SEÑOR DIRECTOR:
Chile tiene una tremenda oportunidad luego del bochornoso censo de la década pasada. Tras el anuncio gubernamental de postergar la gran encuesta nacional para el primer semestre de 2024, el país puede recuperar su tradición de levantar la data correcta, que nos permita caracterizar, casi como una fotografía, la realidad de nuestra sociedad.
La semana pasada viví la experiencia del censo argentino. Por primera vez en sus 11 ediciones, la digitalización del formulario permitió que más de 23 millones de personas respondieran anticipadamente, facilitando que en 24 horas se entregase la cantidad total de la población.
Pero esta edición guardó otra particularidad: la caracterización de la población LGBTI, oportunidad que los responsables del censo chileno deberían mirar como ejemplo para avanzar hacia un total reconocimiento de quienes habitan el territorio. De manera inédita, el censo trasandino abría el cuestionario preguntando por el “sexo asignado al nacer” del encuestado, sumando una tercera opción: a las alternativas “varón/masculino” y “mujer/femenino”, se incluyó “ninguna de las anteriores”, con el fin de relevar a quienes se autoperciban como no binarios. El 0,12% de la población argentina, unas 56.800 personas, marcaron esa casilla.
Pero la oportunidad de saber quiénes habitan el territorio argentino no terminó ahí, sino también al preguntar por la identidad de género de la persona, data que se conocerá en 90 días.
El tiempo extra solicitado por el gobierno de Boric para, esperamos, levantar un mejor censo, es la oportunidad para perfeccionar el instrumento y por fin caracterizar la sociedad diversa y plural en la cual nos hemos convertido, incluyendo de una vez a las personas LGBTI.
Emilio Maldonado Q.
Fundador de Pride Connection
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