertorio que también incluye dichos racistas, misóginos y pro dictadura militar, no ha dificultado que este capitán de la reserva del Ejército, de 63 años, se encuentre siete meses después a la cabeza de los sondeos de cara a la primera vuelta de las presidenciales del 7 de octubre.

¿Pero cómo es posible que un hombre así, al que algunos medios han bautizado como el "Trump brasileño", suba en las encuestas? El hartazgo por la corrupción protagonizada por los políticos tradicionales y la crisis económica tiene mucho que ver, a juicio de los analistas. De partida, su nombre es uno de los pocos no citados en el escándalo de Petrobras. "Como hay un rechazo creciente a los políticos tradicionales y una fuerte crisis moral relacionada a ellos, impulsada por la Operación Lava Jato, hay espacio para el crecimiento de nuevas alternativas. Bolsonaro está ocupando ese espacio de desencanto, de rebelión y deseo de soluciones inmediatas", afirma a La Tercera Mauro Paulino, director general de Datafolha.

En la misma línea, Rodrigo Augusto Prando, cientista político y académico de la Universidad Presbiteriana Mackenzie de Sao Paulo, explica a este diario que las ideas conservadoras, de lucha contra la violencia, la corrupción y la posesión de armas por parte de los ciudadanos que impulsa Bolsonaro, "acaban sin duda por crear un clima bastante propicio a su candidatura".

Y es su lucha contra la violencia -por la cual también ha sido bautizado como el "Rodrigo Duterte brasileño", en alusión al polémico mandatario filipino- la que parece dar más dividendos a Bolsonaro. Una encuesta realizada por el Foro Brasileño de Seguridad Pública (FBSP), en conjunto con Datafolha, mostró que el miedo a la violencia es una de las principales razones para que el brasileño tenga propensión a posiciones autoritarias. En una entrevista con Deutsche Welle, el sociólogo Renato Sérgio de Lima, director-presidente del FBSP, advirtió sobre la amenaza que representa el candidato del PSL. "Si no interferimos en ese proceso, posiciones salvacionistas -como, por ejemplo, la plataforma política electoral de Bolsonaro- ganan fuerza precisamente al intentar proponer una solución al problema. Sin embargo, la solución de Bolsonaro es eliminar a los 'enemigos'".

Un particular outsider

El extremismo de sus posturas ha dado a Jair Bolsonaro un aura de "outsider", pero él no tiene nada de nuevo. Lleva más de 29 años en política, desde que pasó a la reserva del Ejército y fue elegido concejal del municipio de Río de Janeiro, en 1989. En Brasilia también es cara conocida: desde 1991 ocupa su escaño en el Parlamento como diputado federal de Río de Janeiro. De hecho, en 2016 se convirtió en el diputado más votado, cuando 460 mil personas lo reeligieron.

Así, el apoyo que le dan los últimos sondeos no es gratuito. Líder en la intención de voto de cara a la primera vuelta, con 26% de las preferencias, Bolsonaro parece tener así casi asegurado su paso a segunda vuelta.

Pero en esa instancia, los mismos sondeos lo dan como perdedor ante casi todos sus adversarios.

Habrá que ver ahora cómo Bolsonaro capitaliza el ataque con cuchillo que sufrió en Minas Gerais. "En este momento, sus opositores tienden a ser menos agresivos", dice a La Tercera Fabio Luis Barbosa dos Santos, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Federal de Sao Paulo (UNIFESP). Pero advierte: "La violencia de Bolsonaro respondida con la violencia del atentado, no parece que le dé beneficios electorales". Una nueva cirugía dejó al candidato inhabilitado de grabar videos para su campaña, según O Globo.

Con todo, la Deutsche Welle sostiene que "no hay que subestimar a Bolsonaro, ni suponer que, en el peor de los casos, el Congreso podría frenar su radicalismo. Pues también allí han prendido sus ideas". Además, destaca la cadena alemana, el candidato del PSL cuenta con el apoyo de la industria agrícola, el lobby de las armas y las fuerzas ultrarreligiosas. Esta poderosa fracción, conocida también como BBB, por B de "buey", "bala" y "biblia", fue ya decisiva en la destitución de Dilma Rousseff. En Brasil, es casi imposible gobernar contra este tridente. Sin embargo, con su respaldo hasta un diputado de segunda línea como Bolsonaro puede hacer realidad sus sueños.

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