El aumento de la carga financiera de las empresas comienza a inquietar al mercado

Barrio financiero en la Región Metropolitana. Foto: Andres Perez

Bajo distintos parámetros, el porcentaje de ingresos que las compañías deben destinar a pagar intereses y amortizaciones de sus créditos muestra un incremento en relación al escenario prepandemia, lo que limita sus capacidades de crecer e invertir. Las altas tasas de interés y el deterioro de las ventas explican en gran medida el escenario que afecta principalmente a los sectores de la construcción, comercio y manufactura. Según las estadísticas del Banco Central, el porcentaje de las ventas que las empresas destinan a sus gastos financieros ascendía en diciembre al 12% de sus ventas. En 2019 era el 9%.


No sólo la situación financiera de los hogares chilenos evidenciada por el último Informe de Estabilidad Financiera (IEF) despierta la inquietud en el mercado local. Tras la lenta salida de la crisis gatillada por la pandemia, las empresas también están viviendo un apretado escenario de ventas y deudas que complican su situación en el mediano plazo.

“Las empresas están saliendo de la pandemia con más deuda, con una carga financiera más pesada y con perspectivas de crecimiento en sus ventas mucho más modestas. La trilogía de mayor deuda, tasas de interés altas y menores ingresos, sumado a mayores costos laborales, es muy desafiante para las empresas, especialmente las pequeñas y medianas”, afirma el académico de la Universidad de los Andes y exvicepresidente del Banco Central, Sebastián Claro, uno de los primeros economistas en poner el acento en este problema.

Sebastián Claro, economista y académico y exvicepresidente del Banco Central.

Según las estadísticas incluidas en el IEF del primer semestre de este año del Banco Central, las empresas destinaron al cierre de 2022 un 12% de sus ventas mensuales al pago de intereses y amortizaciones, lo que es superior al 9% de carga financiera registrada en diciembre de 2019. Asimismo, la razón deuda sobre ventas pasó de 0,43% en 2019 a 0,65% al cierre del año pasado. “La carga financiera sobre ventas se mantiene por sobre lo registrado durante el período previo a la pandemia, en particular entre empresas pyme, y en los sectores comercio, construcción y manufactura. Esto es reflejo del mayor uso de financiamiento de menores plazos entre empresas, lo que representa una vulnerabilidad en un ambiente de mayores tasas de interés. Cabe destacar que la situación financiera también se ha mantenido estrecha por la lenta recuperación de los márgenes operacionales -ingreso por venta de productos menos gasto por compra de insumos- en particular entre las empresas de menor tamaño”, sostuvo el análisis del Banco Central.

En el mismo reporte, el instituto emisor reveló también que la posición financiera de los hogares se deterioró con una significativa reducción del ahorro. “La situación financiera de las personas de menores ingresos se ha vuelto más estrecha, con una mayor carga financiera producto del mayor uso de líneas y tarjetas de crédito, en un contexto de mayores tasas”, concluyó el informe del organismo monetario.

Los estados financieros reportados por las sociedades anónimas a la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) también revelan un apretado escenario para las grandes empresas, no solo en sus pasivos, sino también en su costo financiero y razón de endeudamiento. A marzo de este año, con una muestra de 300 empresas, las empresas contabilizan un costo financiero de US$ 2.879 millones, lo más alto desde 2018.

Apretado escenario

Mientras algunos analistas del mercado creen que la estrecha situación de las empresas en materia de carga financiera es una evolución normal, dado el ciclo de altas tasas de interés en la economía, otros estiman que tiene algunas características similares a las evidenciadas tras la crisis asiática de fines de los 90, en que las tasas de interés subieron a niveles récord.

Con el objetivo del frenar una inflación desbordada producto de la “fiesta de consumo” de 2021 en el país y los efectos en los precios locales de la guerra en Ucrania, el Banco Central de Chile ha mantenido la tasa de interés en 11,25% desde octubre del año pasado, en el marco de una persistente y progresivo ajuste monetario.

