Director general del Banco de Pagos Internacionales: "Estamos cerca de un límite de lo prudente para seguir insistiendo en reactivar la economía a través de política monetaria"

AGUSTIN CARTENS
AGUSTIN CARTENS, DIRECTOR DEL BANCO INTERNACIONAL FOTO: JUAN FARIAS. LA TERCERA

Agustín Carstens indicó que las políticas fiscales tienen que tomar un rol más relevante para reacelerar la actividad. El economista destacó la nueva Ley General de Bancos de Chile y no ve problemas en los niveles de capital que se busca exigir a la banca.


Es tiempo que la política fiscal haga una contribución mayor al crecimiento económico.

Ese es uno de los principales mensajes del director general del Banco de Pagos Internacionales (BIS), Agustín Carstens, quien afirmó que hay que buscar herramientas para acompañar los esfuerzos de las autoridades monetarias, a las que les queda poco espacio para seguir bajando tasas.

El timonel de la entidad -que estuvo en Chile invitado por el Banco Central- destacó también la implementación del Basilea III en Chile y la nueva Ley General de Bancos, a la vez que descarta las críticas de algunos bancos en Chile, que indican que los niveles de capital exigidos son muy altos.

¿Cuál es su evaluación del escenario económico actual en un período de desaceleración?

-Hay un entorno complejo, la economía mundial se ha venido desacelerando, hay algunos datos buenos, pero hay ciertos aspectos que son difíciles de leer. En muchos países avanzados, y de manera más destacada en Estados Unidos, tenemos una situación en la cual la inflación es baja, el desempleo es muy bajo, la actividad económica también es baja y las expectativas inflacionarias no han subido. Eso ha puesto a la política monetaria en una tendencia hacia bajar tasa de interés, pero, por otro lado, también existe el peligro de que si se sigue bajando la tasa, eso no ayudará al crecimiento económico y más que nada podría generar desequilibrios financieros. Ante esta situación de bajo crecimiento mundial que no se ve que se esté recuperando, el tema fundamental es qué instrumentos hay para que la economía mundial repunte.

¿Se le están acabando las balas a los bancos centrales? ¿Qué más se puede hacer?

-Realmente estamos cerca de un límite de lo prudente para seguir insistiendo en reactivar la economía a través de política monetaria. Lo urgente más bien viene del lado de buscar un mejor acompañamiento de otros instrumentos de política, de manera sobresaliente la política fiscal, además de hacer reformas estructurales. También ayudaría mucho que se resolviera el tema de la guerra comercial que Estados Unidos desató.

¿Políticas fiscales más expansivas?

-Lo que es recomendable es que se haga en países que tengan espacio fiscal, definiéndolo como la posibilidad de expandir o aumentar el déficit sin caer en situaciones de insostenibilidad de la deuda pública. Hay países que tienen espacio fiscal y que podrían incrementar el gasto, bajar impuestos, para buscar reactivar la economía. Además, hay espacio adicional que se ha creado, aunque hay que tratarlo con mucho cuidado, por el hecho de que las tasas de interés están muy bajas, lo que facilita que pueda haber un mayor endeudamiento en el margen con costos marginales bajos para el erario público. También hay que buscar gasto que tenga un alto multiplicador, es decir, buscar la composición de ajuste fiscal que tenga mayor impacto sobre el crecimiento y eso depende de cada país, pero típicamente los proyectos de infraestructura tienen un multiplicador alto.

¿Hoy es más prioritario la expansión económica que el nivel de déficit fiscal?

-Yo no lo expresaría de esa manera tan amplia, lo expresaría de una manera condicionada a aquellos países que tienen espacio fiscal, queriendo decir con ello, de manera muy estricta, que aquellos países que no entrarían en un problema de sostenibilidad de la deuda deberían utilizar ese espacio. Otra cosa que es importante también en países que no tienen espacio fiscal, es que sí deberían buscar una recomposición del gasto hacia áreas que puedan tener un mayor multiplicador en términos de actividad económica.

¿Qué opina del presupuesto 2020 de Chile, que crece 3%, su menor nivel en 17 años?

-Veo que son cifras prudentes, responsables. Ese tipo de gasto y ese monto podría tener un buen impacto sobre la actividad económica.

¿Ve más políticas cuantitativas por parte de los bancos centrales?

-Lo ideal es que los bancos centrales hagan la totalidad o el cúmulo más importante de sus acciones de política monetaria a través de la política de tasas. Que tengan que ir hacia ajustes cuantitativos, incluyendo créditos a la banca, más que nada está asociado con el hecho de que se ha agotado el espacio al estar las tasas de interés en cero o negativas. Ese no es el caso de Chile y no es el caso de prácticamente ninguna de las economías emergentes, pero para aquellos bancos centrales que sí están en territorio negativo o muy cercano al negativo, sí tienen que ampliar la caja de herramientas que tienen y usarla de manera muy juiciosa.

