
¿Mercantilismo presidencial?: Las preocupaciones que los negocios de Trump generan por posibles conflictos de interés
Según The New York Times, el presidente republicano y su familia han “monetizado” la Casa Blanca más que cualquier otro ocupante, “normalizando actividades que antes habrían provocado fuertes críticas e investigaciones oficiales”.

Cuando Hillary Clinton era primera dama, estalló un escándalo tras los informes de que había ganado 100.000 dólares con una inversión de 1.000 dólares en futuros de ganado. Aunque ocurrió 12 años antes de que su esposo asumiera la presidencia (1993-2001), se convirtió en un escándalo que duró semanas y obligó a la Casa Blanca a iniciar una revisión, recuerda The New York Times.
Treinta y un años después, tras una cena en Mar-a-Lago, en Florida, Jeff Bezos, el dueño de Amazon, aceptó financiar una película promocional sobre Melania Trump que, según se informa, le pondrá 28 millones de dólares directamente en el bolsillo: 280 veces el lucro de Clinton y, en este caso, de una persona con intereses creados en las políticas establecidas por el gobierno de su esposo. “¿Escándalo? ¿Furor? Washington pasó página sin apenas prestar atención”, apunta el periódico estadounidense.
Y es que los Trump no son la primera familia presidencial de Estados Unidos que se beneficia de su tiempo en el poder, “pero han hecho más por monetizar la presidencia que cualquier otra persona que haya ocupado la Casa Blanca (…), normalizando actividades que antes habrían provocado fuertes críticas e investigaciones oficiales”, asegura el Times.
Un diagnóstico que también comparte OpenSecrets, una ONG dedicada a rastrear la influencia del dinero en la política de Estados Unidos, que señala categórica: “Ningún presidente moderno ha pasado del mundo empresarial a la presidencia de forma tan directa como Donald Trump. Y al hacerlo, Trump se ha negado a hacer lo mismo que sus predecesores: romper vínculos con empresas o intereses financieros que pudieran plantear, o dar la impresión de, un conflicto de interés”.
“Al mantener sus activos en un fideicomiso administrado por la familia, que puede revocar en cualquier momento, Trump y su familia se encuentran en una posición privilegiada para beneficiarse directamente de su servicio público”, señala. Y agrega: “Los grupos de interés en Washington se han puesto de moda. Quienes buscan congraciarse con Trump no solo donan a su campaña de reelección, sino que también organizan eventos de recaudación de fondos y galas en sus resorts, clubes privados y hoteles, cuyas ganancias lo benefician a él y a su familia”.
Ya en marzo, Reuters advertía que Trump enfrentaba nuevas acusaciones de monetizar la presidencia, con posibles conflictos de interés derivados de proyectos como criptomonedas, redes sociales y otras vías para quienes buscan canalizar dinero hacia él.
Trump delegó la gestión de esos activos a sus hijos antes de regresar a la Casa Blanca y, según su empresa, no participará en la toma de decisiones diarias. De hecho, un abogado externo especializado en ética supervisará las actividades de la empresa y sus inversiones también serán gestionadas por una firma externa.
La Organización Trump también afirma que no realizará nuevas transacciones importantes con gobiernos extranjeros y que donará todas las ganancias derivadas del patrocinio de gobiernos extranjeros al Tesoro de Estados Unidos.
Esto, apunta Reuters, refleja en gran medida el acuerdo que mantuvo durante su primer mandato (2017-2021), que, según expertos en ética, no fue suficiente para evitar conflictos entre sus funciones oficiales y su imperio empresarial.
Durante su primer mandato, dignatarios extranjeros, ejecutivos de empresas y aliados republicanos disfrutaron de sus vacaciones en el Trump International Hotel, ubicado en un histórico edificio federal a pocas cuadras de la Casa Blanca.
Y la tónica parece mantenerse durante lo que va de su segundo mandato. Al menos eso se desprende de un análisis de The New York Times que denuncia que “la escala y el alcance del mercantilismo presidencial han sido impresionantes”.
La familia Trump y sus socios comerciales han recaudado 320 millones de dólares en comisiones de una nueva criptomoneda, han negociado operaciones inmobiliarias en el extranjero por miles de millones de dólares y están abriendo un exclusivo club en Washington llamado Executive Branch, que cobra 500.000 dólares por persona para unirse, todo ello tan solo en los últimos meses, detalla el Times.
Qatar y Jeff Bezos
La semana pasada, el secretario de Defensa Pete Hegseth aceptó un lujoso Boeing 747 que fue regalado por Qatar para que sea utilizado por Trump no solo para su uso oficial, sino también para su biblioteca presidencial tras su salida del cargo. Los expertos han valorado el avión, donado formalmente a la Fuerza Aérea, en 200 millones de dólares, una cifra superior a todos los regalos extranjeros otorgados a todos los presidentes estadounidenses anteriores juntos. La fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, que anteriormente trabajó como lobista para Qatar, aprobó la legalidad del regalo del avión de Doha.
Asimismo, Trump organizó una cena exclusiva en su club de Virginia para 220 inversores en la criptomoneda $TRUMP, que lanzó días antes de asumir el cargo en enero. El acceso se vendió abiertamente en función de la cantidad de dinero que aportaron, no a una cuenta de campaña, sino a una empresa que beneficia personalmente al inquilino de la Casa Blanca.
