Columna de Claudio Araya Véliz: ¿Un día para conmemorar mindfulness? ¿De qué se trata esto?


Así como celebramos el Día de la Madre, del Padre, del Niño, de los Abuelos, el Día de la Tierra, y tantos otros días, ¿no será valioso también reservar un momento del año para recordar nuestra capacidad de ser conscientes?

El sábado se conmemora el Día Internacional de Mindfulness, o el día para hacer presente nuestra capacidad de estar presentes y ser más conscientes.

Es cierto que puede sonar extraño y poco glamoroso tener un día para el mindfulness, probablemente no venda mucho o más bien nada. Dudo que se repleten los centros comerciales de personas que quieran ir a celebrar ahí este día, probablemente ocurra lo contrario ¿no? A mayor consciencia las personas probablemente preferirán dedicar su valioso tiempo estando en la naturaleza o estar presentes con sus seres queridos. Pero más allá de la popularidad de un día, me parece relevante dedicar al menos un día en el año para recordar nuestra capacidad de ser más conscientes, empáticos y compasivos.

Cuando señalo cultivar una mayor consciencia, no me refiero solo a sentarnos a meditar o hacer yoga, (actividades valiosas, pero demasiado específicas) me refiero a vivir de un modo más atento nuestras vidas, entendiéndolo como un modo de ser y estar en el mundo con otros. Cultivamos mindfulness no como una actividad individualista, sino como un modo de vivir y estar presentes en relación.

Meditación en la laguna Tebenquinche.

El día de mindfulness no es un día para celebrar una marca, ni es un día para vendernos o comprar nada, es simplemente un recordatorio de la maravillosa capacidad que tenemos los seres humanos, el ser conscientes como un logro evolutivo sin precedentes en la historia de la vida, y que lamentablemente podemos desaprovecharlo o darlo por obvio, y sufrir con ello las consecuencias.

El día de mindfulness es un invitación a poner en práctica nuestra presencia amable de manera cotidiana, sobre todo con quienes nos rodean, de hacerlo al servicio de una vida noble, donde prevalezca la empatía, el cuidado, y el reconocimiento de nuestra humanidad compartida.

*Docente Escuela de Psicología Universidad Adolfo Ibáñez.

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