Columna de Constanza Schonhaut: Un paso adelante

(AP Photo/Luis Hidalgo)


Por Constanza Schönhaut, abogada y ex convencional constituyente

La Convención Constitucional ha terminado y la única protagonista debe ser la propuesta de nueva Constitución. Un texto que llega en tiempo y forma luego de un proceso paritario, democrático, participativo, transparente y de acuerdos que fueron más allá de los ⅔ exigidos para cada una de las normas. Que debe evaluarse desde su capacidad de abrir caminos institucionales a la salida de la crisis que nos trajo aquí.

Se trata de un texto que logra recoger la tradición democrática chilena, que transita desde el Estado subsidiario hacia un Estado social, que se pone al frente en materia ecológica y de igualdad de género, y amplía el marco de reconocimiento de la diversidad que constituye al pueblo de Chile. Que propone una descentralización efectiva con el Estado regional, garantiza derechos sociales desde el fortalecimiento de lo público, entrega herramientas para enfrentar la crisis climática y ecológica, redistribuye poder con una democracia paritaria y visibiliza como sujetos de derechos a grupos sociales excluidos hasta ahora de la política.

¿Es la solución a todos nuestros problemas? De ninguna manera, pero es un avance en la dirección correcta, con cambios importantes que ayudarán a mejorar la vida de las personas y profundizar la democracia. ¿Es perfectible, modificable? Por cierto, eso lo definirán las mayorías democráticas de nuestros órganos de representación popular, porque no es intocable o infalible. ¿Es la casa de todos y todas? Es un texto que puede ser el piso de un país más unido, en cuanto propone nuevas respuestas a las causas de la crisis social y política, a las demandas sociales de las últimas décadas.

Venimos transitando inevitablemente un proceso de cambios que no empieza ni termina con la nueva Constitución, pero en el que ésta contribuye a institucionalizar su camino. De aprobarse el texto propuesto, nos permitiremos entrar a una nueva fase, donde corresponderá implementar, evaluar y remodelar; donde las instituciones del Estado y la sociedad organizada serán quienes encaucen los lineamientos constitucionales con la progresividad y urgencia que exija el pueblo de Chile.

El 4 de septiembre decidimos no solo con qué Constitución nos quedamos, sino también en qué etapa de la crisis nos quedamos, si avanzamos o nos estancamos. Se trata de definir cuál de las dos será el piso institucional desde el que construiremos los próximos años de nuestro país. Dotarnos de una nueva Constitución es avanzar, darnos un nuevo punto de partida, hacernos de una caja de herramientas que contribuya a recomponer la sociedad y la confianza. La alternativa, nos vuelve a dejar en la cancha de las promesas incumplidas, los cheques en blanco, los cerrojos y vetos conocidos, y la inevitable incertidumbre.

Miremos hacia el futuro con un texto razonable, transformador y viable, y demos un paso adelante.

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