
Nicolás Cataldo: “Comparar al gobierno del Presidente Boric con el de Trump es erróneo”
El ministro de Educación desestima las críticas vertidas por el decano de la Facultad de Derecho U. Chile, Pablo Ruiz Tagle, quien acusó que el Ejecutivo, por distintas acciones, está entrometiéndose en el quehacer de la Casa de Bello, tal como el mandatario norteamericano en Harvard.

En 277 días -poco más de 9 meses-, el gobierno termina su mandato. Esa es la cuenta regresiva para que el Ministerio de Educación dirigido por Nicolás Cataldo (PC) logre concretar quizás si la última gran bandera que le queda al Ejecutivo, la de terminar con el CAE y darle paso al FES. “Creo que lo lograremos”, señala el secretario de Estado en esta entrevista que proyecta el último año de una gestión que, en sí misma, ve como un legado.
Aquí también le responde a Pablo Ruiz Tagle, decano de Derecho U. Chile, quien a propósito del cambio de estatutos de la Casa de Bello aprobado por el Presidente Boric y que ahora dan paso a la triestamentalidad, permitiendo voz y voto a estudiantes y funcionarios, dijo que el gobierno está entrometiéndose en su institución, haciendo un símil con lo que está ocurriendo en EE.UU. con Harvard y Donald Trump. “Es un emplazamiento desproporcionado. No solo es erróneo desde el punto de vista político, sino desde el accionar que ha ocurrido allá”, señala.
La crítica inicia por propiciar la triestamentalidad.
La discusión de los estatutos orgánicos se desarrolló por mucho tiempo en el seno de las instituciones y luego se legisló. Hay un análisis extremo de una realidad que no es tal. Luego, en el debate sobre financiamiento, se acusa de intervencionismo y es regulación.
En ese emplazamiento se habla de grupos que pretenden capturar a la universidad, apuntando particularmente al Mineduc.
Las autoridades de la universidad conocen perfectamente la relación que hemos tenido. A mi juicio, la autonomía de las universidades es uno de los pilares sobre los cuales se funda la democracia. Por eso digo que hay una opinión, legítima, pero desproporcionada. Y las comparaciones no tienen ningún tipo de asidero en la realidad ni en la intencionalidad. Se pone la referencia de un gobierno que está destruyendo la educación superior en otro país.
¿Cuál es su mirada sobre la triestamentalidad?
Fui un constante luchador por la triestamentalidad. En la gobernabilidad de cualquier institución, y particularmente la educación superior, es necesario que cada actor de la comunidad tenga una opinión y pueda participar en algún grado de las decisiones. Tampoco creo que todos los actores tengan el mismo rol ni peso.
Que la triestamentalidad se dé ahora, ¿no es una reivindicación de quienes hoy gobiernan?
No lo diría así. A nosotros nos toca ver el resultado de un proceso de tres gobiernos. Nadie podría decir que es este gobierno el que ha tenido una actitud obsesiva producto de venir de una generación de dirigentes estudiantiles.
Pero el cambio de estatutos en la U. Chile surge en una ley de reajuste de este gobierno.
Pero con una normativa vigente que faculta a las universidades a construir su propio estatuto, que se legisló en Bachelet II.
Discrepo. No se recogieron todas las recomendaciones en las indicaciones, pero no significa que no se hayan recogido.
Algunos miembros de la mesa dijeron no estar conformes.
Lo iban a hacer a todo evento. Pero algunas cosas se pueden hacer administrativamente y se están haciendo. Y hay otras que se pueden volver a discutir. Diría que lo más discutido fue el 80% de tope para la elección de alumnos en establecimientos de alta exigencia. La recomendación era hasta 80%. Decidimos presentar la indicación con el 60% y hoy estamos construyendo acuerdos en el Parlamento; probablemente vamos a terminar en el 80%.
¿Por qué no ponerlo de inmediato, entonces?
Porque no había una convicción técnica. Nos parecía que no tenía mayor impacto que fuese 60% u 80%. Nos quedamos con la cifra que sí movía la aguja.
¿Por qué no incluir la priorización voluntaria del 5% de estudiantes?
La recomendación establecía que ese porcentaje se evaluara en función de las notas de enseñanza media. Nos preocupó que pudiesen inflarse las notas y, por otro lado, si ya habíamos abierto la selectividad por mérito en establecimientos de alta exigencia, no nos parecía adecuado que el resto del sistema tuviese mérito. Si todo tiene selectividad por mérito, se trivializa el mérito.
