Tribus de madres: Lo bueno de criar juntas




Lo decía Aristóteles antes de la era común: “El ser humano es un ser social por naturaleza, el que no necesita nada para su propia suficiencia no es miembro de la sociedad, sino una bestia o un dios”. Necesitamos de otros para sobrevivir, desde que nacemos y en las distintas etapas de la vida. Y la crianza, obviamente no es la excepción.

Así lo hicieron por décadas nuestras antecesoras, en tiempos en que las mujeres más viejas transmitían a las primerizas sus experiencias, brindando apoyo y sostén. En la historia de la humanidad las madres nunca criaron solas a sus hijos, esa es una costumbre que se instaló con la incorporación de la mujer en el mercado laboral en la primera mitad del siglo XX y que con el paso del tiempo comenzó a normalizarse. Incluso a exacerbarse. “El grave problema de la maternidad actualmente, en esta sociedad en particular, es la soledad en que se lleva a cabo. Las redes de apoyo como hermanas, amigas, madres, e incluso la pareja, están trabajando, lo que significa que la mujer puérpera se aísla con su recién nacido. Esa soledad es enemiga de la maternidad, le hace mucho daño. Criar a solas implica que la crianza es coja”, dice la psicóloga clínica Leslie Power.

En este contexto, salir al encuentro de otras mamás, escuchar sus experiencias o simplemente compartir con mujeres que están transitando las mismas vivencias, que pueden compartir sus alegrías, pero también sus dudas, temores y tristezas, brinda un marco de sostén emocional importante. Y en tiempos de pandemia, confinamiento y soledad, esto se hace mucho más relevante.

Lo sabe la periodista Francisca Quezada (34), quien desde hace más de un año es parte de la comunidad que creó supermadre.net sitio web con contenido de interés para todos quienes tienen niñas y niños cerca y que es elaborado en gran parte por mujeres madres que escriben desde su profesión o su propia experiencia en la maternidad. “Empezamos creando un grupo de WhatsApp para coordinar los temas que cada una aportaría al sitio y eso se terminó convirtiendo en una verdadera tribu que se ha transformado en un grupo donde todas compartimos nuestras alegrías, frustraciones, dudas, desahogos, reflexiones y penas. Ahí nos damos ánimo, sobre todo en estos tiempos en que muchas de las integrantes están trabajando en el sistema de salud y han vivido tiempos muy duros. Sin conocernos físicamente, se ha generado mucha confianza entre nosotras, al punto de que muchas comparten cosas muy íntimas. Estamos tan afiatadas que incluso me atrevo a decir que en ocasiones me he sentido más cómoda compartiendo mis dudas, temores y reflexiones sobre maternidad en este grupo virtual, que con mis propias amigas”, reflexiona.

Hasta ahora –dice– les ha costado un mundo coordinar un encuentro para conocerse en persona, sobre todo porque hay mamás que viven en regiones. “Ahora armamos una reunión por Zoom. Lo pasamos muy bien, nos reímos, conversamos y reflexionamos. Pero principalmente me ayudan a no sentirme sola en esta tarea tan difícil que es la maternidad. Creo que compartir con otras mujeres permite bajar la carga mental, saber que no estás sola en esto”.

Juntas nos cuidamos, juntas nos apoyamos

Ya sabemos que el recién nacido no es capaz de satisfacer sus necesidades solo. Y no se trata únicamente de sus necesidades fisiológicas básicas como comer y estar calentito, sino también de sus emociones, pero ¿qué ocurre con la madre? “Diversas investigaciones han demostrado que el ser humano -incluso en la etapa adulta- puede regular el estrés por momentos solo, pero por lo general lo regula en compañía de otros”, explica Leslie. Quien además hace la siguiente pregunta: “En el caso de una mujer recién parida o con niños pequeños en edad de fuerte demanda, que está satisfaciendo las necesidades de sus hijos las 24 horas, ¿quién se preocupa de satisfacer las necesidades de esa madre?”. Muchas veces la respuesta es nadie.

El periodo de crianza es un momento de alta exigencia para las mamás. La psicóloga infanto juvenil y femenina Varinia Signorelli, cuenta que muchas veces le llegan comentarios de mujeres, a veces a modo de descarga solamente y otras veces buscando respuestas. “Lo que he visto es que lo que caracteriza la maternidad de nuestros tiempos, no solo por la pandemia, es una maternidad super solitaria. Y esto se nota porque las mujeres sienten que lo que viven les pasa solo a ellas. Si esa mujer estuviera en contacto con otras mujeres que están viviendo el mismo proceso de crianza, sabrían que la otra vive lo mismo. Y eso genera calma, porque te das cuenta que no es un problema sino que es parte de la maternidad”, explica.

Y también –agrega– nos ha jugado en contra la idea de la maternidad idealizada. “Se nos ha dicho que es la meta en la vida de una mujer, que todas tenemos el instinto maternal, que se trata de algo maravilloso que viene a llenar nuestra vida, pero la realidad es que con frecuencia nos abruma y eso es parte de la maternidad. Si no compartimos esas vivencias nos estresamos, nos angustiamos y sentimos culpa”.

Lo más grave de esta situación es que una madre insatisfecha no puede, a su vez, satisfacer las necesidades de su hija o hijo, y se crea un círculo vicioso que trae grandes perjuicios para ambos. La médico y máster en neurociencia, Claudia Lara, explica que “el cerebro de los niños crece en función de la conexión que existe entre ellos y su cuidador principal, que por lo general es la madre. Existe en ellos un tipo de neuronas que se conocen como ‘neuronas espejo’, que copian la información de esta persona y, por ende, si una madre se encuentra sola o angustiada, o incluso con una depresión posparto, lo que ocurre es que los niños sienten esa misma sensación de angustia y soledad”.

Pensando en esto también la Asamblea Feminista Barrio Brasil ha organizado una serie de actividades para apoyarse y hacer comunidad durante este tiempo de crisis. Bajo el slogan Juntas nos cuidamos, juntas nos apoyamos, están juntando insumos para apoyar a un grupo de vecinas del sector –muchas de ellas madres– que necesitan alimentos no perecibles, pañales y ropa en buen estado para niñas y niños. “Para las mujeres la vida es compleja en tiempos normales, mucho más en esta pandemia. Y si algo hemos aprendido a través del movimiento feminista, es que unidas podemos lograr muchas cosas. Este es el momento de apoyarnos entre mujeres y madres”, dice una de las participantes.

En muchas civilizaciones se destaca el rol de la tribu que acompaña a la familia en el período de crianza. El rol esencial de un buen acompañamiento es cuidar a quien cuida. “Eso no significa solamente apoyarse en las tareas, significa también contar con otras mujeres que atiendan las necesidades emocionales de la madre, que la contengan, que no la juzguen. Un espacio seguro que le de la calma necesaria para seguir cuidando”, agrega Varinia.

Cuando se generan estas instancias lo que le ocurre a las madres es que bajan sus niveles de cortisol. “Esta hormona, conocida como la del estrés, es muy tóxica y daña las conexiones neuronales, especialmente aquellas que tienen que ver con el autocontrol. Al sentirse acogidas por otras mujeres esta hormona disminuye y, por el efecto ‘espejo’ los niños también la disminuyen”, explica la máster en neurociencia Claudia Lara.

Existe entonces una necesidad real de vincularnos con otras mujeres y también un gesto de valentía y generosidad en aquellas madres que son capaces de decir que no se la pueden solas, y es importante que en ese momento encuentren la contención y las respuestas para seguir adelante. Proteger, contener y apoyar a una madre es proteger y potenciar a los niños.

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