Columna de Jorge Gómez: Cómplices, a mucha honra

AGENCIAUNO


El presidente del Partido Comunista, Lautaro Carmona, en un programa en radio Cooperativa dijo jhace unos días que no califica como dictadura al régimen chavista liderado por Nicolás Maduro en Venezuela. Esto bajo la vieja excusa comunista de reivindicar la existencia de los procesos de cada pueblo.

No es primera vez que el Partido Comunista chileno valida el autoritarismo y las dictaduras rojas bajo la excusa de la autodeterminación de los pueblos. Lo hizo muchos años atrás cuando los tanques soviéticos invadieron Praga. Luis Corvalán, en ese entonces, también apeló a que los tanques soviéticos estaban defendiendo la libre determinación de los checoslovacos, por lo que calificó la intervención como “fraternal”.

Venezuela es una dictadura cada vez más parecida a la cubana. Venezuela no es una democracia en crisis como gustan decir los comunistas y frente amplistas chilenos. Como plantea Moisés Naim: «Bajo el mando de Hugo Chávez y de su sucesor, Nicolás Maduro, el país ha sufrido una mezcla tóxica de políticas públicas devastadoras, autoritarismo y corrupción a gran escala. Todo esto bajo una influencia cubana tan amplia y profunda que, en la práctica, luce como una ocupación».

Lo que hoy Michelle Bachelet, junto a otras ex autoridades de distintos países, denuncia como una tendencia dictatorial, se consolidó hace años, en los tiempos en que Hugo Chávez era venerado como líder de la izquierda latinoamericana. En 2005, el periodista argentino Andrés Oppenheimer advertía en ese entonces: «si Chávez hace la mitad de lo que dice, su reestructuración de las fuerzas armadas -y su distribución de armas a civiles- será una traba formidable a la democracia en Venezuela, no importa cuánto tiempo esté Chávez en el poder, ni quién lo suceda».

La deplorable situación humanitaria en Venezuela, marcada por la miseria, el hambre, la corrupción y el crimen, generando un éxodo de millones de personas, es conocida desde hace años. Actualmente, el sitio Insight Crime define a Venezuela como un régimen híbrido donde se combinan la gobernanza y la criminalidad. Sin embargo, los comunistas chilenos han negado todo eso o le han tratado de bajar el perfil. Daniel Jadue, por ejemplo, en 2018 negó que hubiera hambre en Venezuela. Eso, aunque todas las encuestas ENCOVI y las realizadas por entidades internacionales como Cáritas y la FAO, indicaban que el militante comunista mentía.

Después de negar el hambre, los comunistas han acusado que la crisis de hambre y pobreza es culpa de las sanciones impuestas por Estados Unidos en 2014 respecto a determinados líderes del régimen chavista. Rara explicación causal considerando que ya en 2013, Venezuela tenía la tercera inflación más alta del mundo y niveles de desabastecimiento propios de un país en guerra. Todo por causa de las medidas socialistas aplicadas por Chávez.

En 2019, el informe de Michelle Bachelet como Alta Comisionada para los Derechos Humanos consignaba que en Venezuela se habían cometido 5.287 ejecuciones extrajudiciales por parte del régimen socialista venezolano. Como era de esperar, el Partido Comunista chileno acuso parcialidad. En 2022, Daniel Jadue alabó a los militares chavistas y dijo tener “mucha alegría de ver la resistencia del chavismo”.

Así, todas las denuncias contra el chavismo, primero contra Chávez y ahora contra Maduro, son tachadas de mentiras imperialistas por los comunistas chilenos. Tampoco les creen a los opositores al chavismo. Lo dejó muy claro Lautaro Carmona, ellos van a defender la soberanía de las oligarquías chavistas, no la del pueblo venezolano.

Por Jorge Gómez Arismendi, investigador de la FPP.

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