Además de $TRUMP, poco antes de que el republicano asumiera el cargo en enero, fue lanzada la criptomoneda $MELANIA, lo que atrajo miles de millones de dólares especulativos y generó nuevas preocupaciones éticas.
Los grupos de control afirman que los tokens ofrecen una vía para que los compradores extranjeros se congracien, ya que las empresas afiliadas a Trump poseían el 80% de las acciones y podrían beneficiarse cuando el precio suba, destaca Reuters. La moneda generó cerca de 100 millones de dólares en comisiones de negociación en las dos primeras semanas tras su lanzamiento.
Trump y sus afiliados también tienen una participación del 60% en World Liberty Financial, una plataforma de criptomonedas lanzada el año pasado.
Zach Witkoff, fundador de World Liberty Financial e hijo de Steve Witkoff, el enviado especial del presidente, anunció un acuerdo de 2.000 millones de dólares en Emiratos Árabes Unidos, apenas un par de semanas antes de que su padre y Trump viajaran a ese país para una visita presidencial.
En cuanto a Bezos y Qatar, “ambos tienen motivos para congraciarse con Trump”, sostiene el Times. En su primer mandato, el presidente republicano, molesto por la cobertura de The Washington Post, propiedad de Bezos, presionó repetidamente a sus asesores para que castigaran a su principal empresa, Amazon, aumentando drásticamente las tarifas de envío del Servicio Postal de EE.UU. y negándole un contrato multimillonario con el Pentágono. Trump denunció a Qatar como “financiador del terrorismo” y lo aisló diplomáticamente. “No ha atacado ni a Bezos ni a Qatar en su segundo mandato”, destaca el periódico neoyorquino.
En los últimos días, se han observado crecientes señales de rechazo público. El regalo del avión de Qatar pareció impactar al público general de una forma que otros episodios no habían logrado. Una encuesta de Harvard/CAPS Harris publicada la semana pasada reveló que el 62% de los estadounidenses pensaba que el regalo “plantea preocupaciones éticas sobre la corrupción”, e incluso algunos destacados partidarios de derecha de Trump, como Ben Shapiro y Laura Loomer, expresaron sus objeciones.
“Limpiar el pantano”
Trump ya no posee una propiedad destacada en Washington, ya que su empresa vendió el contrato de arrendamiento del Trump International Hotel en 2022 y ahora es un Waldorf Astoria. Sin embargo, el diario The Wall Street Journal informó que su familia está en conversaciones para posiblemente volver a adquirir el contrato de arrendamiento del hotel de 263 habitaciones.
El resort de Mar-a-Lago de Trump en Florida, en tanto, se ha convertido en un lugar popular para recaudar fondos del Partido Republicano y otros eventos conservadores, lo que le ha generado ingresos. La propiedad generó 24 millones de dólares en efectivo el año pasado, según un análisis de Reuters. Sus campos de golf han registrado una rentabilidad considerable, gracias en parte al patrocinio de sus simpatizantes políticos.
Trump ha facturado al Servicio Secreto de EE.UU. por alojamiento y otros servicios, mientras lo protege en sus hoteles y campos de golf, aunque ha prometido ofrecer un descuento.
En el ámbito internacional, la inmobiliaria de Trump anunció el año pasado que desarrollaría torres de la marca Trump en Dubai y Arabia Saudita. En 2022, la Organización Trump anunció un acuerdo para construir un resort en Omán. Asimismo, Trump ha propuesto que Estados Unidos limpie la Franja de Gaza, devastada por la guerra, y la convierta en un balneario internacional, haciéndose eco de una idea planteada por su yerno Jared Kushner.

El mandatario republicano llevaba mucho tiempo prometiendo “limpiar el pantano” en Washington tras años de corrupción por parte de otros políticos. Cuando se postuló por primera vez a la presidencia en 2016, criticó duramente a los Clinton por aceptar dinero de Arabia Saudita y otras monarquías de Medio Oriente con un evidente interés en congraciarse en caso de que Hillary Clinton ganara la presidencia. Pero ese dinero fue a parar a la Fundación Clinton con fines filantrópicos. El dinero que la familia de Trump ahora recibe de Medio Oriente va a parar a sus cuentas personales a través de diversas operaciones que The New York Times ha documentado.
Según el periódico, Trump sigue generando ingresos gracias a los negocios privados que gestionan sus hijos, y estimaciones independientes indican que apenas ha sacrificado dinero al entrar en política. Forbes estimó el patrimonio neto de Trump en 5.100 millones de dólares en marzo, 1.200 millones de dólares más que el año anterior y el más alto jamás alcanzado en el ranking de la revista.
“He estado observando y escribiendo sobre la corrupción durante 50 años, y mi cabeza todavía da vueltas”, dijo Michael Johnston, profesor emérito de la Universidad Colgate y autor de varios libros sobre la corrupción en Estados Unidos, en alusión la caso de Trump.
A juicio de Johnston, los Trump representan “un caso excepcional”, no solo en términos monetarios, sino también en su descarado desprecio por las normas del pasado. “Si bien podemos discrepar en cuanto a los méritos de la política, se espera que el presidente y las figuras del poder ejecutivo sirvan al bien público, no a sí mismos”, comentó al Times.
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