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Senda revela baja en el consumo de alcohol y drogas en universitarios, pero alerta por uso de tranquilizantes sin receta

Según el sondeo realizado por el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol a más de 28 mil estudiantes de educación superior, el 42,3% declaró haber consumido bebidas alcohólicas durante “el último mes”. La cifra es considerablemente menor a la registrado en 2021, cuando superaba el 60,8%.

La forma en que los jóvenes consumen sustancias ha cambiado. Así lo muestra el reciente estudio realizado por el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), que encuestó en línea a 28.362 estudiantes de 66 instituciones de educación superior, de las 16 regiones del país.

De acuerdo con los resultados, el consumo de alcohol y marihuana entre los jóvenes ha disminuido. Del total de participantes, el 42,3% declaró haber bebido cerveza, pisco u otras bebidas alcohólicas durante “el último mes”, un porcentaje considerablemente menor al registrado en 2021, cuando la cifra alcanzaba el 60,8%.

Lo mismo ocurre con el consumo de cannabis: el 23% de los encuestados declaró haber consumido en el transcurso “del último año”, una cifra menor a la registrada hace cuatro años, cuando el 31,6% afirmó haberlo hecho.

Con todo, Natalia Riffo, directora nacional de Senda, advierte que aunque ha bajado la frecuencia, la intensidad no lo ha hecho: “Todavía tenemos patrones de consumo que son de preocupación, que siguen siendo altos”.

Así, ejemplifica que el “43% dice haber consumido alcohol en el último mes. De ese porcentaje, el 60% se ha embriagado al menos una vez en el transcurso de ese periodo. Entonces, hay un patrón de consumo que preocupa. Por otro lado, en el caso de la marihuana, tenemos un 14% de consumo en el último mes. De esa cifra, también nos preocupa que, si bien no es un número tan alto y fue a la baja, el 6% de ese total ha consumido 10 o más días en el mes”.

Otro dato importante que revela el estudio y que preocupa es que el consumo de medicamentos sin receta médica muestra una tendencia al alza en algunos tipos. Según el estudio de Senda, el uso de tranquilizantes aumentó del 4,5%, en 2021, al 5,7%, en 2025, mientras que los estimulantes se mantuvieron estables (1,6% al 1,7%) y los analgésicos registraron una leve baja, pasando del 3,9% al 3,3%.

“Respecto de los medicamentos, en específico los tranquilizantes sin receta, creemos que pueden estar asociados a aumentos en problemáticas de salud mental, donde muchas veces las personas se automedican, y eso puede explicar este aumento”, ahonda Riffo.

Rodrigo Goycolea, docente investigador de Terapia Ocupacional de la Universidad San Sebastián, tiene la misma teoría respecto de este aumento.

“Puede reflejar cambios en la gestión del estrés y salud mental en estudiantes universitarios. Factores como la presión académica, la incertidumbre laboral y social, y el aislamiento pueden llevar a buscar alivio mediante psicofármacos accesibles sin supervisión médica, un fenómeno que, aunque disminuye el uso de sustancias recreativas, genera riesgos de dependencia y efectos adversos por falta de control profesional”, explica el especialista.

Por otro lado, apunta que la disminución en el consumo de alcohol y drogas “puede explicarse en parte por un mayor conocimiento sobre los riesgos asociados al consumo de estas sustancias, campañas de prevención más efectivas y una mayor regulación y control del acceso a alcohol y marihuana en espacios universitarios y sociales".​

Y es que no solo la cannabis baja. El uso de otras drogas sintéticas también muestra una disminución respecto de 2021. Según los datos del estudio, el consumo pasó del 3,3% al 0,8%, mientras que el éxtasis o MDMA bajó del 2,9% al 1,7%. En tanto, el uso de tusi y la ketamina disminuyó del 2,8% al 2,2%.

En tal sentido, Chile no es un caso aislado. Hace unos meses, en un artículo de opinión de The Wall Street Journal, se consultó a distintos jóvenes estadounidenses cuáles eran los motivos por los que creen que está ocurriendo esta baja en la generación Z (nacidos aproximadamente entre 1997 y 2010).

Las respuestas fueron variadas y tocaron temas como la salud de las personas, la soledad, las pocas reuniones para juntarse a beber y el cambio hacia otras drogas, entre otros motivos.

La directora del organismo nacional recalca que “estamos hablando de una población de estudiantes que, en muchos casos, recién cumple los 18 años, y en general cualquier consumo es de riesgo cuando se trata de personas más jóvenes, menores de 18 o incluso de 21 años. Hay que ir instalando culturas más saludables que hagan incompatible el uso de sustancias”.

En ese contexto, cuenta que realizan comunicaciones de riesgo respecto de las consecuencias y peligrosidad de algunos tipos de sustancias, pero principalmente buscan trabajar en conjunto con los estamentos y la comunidad educativa en programas de prevención. “La idea es ir estableciendo culturas más preventivas que permitan mantener o bajar estas prevalencias que estamos observando”, advierte Riffo.

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