Colombina Parra: “Yo no quería ser Parra. Quería que me respetaran siendo nadie. Pero todo eso hoy ya no me afecta”
La artista estuvo como invitada en el espacio Viernes de Culto de La Tercera, donde se explayó en torno a los recuerdos de su padre, sus inicios en la música y su actual trabajo con figuras como Jorge González. También rememora sus días noventeros como frontwoman en Los Ex: “Creo que me sentí bien en un mundo de hombres”.

La cantautora Colombina Parra (55) sale del ascensor que la dirige hacia el estudio donde se realizará esta entrevista -para el espacio Viernes de Culto de La Tercera- y se topa de bruces con su propio yo de hace varios años: dos imágenes enmarcadas que cuelgan en el acceso de este diario y donde aparece en distintas circunstancias con su padre, el poeta Nicanor Parra; en una, le habla al oído como revelándole un secreto; en la otra, le corta el pelo frente a un espejo donde el autor parece aprestarse para guiñar un ojo como un galán en pleno plan de conquista
“Es que él era muy coqueto. Yo era su peluquera oficial”, rememora la artista, aceptando fotografiarse frente a ambas secuencias de Alexandra Edwards (ver imagen central). Después, ya en pleno diálogo, dirá con un tono más sentido: “El luto por un padre nunca se acaba”.

El hombre que mejor encarnó la antipoesía falleció en su casa de La Reina el 23 de enero de 2018, a los 103 años, dejando en Colombina Parra una sensibilidad marchita que se extiende hasta hoy.
De hecho, dice que cuando hace un par de años la contactaron para materializar el documental biográfico Colombina -del director Víctor Vindagossy y que se ha exhibido con éxito en las dos últimas versiones del festival In-Edit- aún estaba atravesando el duelo que significó esa pérdida, lo que incluso la llevó a abrirse en el registro como pocas veces en torno a los afectos por su progenitor y cómo su figura cambió su vida.
“Me pillaron volando bajo, yo creo”, define de modo más informal.
Después profundiza: “O sea, fue tan así que yo les dije que sí y cuando llegaron a grabar a mí se me había olvidado. Me pillaron casi en pijama y se pusieron a grabar, y yo me dejé grabar nomás. Fue como que me cayeron bien. Los encontré sensatos. Teníamos cosas en común, a ellos también les gustaban Los Ex. Teníamos de qué hablar y fue muy natural. Fue un momento de mi trayectoria en el que ya no estoy. Fue un momento de transición de mi carrera solista. Me pillaron en un minuto de duelo por mi papá, también”.
El carácter íntimo y decisivo que significó ese trabajo se abre desde sus primeros minutos, cuando Colombina expresa la frase que inaugura el filme y que funciona como una taxativa declaración de principios: “Nacer en una familia así como la que nací yo ... hay como dos caminos: que esa familia te absorba y la otra es arrancar. Y lo que yo hice fue arrancar”, admite la artista con su voz en off.
-¿Y arrancó realmente? ¿Siente que hasta hoy logró zafar de un peso familiar tan inmenso?
Escapé. Y siento que lo logré. Porque se dice mucho que “ah, es que tú eres Parra” y yo escuchaba eso por todos lados. Y yo no quería ser Parra. No porque reniegue de toda mi historia. No, yo quería que me respetaran siendo nadie. Y entonces por eso le puse Los Ex y no “Parra”. El Parra no existía por ninguna parte. Y la gente que nos iba a ver no tenía idea que yo era Parra. Y ya cuando logré hacer ese camino, sentí que podía ser Parra también. ¿Por qué no? Y ahora no tengo ningún problema. Es como, si yo hice Los Ex, soy capaz de hacer otras cosas. Pero también soy Parra y no lo puedo negar. Pero no tengo problema, aunque me digan “ah, tú eres Parra, por eso tú…” Ya eso no me afecta.