¿Qué riesgos ve en un escenario prolongado de tasas de interés bajas?

-Aumenta la probabilidad de que surjan burbujas en precios de activos, es decir, que los precios de activos estén inflados y se aparten de los fundamentos. Un tema que llama mucho la atención es que un cuarto de todos los bonos emitidos en el mundo tiene tasas de interés negativas, y en muchos países, en particular en Europa, toda la curva de rendimiento de los títulos emitidos de los gobiernos soberanos está en terreno negativo; eso no es normal. Si bien hay algunos elementos que se esgrimen como justificación, creo que hay que tomarlo con un poco de prudencia y estar muy al pendiente es de que eso no represente una vulnerabilidad para la salud del sistema financiero.

¿Qué tan preparados están los bancos centrales y regulación para este escenario?

-En el tema de la regulación se ha hecho muy buen trabajo, a través de las reformas al sistema financiero y ahí el proceso de Basilea -que contiene como centro al BIS-, ha sido muy exitoso. En ese sentido, veo con mucho entusiasmo las reformas al sistema financiero que está llevando Chile, que está alineando el marco regulatorio a los mejores estándares internacionales.

Entonces, ¿tiene buena evaluación de la ley general de bancos que se discute en el Congreso?

-Sí, una muy buena valoración.

Porque ha habido críticas, especialmente de los bancos grandes, por el nivel de capital que se les exige…

-Lo que se hace en el proceso de Basilea III es establecer estándares mínimos y después hay discrecionalidad para las autoridades nacionales para ajustarla a la realidad del país. Hay países donde puede haber más o menos vulnerabilidades y esos ajustes se tienen que dar. No veo un problema en el camino que están tomando las autoridades en Chile.

¿Impacta esta nueva regulación en las ganancias de los bancos?

-Con las reformas que se han hecho, los bancos terminan siendo más sólidos y eso es positivo para los bancos, ya que tienen que ser percibidos por la sociedad como intermediarios financieros sanos. El principal elemento de una organización bancaria es que la gente tenga confianza en ella. Por otro lado, se buscó el justo medio en el sentido de que se mejorara sustancialmente la resiliencia de los bancos sin que tuviera un impacto severo sobre la capacidad de apoyar el crecimiento económico y su propia rentabilidad. Difícilmente se puede decir que la regulación está atentando contra la rentabilidad de los bancos.

¿Cómo está viendo la política cambiaria en América Latina? ¿Ha perdido fuerza la flotación?

-Bajo condiciones normales, con una política monetaria creíble, la flotación debería funcionar por sí misma y las intervenciones no deberían ser frecuentes. Mientras más nos acercamos a una flotación pura sería mejor, y eso con el supuesto también de que haya flujo de capitales normales, que sean estables, que sean incluso predecibles. Sin embargo, hoy nos encontramos en una situación donde las condiciones de liquidez del sistema financiero internacional son muy anormales y esa abundancia de liquidez ha llevado a flujos que se canalizan a países en que, en ausencia de ese exceso de liquidez, esos flujos no se darían, por lo que esos flujos pueden revertirse de manera muy rápida. Hay algunas economías emergentes que podrían verse comprometidas si no tienen instrumentos para enfrentar esa reversión de capital. Yo pongo a Chile entre los países que tienen una mayor fortaleza y, por lo tanto, es adecuado que no haya utilizado las intervenciones, pero hay muchos países que tienen más vulnerabilidades y que sí sería importante que estuvieran pensando en esas dimensiones.

¿Cómo ve el 2020? ¿Habrá una recesión como lo plantean algunos economistas?

-El tema fundamental es el impacto de la guerra comercial, esas políticas comerciales han sido sumamente adversas. Dicha guerra genera un impacto directo sobre los países que ven afectados su comercio, pero también tienen un impacto indirecto muy importante, ya que al dificultar que se tenga claridad sobre el desempeño económico, y sobre todo sobre los negocios, ha habido muchos proyectos de inversión que se han pospuesto. Tenemos circunstancias donde países que son altamente exportadores tienen caídas en sus exportaciones, los precios de mercancías básicas han bajado, incluso países que tradicionalmente habían sido muy fuertes, como Alemania, han entrado en un proceso de crecimiento bajo, incluso negativo. Entonces, sí existe esa nube de preocupación, creo que sería anticipado pronosticar una recesión a nivel global, pero sin duda no será un crecimiento vigoroso el próximo año.

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