Columna Sebastián Izquierdo: Promesas falsas, el verdadero pesar de los chilenos
A pesar de que algunos intenten restarle importancia, como el mismo ministro de Hacienda, hay mucho más en juego que sólo la forma de gobernar con pilotos. Se está arriesgando la visión de una comunidad basada en valores y la capacidad de la clase política gobernante para convertir las necesidades en soluciones tangibles y efectivas.
El millonario desembolso de recursos públicos en el plan piloto de venta de gas ha causado un gran revuelo. A todas luces, resulta inexplicable destinar $ 591 millones para adquirir 6 mil cilindros de gas, a un costo unitario de $ 117 mil, cuando el precio en el mercado es significativamente menor. Este escándalo no es más que el resultado de una larga historia de negligencias y oportunismo. Todo comenzó con las advertencias de octubre del 2021 de la Fiscalía Nacional Económica (FNE) sobre la necesidad de implementar cambios regulatorios y legales para fomentar la competencia. Sin embargo, en lugar de abordar este problema con seriedad y fundamentos técnicos, se optó por el aprovechamiento político, primando el ganar votos en vez de un trabajo bien hecho.
La carga financiera que representa la compra de balones de gas para los hogares es abrumadora. Según la FNE en 2021 ésta representó aproximadamente una quinta parte del gasto total en servicios básicos, lo cual impacta directamente en el presupuesto del 80% de las familias. Ante esta realidad, cerca de 150 alcaldes se propusieron, siguiendo el desafortunado ejemplo de las farmacias populares, involucrarse en la venta y distribución de gas. Tras esto, la Contraloría emitió un informe categórico que dejó en claro que el marco normativo no les permite llevar a cabo esta actividad, frustrando así sus buenas intenciones. Para lograrlo se requería un cambio legal. Rápidamente, el entonces candidato Gabriel Boric recogió la propuesta y la hizo una de sus promesas, la cual “concretó” hace un año, durante su primera Cuenta Pública. ¿La idea? Que ENAP se convirtiera en proveedor de gas a precios por debajo del promedio nacional, para permitir que 100 mil familias accedieran, en el año 2022, a cilindros de gas a un “precio justo”. Este anuncio impulsó a ENAP a establecer una red de distribución para la cual no estaban preparados.
En un llamativo evento en Chiguayante, los entonces ministros de la Segpres, Giorgio Jackson, y de Energía, Claudio Huepe, participaron entusiasmados en la entrega del primer cilindro fucsia, luciendo gorros del mismo color. En una irónica coincidencia, unos días después, el titular de la Segpres hizo referencia a las diferencias morales entre su gobierno y las administraciones anteriores, mientras en el fondo se mostraba un calendario con el propio ministro sosteniendo uno de los coloridos balones. Si algo tuvo esta iniciativa, fue marketing. Todo esto ocurrió ad portas del plebiscito constitucional, donde se acuñó el concepto de “precio justo” para valorar las compensaciones de los bienes privados expropiados por el Estado. Pues esto formaba parte de un plan más amplio.
Los resultados del plebiscito y del piloto ya son conocidos. A pesar de que algunos intenten restarles importancia, como el mismo ministro de Hacienda, hay mucho más en juego que sólo la forma de gobernar con pilotos. Se está arriesgando la visión de una comunidad basada en valores y la capacidad de la clase política gobernante para convertir las necesidades en soluciones tangibles y efectivas. Chile merece más que discursos vacíos y pilotos sin sentido; merece resultados palpables. Eso es lo que tiene cansados a los chilenos.
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