-Parece un gallito constante que tuvo con su propia historia, no debe haber sido fácil.
No, pero no fue difícil. Es rico no ser nadie también. Y hacer una banda de la nada y donde no estás haciendo uso de nada. Bueno, al final, si tus canciones no se paran solas, puede haber Parras o quien sea, y eso va a dar lo mismo.
Aunque intentó escapar, por supuesto que el desapego no fue instantáneo ni absoluto. Colombina cuenta que el antipoeta funcionó como productor de su álbum solista Flores como gato (2011), de acento más acústico y esquelético, y donde quiso escapar del bramido estridente que significó su paso por Los Ex, la banda con la que ganó un espacio en el rock chileno de los 90 gracias a éxitos como Sacar la basura, La corbata de mi tío o Chao.
“Mi papá se relacionó con mi música todo el rato. O sea, era un opinólogo. Desatado. Y en ese disco en especial, en el Flores como gato. Por eso digo que le gustaban todas las canciones. Porque ese disco le gustaba mucho y lo ponía harto. Y ese disco lo produjo él. Bueno, también fue productor de la Violeta (Parra)”.
“Aunque le encantaban los gritos y todo eso, le encantaba la canción La corbata de mi tío, en un momento me hizo una crítica. No sé si crítica, pero como que me empujó. Me dijo: ‘hay que cantar como se canta en la ducha’. Y yo me quedé pensando. Ahí me quedé harto rato. Y claro, hay que cantar de manera espontánea. Sin sentir que alguien te está escuchando. Y ese disco lo hice en ese espíritu, en el espíritu de estar canturreando. Todas esas canciones son así, susurradas, sin tratar de sacar la voz. Como ‘mi voz es esta voz’.
-¿Cómo fue tenerlo a él como productor?
Me llevó. Porque en el tercer disco de Los Ex me dijo ‘ya está bueno ya con la batería, con el tuta-tuta’. Y también yo estaba experimentando con un canto muy apolíneo. Está la poesía involuntaria y la poesía intencional. Mi padre trabajaba en una poesía aparentemente involuntaria, que está súper trabajada, pero cuando se lee parece dicha a la pasada. Y yo con Los Ex estaba ya en una poesía intencional. Entonces fue como ‘ya está bien hacer eso, ahora probemos por otro lado’. Y ahí apareció mi carrera solista, que es como una niña cantando sin pretensión. Como que la palabra es ‘sin pretensiones’. Porque Los Ex igual tenían pretensión.

-¿Cómo era como mujer liderar una banda en los años 90? ¿Sufrió en algún momento el prejuicio o la discriminación?
O sea, no ponerse un vestido apretado y no mostrar el cuerpo era como marimacho. Yo siempre fui un poco como marimacho parece, porque nunca me puse el vestido y siempre me sentí más un hombre. Como que me crie de esa manera, también. No existía tanto el lado femenino dentro de mi familia. Y lo usé un poco para meterme en ese mundo de los hombres, donde me sentí súper cómoda. Nunca me sentí muy cómoda en el mundo femenino, ni en el colegio, ni en ninguna parte. Y no, no tengo esa queja de que los hombres son lo peor. No la tengo. Creo que me sentí bien en ese mundo de hombres. Y me gusta.
“También (me gusta) lo que está pasando ahora con las mujeres, que está lleno de mujeres por todos lados componiendo y haciendo música y haciendo rock y haciendo punk y haciendo distintas cosas”.
“En esa época tenía dos poleras. Un poco se relaciona con eso, con esa libertad estética en ese sentido. De alguna manera, siempre me sentí un poquito fuera de lugar. Por eso, porque como que no tenía la capacidad para buscar la ropa que había que ponerse arriba del escenario. Ahora mismo veo mujeres y es impresionante cómo sacan un vestido y después sacan otro y otro. Yo nunca logré eso. Como que mi cabeza estaba metida en otras cosas. Pero me hubiera encantado poder hacerlo”.
Comunión y sanación
Colombina Parra asevera que su padre Nicanor “la llevó” por parte de su ruta en solitario, despachando consejos, sugerencias y miradas renovadas. No es la única vez -tanto en el documental como en esta conversación- que menciona que un tercero la empuja hacia escenarios que ella no observaba del todo.
Por ejemplo, en los inicios de su formación musical, sus estudios con el emblemático músico de jazz Roberto Lecaros le revelaron una geografía que hasta ese entonces no había explorado. Casi que definieron su futuro como cantante y artista. “Es que siempre fui muy tímida, pero también tímida e hinchapelotas al mismo tiempo, como esos que están en el curso y que son calladitos, pero que están tirando papelitos y después se esconden”.

“Yo estaba un poco haciendo eso en la escuela de él. Aprendí mucho de él. Me metí en el jazz y fue un profesor maravilloso. Y claro, él vio en mí que en un momento yo me aprendía todo lo que él me decía, porque soy matea también. Me aprendía todas las escalas, aunque a los 18 años es imposible que vayas a tocar como los verdaderos jazzistas. Entonces me empujó de alguna manera a otro lado, fue como ‘ya, no podís seguir acá, haz lo tuyo’. Fue como empujarme a salir de la grilla, darme permiso para hacer lo que yo quiera. Y eso fue lo que hice”.
De hecho, Colombina se inclinó por una cantautoría más confesional y desfachatada, y por empuje de otro ilustre, el escritor Enrique Lafourcade -que visitaba a su padre en largas tertulias- fue a dar hasta el espacio noventero ¿Cuánto vale el show? para presentar un tema acerca del aborto: en el corazón de la transición chilena, hablar de esos tópicos en una plataforma televisiva -donde el hombre de Palomita blanca era jurado- semejaba dinamita pura.
“Esa fue una de mis primeras canciones, yo la había hecho muy chica. Y yo quería tocar una canción mía en ¿Cuánto vale el show? Y me interesaba ese formato, como ir a decir algo que fuera importante. Fui empujada también por Enrique Lafourcade. Entonces fui y estaba en una cola larga, de 100 personas, la que tuve que hacer por horas para que me aprobaran”.
“Y entonces me dicen: ‘¿qué es lo que haces tú?’ Y canté la canción del aborto y me dijeron ‘ya, ¿y qué otra cosa más haces?’ Y ahí tiré la improvisación en jazz que hacía con Roberto Lecaros, que yo sabía que eso enganchaba más rápidamente, y entonces la usé un poco como gancho. Ahí me dijeron ‘ya, eso sí’. Entonces, cuando ya quedé, dije ‘ya, ahora voy a hacer lo mío. O sea, los voy a engañar un poco’. Y canté la canción del aborto. No me acuerdo cómo se llamaba, La sala vacía, parece”.
Lo que fue una burla a las rígidas convenciones televisivas de la época, se convirtió en una canción bisagra para la cantautora. Al verla en TV hablar y cantar sobre un tema tan áspero, fue telefoneada por conjuntos como Anachena para que se integrara a sus filas, trampolín que le sirvió para posteriormente conocer al músico Pablo Ugarte e integrar Los Ex.

