Opinión

Carta abierta a Gonzalo Winter y Taylor Swift

JAVIER SALVO/ATON CHILE

Me apareció en redes sociales un video del candidato Gonzalo Winter llamando a condonar el CAE, apuntando al drama que significa para muchos de sus deudores el no encontrar un trabajo a la altura de sus expectativas y verse, además, excluidos del sistema financiero. Dice que se trata de jóvenes “de algún modo estafados”. Sin embargo, el Frente Amplio, donde Winter milita, parece querer profundizar esa estafa, además de profitar políticamente de ella. Veamos por qué.

El presupuesto fiscal para financiar la gratuidad el año 2025 fue de US$ 2.442 millones. El CAE, en tanto, según aclaró Mario Marcel, le está costando al Estado alrededor de US$ 1.000 millones anuales. Los errores cometidos en la proyección del costo de estos proyectos, según alertó el exdirector de Presupuestos Matías Acevedo, ya han abultado la deuda pública en cerca de US$ 11.400 millones (3,2% del PIB), y proyecta que para el 2030 este monto ascienda a US$ 21.200 millones (5,5% del PIB).

El gobierno de Gabriel Boric ha presentado un proyecto para enfrentar la crisis de financiamiento que incluye dos propuestas: condonar o reprogramar el CAE a los estudiantes endeudados que presentan problemas para cumplir con sus compromisos, por un lado, y crear un nuevo sistema de financiamiento de la educación superior llamado Fondo de Educación Superior (FES), por otro. Este nuevo sistema obliga a los egresados a pagar al Fisco, durante 20 años, entre un 2% y un 8% de todos sus ingresos formales. Es, básicamente, un impuesto a los graduados. Este proyecto costaría US$ 15 mil millones al Estado, bajo el supuesto de que todos paguen, los ingresos de todos los egresados crezcan progresivamente y sus trabajos no sean informales.

El FES, además, revienta a las universidades de buena calidad que se suscribieron a la gratuidad o que dependen del CAE, pues elimina el aporte de los deciles 7 al 9 (familias con un ingreso per cápita de entre $ 398.000 y $ 1.516.000 pesos), así como las becas de arancel vinculadas al mérito académico. Esto deja a dichas universidades a merced del gobierno de turno, las desfinancia y las obliga a bajar su calidad. Sólo las privadas de élite, en el mejor escenario, flotarían. Se trata, en suma, de otra quitada de patines, pero a nivel universitario.

Sin embargo, el mayor problema es otro: estamos quemando plata y vidas. El reclamo de Winter sobre los “jóvenes estafados”, tomado en serio, enciende una luz roja respecto a lo que estamos financiando. Luz que enrojece más cuando se ven los datos sobre analfabetismo funcional en Chile: un 80% de los egresados de la educación media no entiende bien lo que lee ni maneja aritmética básica. En otras palabras, un 20% está en condiciones habilitantes para los estudios superiores, pero casi un 40% accede a ellos. Y, como guinda de la torta, muchas de las carreras existentes tienen una relación precaria o difícil con el mundo laboral, incluso si quienes las estudian entienden lo que leen. El resultado de este panorama desolador lo recoge el último informe de la Fiscalía Nacional Económica: estima que un 35% de las carreras de educación superior impartidas en Chile tienen retornos negativos (la persona estaría económicamente mejor si no la hubiera estudiado), y que esas carreras concentran un 40% de la matrícula.

Si la FNE tiene razón, entre US$ 1.000 y US$ 1.400 millones invertidos en educación superior este año habrían financiado dañar la vida de algún estudiante. ¿Cómo va a tener sentido algo así? ¿Y cómo es posible que el mismo sector político que promueve este desastre ponga, al mismo tiempo, el grito en el cielo cuando un candidato de derecha plantea gastar US$ 300 millones para expulsar a todos los migrantes ilegales? Con lo que se pierde cada año en sueños de cartón podríamos expulsar a los ilegales en el jet de Taylor Swift y, todavía, sería más racional y rentable.

¿Por qué no decirles toda la verdad a tus electores, Gonzalo? ¿Será porque el modelo de negocios del Frente Amplio se basa en el ofertón universitario para las clases medias, sin importar el resultado? “Privatizan las ganancias y socializan los costos”, rezaba uno de tus eslóganes acusatorios favoritos.

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