Las recomendaciones que no se toman al pie de la letra son las que abrieron el debate para mejorar el SAE. Se ve como que recogen sólo lo que les parece.
Eso no es así. No es verdad que no se aceptó la idea de reponer la selectividad por mérito. La discusión se da respecto al porcentaje.
Lo llevo a violencia escolar. ¿Por qué negarse a los pórticos detectores de metales?
El debate, para enfrentarlo en serio, requiere de un nivel de discusión y acuerdos que no se está dando. Debatamos en serio. Y la tendencia a simplificar las cosas por razones político-electorales es cada vez mayor. No tiene que ver con negarse: no está alineada con la normativa no solo educacional, sino de leyes de garantía y protección de derechos.
¿La ley de convivencia escolar va a resolver esta problemática?
Tengo la convicción de que no existe la solución mágica. Lo que sí hay son soluciones que contribuyen. El problema tiene una característica bien compleja, que al ser cultural y educativa, no es automático. Hay que darle espacio a que las cosas pasen.
La violencia escolar es uno de los argumentos de los profesores para el paro de esta semana.
Tenemos una mesa de trabajo con los profesores porque vemos algunas necesidades reales. Los profesores han visto la voluntad de avanzar. Me es muy disruptiva la paralización como método de presión por una mesa que aún está en desarrollo, no necesitamos esa presión. Creo en el derecho a manifestarse, otra cosa es que se abuse de la herramienta. Solo van a terminar perjudicando a los niños.
El FES sigue recibiendo críticas en tanto no se introduzcan modificaciones que ciertos sectores piden. ¿Eso se va a hacer?
Estamos cerrando internamente como Ejecutivo medidas que nos permitan enfrentar esta conversación. Algunos van a quedar conformes, otros no tanto, otros quizás nada. Y esperamos seguir avanzando porque esto es una necesidad para el país. Estamos frente a un escenario de win-win.
¿Es consciente de lo que implicaría para el gobierno no lograr aprobarlo, considerando además que es menos de lo prometido?
Uno tiene que tener la capacidad de adaptarse sin perder la esencia de las ideas y lo que se quiere implementar. Pero créeme cuando digo que más que la preocupación política, mi preocupación es sobre la sostenibilidad del sector educacional en su conjunto.
Pero la bandera del CAE es de ustedes, el fracaso sería endosado a ustedes.
De todas maneras. Pero tengo una pulsión por mirar estas cosas en perspectiva más de Estado que de la disputa electoral o política coyuntural. Sin duda que puede significar una derrota política el no avanzar en este gobierno, pero para mí la derrota más importante es que no podamos entregarle al sistema educativo oportunidades de desarrollo correctas, eficientes y equilibradas.
¿Cuál será el legado en educación de este gobierno?
Un gran legado de este gobierno es haber tomado un sistema educativo destruido y ponerlo de pie. Lo más probable es que logremos, en algunos indicadores como asistencia y reivindicación, llegar a los niveles prepandémicos.
Pero esas son materias propias de su cartera.
Por supuesto. Pero la normalización del sistema es un legado de gestión. La realidad con la que nos encontramos era desastrosa. Un gobierno no solamente es proponer cosas nuevas, sino que también administra y gestiona. Y en eso, creo que lo logramos. Más allá de si lo reconocen o no en la oposición, los datos son inobjetables. Y tenemos otros avances: la deuda histórica, y creo que vamos a sumar el fin del CAE.
Reconociendo lo de la deuda histórica, el CAE no es realidad y lo demás, insisto, es su tarea.
Sí y no. Porque no es un ciclo normal. Realmente nos hicimos cargo de la gestión del sistema educativo saliendo de una pandemia cuyo efecto no se estaba observando en profundidad. Implicó derivar esfuerzos distintos a lo que un gobierno ha tenido que hacer en cualquier otro contexto. La reactivación educativa, eje de trabajo principal del Mineduc, consumió atención en una buena parte. Es cierto que es nuestra pega, pero también es cierto que llegamos a una realidad que ningún gobierno había encontrado nunca.
Otros gobiernos dirán que tuvieron sus propias dificultades.
No es comparable a catástrofes como un terremoto, que afecta a un territorio particular. Tuvimos que hacernos cargo de una situación que tuvo un efecto nacional simultáneamente. No tiene precedentes. Quizás no lo van a compartir, pero yo lo veo como un legado el haber, en menos de cuatro años, normalizado el sistema.
¿No es conformista?
No es conformismo. Todavía no lo estoy, pero tengo que valorarlo como un legado. b
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