Ahí, nuevamente debieron convencerla de que era un diamante en bruto: el destacado productor argentino Guido Nisenson (Luis Alberto Spinetta, Charly García) escuchó el material del grupo anterior que Ugarte integraba con Parra (Barracos) y los convenció de que debían hacer otro totalmente distinto con ella como voz protagónica. O sea, tenían que inmediatamente variar el orden de los factores. Así nacieron Los Ex.
“Es que yo no creía en mí”, recuerda Colombina.
-¿Por qué no creía en usted?
Porque tampoco quería creer en mí, porque yo no hacía esto para los otros, lo hacía para mí. Yo cantaba para mí, para yo sanarme, como un remedio. Siempre fue así, para acompañarme, para llenar ese vacío existencial propio, pero no para buscar aplausos, ni para que me escucharan los demás, ni para instalarme de alguna manera. Por ahí entra la música, como un remedio.
-¿Y la ha sanado la música?
Sí, y me sigue sanando. Nunca te termina de sanar tampoco. Es una enfermedad crónica que hay que ir tratando.
Más que necesitar de alguien para direccionar sus pasos creativos, a Colombina Parra le gusta la comunión. La colaboración con sus pares.
Su último álbum, Fuerzas que retroceden (2022), es un trabajo junto al destacado productor Mowat, mientras que este año lanzó el EP Crudo en alianza con el músico de Electrodomésticos Silvio Paredes. También en esta temporada colaboró con Jorge González, haciéndose cargo de los sintetizadores de los ocho temas que el ex Prisionero subió a Bandcamp en julio pasado, en su vuelta a la música tras siete años. Fue un vínculo que se dio de forma espontánea a través de la web, cuando González vio en YouTube los temas de Parra y le escribió para que hicieran algo juntos.
“Hemos estado trabajando juntos desde hace un año y medio, nos juntamos a tocar sin agenda, y de ahí han salido hartas cosas lindas, experimentales. Nos conectamos por John Cage. Yo cuando lo conocí, yo estaba muy metida en John Cage, y ahí encontramos un diálogo que no ha parado hasta el momento, un diálogo musical que a mí me tiene muy contenta”.
“No estoy tan preocupada de seguir haciendo cosas, me gusta estar tocando y estar gozando ese momento, estar componiendo música juntos, y de ir llegando como a unos lugares que yo nunca había llegado en la música, que tiene que ver con el cansancio de un tipo de sonoridad”.
“En todos sus discos, Jorge tiene una creatividad que no la tiene nadie acá en Chile, que es la manera de producir su música. Bueno, él además de compositor, produce su música. Yo creo que es el gran productor que hay en Chile. No quiero pasar a llevar a los otros productores, pero es que hay muchos productores que graban nomás y que ponen algunos adornos, pero él se mete profundamente en las capas de producción y mezcla cosas insólitas. Se atreve a mezclar instrumentos naturales con electrónicos sin ningún problema, no tiene límite. Eso es lo que siempre me ha atraído de su trabajo, esa manera que no tienen los demás músicos, que creen que la música está en las notas musicales y en las escalas pentatónicas y en las armonías que nos enseñaron en el colegio. Y él se sale de todo eso y está todo el tiempo rompiéndola, saliéndose de las líneas, y eso es muy sugerente y te abre unos caminos donde puedes llegar a otras cosas totalmente nuevas”.
*Colombina Parra ha vuelto a un formato más rockero donde hoy toca con Rodrigo “Memo” Barahona (Fiskales Ad-Hok) y Pierre De L’Herbe (La Dolce Vita). El próximo show de la cantante es el 31 de diciembre en Palacio Hindustain (Av. España 701).
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