En busca de ayuda del gobierno: las residencias para adultos mayores sufren la profunda huella que dejó la pandemia

La oferta total de Eleam registrados formalmente es de 878 centros, con 23.706 camas (o cupos) a nivel nacional, lo que alcanzaría a cubrir menos del 5% de la población que podría necesitar de sus atenciones. Por eso los actores formaron una mesa de trabajo para gestionar con las autoridades algún tipo de financiamiento y apoyo administrativo.


Chile envejece y los establecimientos de larga estadía para adultos mayores (Eleam) no son suficientes en el país.

Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la tasa de envejecimiento poblacional va en aumento progresivo, ya que “si bien en 1992 este grupo etario -de 60 años en adelante- equivalía al 9,5% del total de habitante del país, en 2022 aumentó al 18,1% y se espera que en 2050 las personas mayores correspondan al 32,1% de la población”, estima el INE.

Consultado por La Tercera, Octavio Vergara, exdirector del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama), señala que la oferta de Eleam en Chile “no da abasto. Hay una lista de espera gigante”, detallando que incluso si se consideran los establecimientos tanto públicos como privados, estos no alcanzarían a cubrir la demanda nacional.

Pero ¿qué es un Eleam? También conocidos como “asilos de ancianos”, son residencias de cuidados especializados dirigidos a personas mayores de 60 años que presentan algún nivel de dependencia -desde leve a severa-, por lo que necesitan apoyo en actividades de la vida diaria como alimentarse o bañarse. Estos son administrados por entidades públicas y privadas, con o sin fines de lucro, y deben cumplir con el decreto 14° de salud para contar con el permiso de dicho ministerio y ser registrados como recinto de larga estadía formalmente.

A nivel nacional, el Senama administra 20 establecimientos, donde hay 1.188 camas o cupos. De estos, 168 se ubican en la Región Metropolitana. Por otro lado, la oferta total de Eleam registrados formalmente en Chile es de 878 centros, donde casi la mitad se encuentra en la capital (429).

Según Francisco Marinovic, vicepresidente de la Asociación Gremial de Residencias para Adultos Mayores (Agram) y gerente general de Acalis -la red de Eleam más grande de Chile-, esto no sería suficiente, ya que señala que en promedio cada centro tiene 27 camas, por lo que a nivel nacional habría 23.706 cupos. “Las camas que hay no alcanzan ni siquiera para atender a un décimo de las personas en Chile que tienen alguna necesidad o dependencia. Por supuesto que el resto de la carga se la lleva la familia”, menciona Marinovic, agregando que es necesario aumentar el número de cupos para que “aquellas personas que hoy día se quedan cuidando puedan tener la posibilidad de salir a trabajar y encontrar ingresos para su familia”.

Actualmente, el 92% de los adultos mayores que ingresan a estas residencias de larga estadía presentan algún grado de dependencia -física o emocional- y el 25% se encuentra postrado. Por lo que si consideramos que a nivel nacional -según el observatorio del envejecimiento de la Universidad Católica (2022)- hay alrededor de 490 mil adultos mayores con algún grado de dependencia, entonces estamos hablando de que la oferta -tanto pública como privada- alcanzaría a cubrir menos del 5% de la población que podría necesitar de sus atenciones.

El desgaste económico

¿Cómo se financian estos Eleam? Depende de cada caso, ya que pueden ser establecimientos con o sin fines de lucro, y ser pequeñas, medianas o grandes empresas.

Según detalla Soledad Alcalde, directora ejecutiva de la Fundación Red Eleam, más del 50% de las residencias son pequeñas y medianas empresas, y alrededor del 30% de estos centros “están a punto de la cerrar o tienen la intención de hacerlo, pues la pandemia los ha golpeado tan fuerte que su punto de equilibrio financiero es absolutamente deficitario”.

En el caso de los Eleam sin fines de lucro, estos se financian cobrando hasta el 87% de la pensión de los adultos mayores, más el apoyo de donantes y concursos públicos del Senama. “Estos representan un cuarto de los Eleam, donde encontramos a Fundación Las Rosas por ejemplo, mientras que el resto son empresas con fines de lucro. Sin embargo, el 70% de estas últimas tienen un ingreso inferior al de las fundaciones”, señala el exdirector Vergara.

