La conspiración científica

Foto: AFP

Cuando era adolescente leí La historia del tiempo de Stephen Hawking y quedé maravillado con todo lo que planteaba. Fue tanta la inspiración que me hizo ver que yo también quería dedicarme a pensar en esos temas y proponer “teorías” de cómo funciona la naturaleza. Fue así que me propuse estudiar Física y Astronomía.

Pero al entrar en la universidad, vi que las ideas de las que hablaba Hawking en su libro, en realidad eran mucho más profundas de lo que yo pensaba, y que no se trataba solamente de ideas locas, sino que estaban basadas en observaciones, experimentos y una tremenda base matemática y filosófica. Entonces entendí la importancia del método científico.

Muy brevemente, el método científico consiste en hacer observaciones de un fenómeno, formular una hipótesis, generar un experimento, comprobar si se acepta o no la hipótesis y, finalmente, publicar los resultados a la comunidad. De esta forma los resultados estarán a disposición para que otras personas puedan reproducirlos y así comprobarlos. Por otro lado, para publicar un artículo científico, este debe pasar por la revisión de pares, es decir, que uno o más científicos expertos en el tema, son contactados por el editor de la revista que publicará nuestra investigación, con la finalidad de estudiar el borrador y analizar si lo que se plantea tiene sentido, además de evaluar la importancia del descubrimiento y solicitar los cambios necesarios para que este sea claro, no tenga sesgos ni errores.

El conocimiento científico está en constante evolución, esto no implica que la ciencia diga un día una cosa y al otro se contradiga, sino que con el tiempo, el desarrollo de nuevas ideas y tecnologías permiten llevar a cabo nuevos experimentos, que ocasionalmente indican que las conclusiones anteriormente obtenidas son en realidad válidas bajo determinadas condiciones y que cuando nos salimos de ellas, es necesario utilizar una explicación alternativa, o bien más extensa del fenómeno. De esta manera, se amplían las teorías y cambian algunos paradigmas. Por lo tanto, hacer conocimiento científico es un trabajo arduo, donde cada afirmación se encuentra respaldada por el trabajo de mucha gente.

Pero, ¿qué pasa cuando escuchamos a personas afirmar que la Nasa y los científicos ocultan la verdad para no cambiar lo establecido (como que la Tierra es plana)? Al estudiar la historia de las ciencias, es posible concluir que los científicos son generalmente personas que les encanta ir en contra de lo establecido, porque están en la búsqueda constante de algo nuevo que amplíe nuestra visión de la naturaleza. Así que es muy difícil que la comunidad científica apoye la censura de conocimientos a consecuencia de una ideología o dogma.

Esto no significa que los científicos tengan una moral incorrupta, de hecho, existen casos famosos de engaños, mentiras y de opiniones expresadas como hechos científicos, pero que no se basan en ninguna evidencia. Lo interesante es que debido a la continua revisión de los propios conocimientos que hace la comunidad científica, finalmente todas estas hipótesis y engaños son descubiertos y desechados.

Imagen del cuadro pintado por John Cooke en 1915, conmemorativo al descubrimiento del hombre de Piltdown en 1908.

Por lo tanto, en ciencias no debemos confiar en lo que dicen las personas, independiente de quienes sean, sino en las evidencias que nos entregan. Un ejemplo de esto lo da Albert Einstein, ya que cuando propuso su Teoría General de la Relatividad, la comunidad científica no confiaba en lo que planteaba -ya que estas teorías hablaban de una naturaleza mucho menos intuitiva que la que se observaba desde la mecánica propuesta por Newton-.

Pues bien, las mediciones de las posiciones de estrellas que se encontraban en las cercanías del Sol durante un eclipse solar total en 1919, le dieron la razón. Actualmente, esta teoría es una ampliación de la teoría de la gravitación de Newton al entregarnos una descripción mucho más precisa de cómo funciona el Universo.

Gracias a la inspiración de Hawking, he podido realizar mis propias investigaciones y afirmar que el gran poder de la ciencia es su plasticidad para cambiar las conclusiones que se tengan de un fenómeno, basándose en la experimentación y la observación. Tanto Hawking como Einstein han logrado su lugar en la historia no solo por sus conocimientos profundos, sino que por aventurarse en lo desconocido y atreverse a proponer ideas y puntos de vista diferentes, que pueden romper paradigmas.

*Astrónomo y colaborador de la Fundación Chilena de Astronomía

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