Cómo los superhéroes y la animación terminaron monopolizando la cartelera de cine

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Tras la caída en la taquilla de 2017, los estudios apostaron por grandes presupuestos y los géneros más rentables. La tendencia ha limitado la oferta en salas, mientras el cine de autor ha encontrado respaldo en el streaming.


En los últimos meses, el cine hollywoodense, principal proveedor de las salas del mundo, ha sido dominado por los grandes estudios y mega-producciones protagonizadas por superhéroes y dibujos animados. Una tendencia que se apoderó de 2018 y la primera mitad de este año, que tuvo su origen en un hecho comercial de 2017: cuando los números que arrojó el resumen de la taquilla anual norteamericana no dejó felices a los ejecutivos fílmicos.

Según un informe de la Motion Picture Association of America (MPAA), la recaudación de EE.UU. y Canadá llegó en ese periodo a US$ 11,1 mil millones, un descenso del 2% con respecto a 2016. Entre las cintas con mayores ingresos estuvieron Star Wars: los últimos Jedi, Mi villano favorito 3 y Spider-Man: de regreso a casa, en contraste al regular papel en taquilla de títulos como El seductor.

Ante esto, Walt Disney Pictures, Warner Bros., 20th Century Fox y Sony Pictures decidieron enfocar su esfuerzo y dinero en las producciones que más ganancias podrían generar. Así, pusieron su mirada en los géneros de la animación y la aventura, que demostraron el mejor rendimiento comercial, a pesar de sus abultados presupuestos.

En general, los estudios no revelan todo lo que gastan en sus películas, donde se cuentan apartados como producción, desarrollo y marketing y/o publicidad, pero se sabe, gracias a medios como Investopedia, que uno de los puntos que más influyen en el gasto final es la comercialización. Por ejemplo, el presupuesto para un filme como Avengers es de alrededor de US$ 220 millones, pero al considerar marketing y publicidad ese número aumenta significativamente.

De hecho, para muchas cintas los costos de prensa y publicidad (o P&P) pueden ser extremadamente altos. Una película de US$ 15 millones, considerada de bajo presupuesto en Hollywood, podría tener un costo promocional superior al de su producción. Esto se debe a que muchas realizaciones que no tienen una audiencia cautiva (como las basadas en los libros famosos) necesitan lograr que la gente vaya a las salas de cine.

Para esto, comedias o dramas deben promocionarse con comerciales y avisos impresos, y los costos se elevan rápidamente. Para una cinta de US$ 40 a US$ 75 millones, su presupuesto de P&P podría ser de más de US$ 20 millones. Por eso, entre invertir en un filme de presupuesto reducido y menos éxito en taquilla o en otro de gran inversión, pero enormes ganancias, los estudios prefieren este último.

Una apuesta que en 2018, con el estreno de títulos como Pantera Negra, Avengers: infinity war y Los Increíbles 2, se tradujo en que la taquilla norteamericana sumara US$ 11,9 mil millones, un 5% más en relación al año anterior, según el informe de la MPAA. Ese mismo informe reveló que, del total de la población, los que más van a las salas son espectadores entre los 12 y 24 años, precisamente a quienes apuntan los géneros de la aventura y la animación.

Nuevas salas y vitrinas

A juicio de los expertos, también juegan un papel en esta danza de millones las renovadas salas y formatos para ver las películas -entre ellos IMAX y 4DX-, que han cambiado la experiencia de ir al cine. Los mismos que permiten apreciar de mejor forma los efectos especiales, las escenas de acción y la animación digital, es decir, la esencia de las cintas y géneros que dominan la oferta actual.

En este aspecto, el realizador Joe Russo, quien junto a su hermano Anthony está detrás de títulos como Avengers: Endgame (2019), defiende el exceso de superhéroes como parte de un impulso amplio e inevitable hacia el espectáculo, como una respuesta al competitivo mercado del entretenimiento. "En esta era digital, la única razón para ir al cine es por los efectos y la experiencia", aseguró al diario The Guardian.

Aunque él mismo agregó que "siempre hay lugar para historias más pequeñas y con un ritmo diferente. Es una función de la industria que la narración a pequeña escala respalde al resto del medio, alimentándola con talento". Y para dar un espacio a ese talento, el streaming se ha convertido en una buena vitrina.

Así, mientras los estudios apuestan su futuro en la expansión del universo de las cintas con mega-presupuesto, los proyectos pequeños y medianos, con reconocidos directores y actores, han sido acogidos por plataformas como Netflix. Para ellos el streaming ahora es sinónimo de una audiencia mundial, especialmente si su película es una que consideran como no comercial.

Esto explica por qué Martin Scorsese aceptó que Netflix comprara los derechos de The irishman, después de que Paramount se alejara, tal vez influenciado por la mala recaudación de su anterior cinta, Silencio (2016). Un reflejo además de los nuevos tiempos en Hollywood: cuando uno de los mejores cineastas solo obtiene financiamiento con un servicio de streaming.

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