Diagnóstico con el que difiere Ximena Valdés, dueña de un Eleam sin fines de lucro que alberga a 40 adultos mayores, quien menciona que si bien los residentes entregan sus pensiones, estas “no son suficientes. Pagan la pensión mínima porque no tienen red de apoyo o familia que aporte más. Es decir, 300 mil pesos, pero el costo de vida es mucho más alto”. Y es que el costo de mantención de un adulto mayor, según cifras de los propios centros, significa una inversión de entre 750 y 900 mil pesos al mes.

Foco en la prevención

Marinovic señala que la diferencia entre centros de bajos y altos recursos es notoria, pero está “convencido de que este tipo de servicio y calidad se puede replicar a muchas otras experiencias que hay en el resto del país”. Es por ello que a finales de 2022, luego de mantener conversaciones con distintas redes de Eleam de diversas realidades socioeconómicas -incluyendo Agram y la Fundación Red Eleam-, decidieron iniciar una mesa de trabajo para solicitar al gobierno mayor financiamiento y administración de estos establecimientos.

“Nos pusimos a conversar sobre la realidad que tiene cada uno y nos dimos cuenta de que había muchas cosas en común y decidimos empujar este trabajo que tiene como objetivo principal mejorar la calidad del cuidado de los adultos mayores en Chile”, señala Marinovic.

Añade que existe una falta en la prevención del deterioro de la salud, en específico de una oferta de los dispositivos previos a los que el adulto mayor pueda optar antes de ingresar a un Eleam, como centros día y residencias de cuidados intermedios.

“Este tipo de residencias de cuidado es un servicio que se entiende como preventivo al final del día, ya que se preocupan de ayudar a la persona mayor cuando se baña, de darle los medicamentos cuando corresponde y así esa persona se cae menos, se enferma menos, entonces se termina gastando menos en salud de lo que normalmente se gastaría”, explica Marinovic. Agrega que “es muy importante que nos enfoquemos en el involucramiento del mundo público y privado, como se hace en Europa, ya que los fondos públicos que se dedican a este tema son muy pocos”.

“Es necesario que trabajemos de forma colaborativa tanto pública como privada, y no solamente las empresas, sino que también la academia y la sociedad civil, por conseguir que las personas que requieran de un centro de larga estadía tengan el cuidado que se requiere, ya que hay una baja oferta en relación con la demanda que existe para este tipo de servicio. Hay un desafío importante y hay que tomarlo y avanzar. Sabemos que la vejez llegó hace rato, por lo que es necesario seguir progresando para ofrecer una mejor calidad de vida”, dice Alcalde.

¿Cómo se vive en un Eleam?

En una cara de la moneda tenemos la experiencia de los Eleam de altos recursos, como Senior Suites o Acalis, que ofrecen “dos y tres ambientes para personas mayores autovalentes (...). En un moderno edificio, con calefacción por piso radiante, totalmente equipado, muy luminoso y acogedor. Áreas verdes para pasear, atención de enfermería y primeros auxilios y apoyo en la gestión de compra de medicamentos, entre otros servicios, así como la posibilidad de participar en diversos talleres, como gimnasia, cocina, yoga, manualidades, huertoterapia, bingo, juegos de mesa, canto y cine”, dice en su página web y donde los precios están sujetos a evaluación médica que establece el nivel de dependencia del residente.

Mientras que, por otro lado, se encuentran las realidad de los centros de bajos recursos que “con suerte logran cumplir con la norma en el sentido de la infraestructura, personal, capacitaciones y protocolos”, sostiene Alcalde.

“Ahora nosotros estamos con un déficit de un millón mensual. No hay aporte del Estado. El decreto 14 te pide ciertos especialistas, que las camas estén separadas por metro y medio..., pero el ministerio no te aporta dinero para construir. Es súper complicado cumplir”, relata Valdés, añadiendo que para llegar a fin de mes realizan “rifas, bingos, completadas... Sólo en pañales gastamos 15 millones al año. Todo esto lo hacemos a pura vocación”.

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