La sencilla práctica que estimula a los bebés y moldea su estructura cerebral, según un estudio

La sencilla práctica que estimula a los bebés y moldea su estructura cerebral, según un estudio. Foto: referencial.

Se trata de una acción fácil de realizar durante la rutina, la cual puede potenciar sus habilidades de comunicación y aprendizaje. Estos son los detalles.


Una nueva investigación científica descubrió que hablarle a los bebés moldea su estructura cerebral y los estimula en sus habilidades de aprendizaje y comunicación.

El estudio, publicado en la revista académica The Journal of Neuroscience, reunió a una muestra de 163 infantes de entre 6 y 30 meses, quienes llevaron consigo una pequeña grabadora de audio durante tres días, la cual registró los sonidos a los que estuvieron expuestos.

Al terminar la jornada —cuando ya estaban cerca de su hora de dormir— , los padres acomodaban a sus pequeños en una “sala del sueño” para que se adormecieran. Y una vez que descansaban, eran conducidos a otra sala en la que se les aplicaba un análisis de ultrasonido en el cerebro, en donde estaban con unos audífonos protectores durante 40 minutos.

La sencilla práctica que estimula a los bebés y moldea su estructura cerebral, según un estudio. Foto: referencial.

Cuáles fueron los hallazgos

El profesor de psicología de la Universidad de East Anglia, John Spencer, quien participó en la investigación, escribió un artículo para The Conversation en el que abordó los hallazgos de su equipo.

Según el especialista, al analizar los resultados vieron que los niños de dos años y medio que escuchaban más el habla de quienes los rodean tienen una mayor cantidad de mielina en las partes del cerebro que procesan el lenguaje.

Aquello se traduce en que potencialmente desarrollarán mayores habilidades en dicho procesamiento.

“La conclusión a la que podemos llegar es que hablar con tu hijo pequeño literalmente le da forma a su cerebro”, aseguró el experto.

También logramos establecer que las palabras de los adultos tienen efectos para los bebés de seis meses, pero acá la relación es distinta”, añadió, “los que escucharon más a sus adultos cercanos tenían menos mielina en las zonas relacionadas con el lenguaje”.

Si bien, no saben con precisión a qué se debe este último fenómeno, Spencer sugirió que podría deberse a que durante su primer año de vida el cerebro está enfocado en la creación de nuevas células, “por lo que estar muy expuesto al lenguaje puede acelerar el crecimiento del cerebro”.

Ese desarrollo, según una investigación disponible en Springerlink que citó, “podría retrasar la formación de mielina”.

Por otro lado, cuando los bebés ya tienen dos años, el cerebro se dedica a producirla, por lo que “escuchar mucho lenguaje impulsa la creación de esta capa de proteínas y sustancias grasas”.

“Esto sugiere que hablar importa mucho tanto a los seis meses como a los 30 meses, pero afecta de un modo diferente, porque el cerebro está en un estado ‘distinto’”, enfatizó Spencer.

Pero, ¿cómo se puede hablar con infantes tan pequeños?

La sencilla práctica que estimula a los bebés y moldea su estructura cerebral, según un estudio. Foto: referencial.

Las recomendaciones del especialista

Spencer detalló que los niños pueden interactuar con el lenguaje a través de diversas maneras, como por ejemplo, la lectura, los cantos y lo que escuchan de las personas que los rodean.

A pesar de que investigaciones previas han sugerido que los bebés criados en ambientes en donde se habla mucho pueden presentar ventajas en dicha área, el experto de la Universidad de East Anglia destacó que en su estudio vieron que “esta ventaja proviene de la conversación directa con el niño, no de lo que escucha por casualidad”.

Para interactuar con ellos, enfatizó en que es clave que las conversaciones sean “de calidad”. Este término se refiere a que ambos deben turnarse para hablar y que lo que expresen tenga que ver con un mismo punto.

Un ejemplo de ello es si el bebé tiene un juguete de un tren y tú le dices qué es, él podría responderte “chu chu”, en referencia al sonido de una locomotora.

Lo mismo ocurre con la asociación “perro” y “guau”, “gato” y “miau”, y “pájaro” y “cocó”, por nombrar algunas.

“La evidencia sugiere que este tipo de interacciones sienta las bases para el aprendizaje temprano de otros idiomas”, afirmó Spencer, para luego añadir que una forma de iniciar estas conversaciones es a partir de juguetes que tengan en la mano, los colores, los sonidos y las formas.

De esta manera, el académico sentenció: “Todo esto ayudará a mantener su atención y les ayudará a vincular palabras con objetos. Así que habla con tu hijo o hija. Sigue su ejemplo. Pueden compartir juegos verbales”.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.