Para Sergio Lehmann, economista jefe del BCI, el aumento de las tasas de interés ha influido radicalmente en el estrés que viven las empresas y recuerda que hay muchas compañías que han tenido que refinanciarse en el último tiempo para satisfacer sus necesidades de capital.

“Hoy el servicio de deuda es más pesado y eso tiene que ver fundamentalmente con tasas de interés más altas que les pegan especialmente a empresas más pequeñas, las que tienen que hacer un refinanciamiento a plazos más cortos y a tasas más altas”, dice el economista, quien afirma que los sectores más “apretados” son el inmobiliario y el comercio.

Lehmann precisa que también ha influido el aumento de los costos laborales y alerta por el efecto del aumento del salario mínimo y la ley de 40 horas semanales.

Chris Heidrich, socio líder de Asesoría en Contabilidad Financiera de EY.

En la misma línea, Chris Heidrich, socio líder de Asesoría en Contabilidad Financiera de EY, afirma que muchas compañías han visto el aumento de sus costos a raíz de la inflación, encarecimiento de los créditos, incremento de los salarios y materias primas, precios de los combustibles, y prolongadas tramitaciones ambientales o judicialización de sus proyectos, entre otros.

“Esta serie de variables se han conjugado en una tormenta perfecta donde factores internacionales como la guerra en Ucrania, y la lenta reactivación de China y EE. UU. se suman al plano local con menores índices de consumo y capacidad de endeudamiento de las personas. Todo lo anterior está provocando un mercado menos dinámico y la ralentización de gran parte de las actividades económicas del país”, sostiene Heidrich.

El especialista de EY precisa que durante la pandemia muchas empresas utilizaron sus ahorros y se endeudaron para enfrentar la crisis sanitaria. “La recomposición de su capacidad para enfrentar nuevos periodos complejos con elevadas tasas de interés y desaceleración económica se ha dado a distintas velocidades, siendo crucial que este proceso continúe para volver a indicadores previos a la pandemia. Es necesario priorizar iniciativas que fomenten el ahorro y que fortalezcan la capacidad del sistema financiero para amortiguar eventos adversos”, añade Heidrich, quien apunta que varias empresas se han endeudado en unidades de fomento (UF), lo que ha significado un aumento de la deuda medida en pesos dada la mayor inflación.

Menos inversión

Felipe Alarcón, economista jefe de EuroAmerica, reconoce que este fenómeno era esperable tras la salida de la pandemia, especialmente en momentos en que la economía está estancada y las ventas no mejoran. “Es natural que esté pasando. La gran pregunta es qué va a pasar cuando comiencen a bajar las tasas de interés, cuál será magnitud de esos recortes y hasta donde van a llegar tasas por abajo. Es muy probable que la TPM (Tasa de Política Monetaria) se estacione en un nivel de entre 4,5% y 5%, lo que es más alto de lo que había antes de la pandemia”, proyecta el economista, quien alerta por la contracción que se está viviendo en las ventas del comercio.

Para los expertos, una de las principales consecuencias del aumento de la carga financiera en las empresas es su imposibilidad de destinar nuevos recursos a inversiones y así crecer. “Es un llamado de alerta importante, ya que cada vez más empresas se están viendo apretadas, especialmente las que toman créditos a corto plazo. Cuando la carga financiera comienza a comerse las utilidades, la empresa se queda sin recursos internos para financiar nuevas inversiones. Las experiencias pasadas muestran que el deterioro en el balance puede transformarse en un círculo vicioso, afectando el financiamiento y la capacidad de crecer”, consigna Sebastián Claro.

Coincide Chris Heidrich, de EY, quien reafirma que las empresas con mayor endeudamiento y gastos financieros estarán más limitadas a realizar nuevas inversiones, comprar otras compañías, generar empleos y buscar la internacionalización. “Existe también la posibilidad que muchas vean como opción para seguir operando la fusión con otra firma similar a nivel de industria para no caer en estados de insolvencia que puedan llevar a una reestructuración o directamente a la quiebra”, concluye el especialista.

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