
Hernán Gómez, el guardián de Quilapayún publica sus memorias: “Quiero defender al grupo, ha habido mucha mistificación”
Quilapayún. Crónica de una vida dedicada al conjunto, se llama el libro publicado por uno de los integrantes más antiguos del grupo clave de la Nueva Canción Chilena. En sus páginas repasa los intensos años 60, el exilio, la militancia y la crisis que marcó la escisión del grupo que repercute hasta hoy. "Siempre yo he tenido la impresión de que pueden surgir los fantasmas del pasado".

Apenas entraron la vieron tejiendo, enhebrando con paciencia cada hebra de lana. Era una tarde otoñal de 1966, y los jóvenes estudiantes de la UTE, Hernán Gómez y Willy Oddó, llegaron hasta la carpa de La Reina, para conversar con la dueña de casa, Violeta Parra. La idea era invitarla a cantar a la flamante peña folklórica de la universidad, que funcionaba en un comedor situado en el subterráneo del gimnasio de la Escuela de Artes y Oficios.
Ambos músicos, que poco después integrarían el conjunto Quilapayún, se jugaron sus cartas para convencer a la artista. “Violeta nos recibió atentamente. Estaba en cama tejiendo, un poco resfriada. Nuestra intención era entregarle la recaudación de la noche, que podía ser muy buena si anunciábamos a Violeta entre los estudiantes”, recuerda Gómez en un pasaje de su libro Quilapayún. Crónica de una vida dedicada al conjunto, editado por Trayecto y próximo a salir a las librerías y tiendas del rubro.

La mujer de Gracias a la vida, los miró fijo y, en su estilo, les respondió sin rodeos. “¿Pero por qué no vienen ustedes a cantar a la carpa? ¿Por qué los estudiantes no vienen a ver a la Violeta que los quiere tanto?”. Los dos jóvenes universitarios se sorprendieron. “Nos quedamos de una pieza, no nos esperábamos semejante respuesta”, apunta Gómez en su libro. Como los muchachos no atinaban a nada, Violeta hizo gala de su carácter fuerte y decidió enseñarle una canción a Oddó, para que la cantara en la peña a nombre de ella. “No recuerdo bien si tomó un cuatro o un charango, y nos enseñó La carta, canción que Willy incluiría en su repertorio personal”.
Parte de esos años iniciáticos, cuando una generación de jóvenes chilenos se interesó en desarrollar música de acento local, marca las primeras páginas del libro. Un recorrido que acompaña la historia de Gómez con el grupo, al que entró por recomendación de Oddó, tras la publicación de X Vietnam (1968), uno de los discos más emblemáticos del “Quila”. Repasa sus difíciles comienzos en el conjunto, el trabajo junto a Víctor Jara, los años del exilio, y se explaya con mucho detalle en el cisma que marcó al grupo entre finales de los 90’ y los primeros años 2000. Este originó una larga batalla legal por el uso del nombre, entre la facción de los históricos (en que están el mismo Gómez y Eduardo Carrasco) y la liderada en Francia por Rodolfo Parada.
Nacido en Santiago en el lejano 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial llegaba a su final, se crió en Ñuñoa, donde se hizo muy amigo de Willy Oddó, con quien compartió la pasión por el fútbol y la guitarra. Fue en la adolescencia cuando comenzó a interesarse en la música latinoamericana. “Yo escuchaba mucho folclore, incitado por Willy, porque él había conocido a los Parra, escuchaba mucho a Violeta, y nos gustaban mucho los conjuntos argentinos [como Los Chalchaleros], eran muy buenos. En Chile, en ese momento, la canción de origen chileno estaba como recién naciendo”, explica.

Años después, en los bullentes años sesenta, cuando era estudiante de Ingeniería metalúrgica en la UTE, fue un entusiasta del folklore que participó en la fundación la peña folklórica de la universidad, en que también colaboraron nombres que harían historia, como Horacio Durán, Jorge Coulón, entre otros. Allí conoció a los Quilapayún, cuando la primera formación, la de los hermanos Eduardo y Julio Carrasco además de Julio Numhauser, se acercaron a preguntar si podían cantar.
En el repertorio del conjunto de las “tres barbas” Hernán Gómez suele tomar la voz solista en algunos de los temas festivos, como Malembe, pero también puede asumir un cariz diferente para cantar Arriba en la cordillera. A pesar de su larga vida en escena, en opinión del músico, la historia del grupo no es demasiado conocida, por ello decidió lanzarse a escribir. Así, Quilapayún. Crónica de una vida dedicada al conjunto, es su primer libro. “Lo primero, fíjese, es que aquí en Chile se sabe poco de la historia de Quilapayún -dice al teléfono con Culto-. Nuestros mayores quizás sepan, pero de los momentos más álgidos o los más importantes del conjunto se sabe poco. Entonces, esa fue mi primera inquietud. Y como yo soy uno de los más viejos, de los que más he actuado, sé muchas cosas y a veces, cuando no me acuerdo, recurro a la documentación que yo he guardado a lo largo de nuestra vida artística. Y el segundo motivo es por defender al Quilapayún, porque ha habido mucha mistificación, y también ha habido muchas contradicciones, oposiciones al grupo”.

Hombre de hablar reposado, Gómez detalla que se tomó el tiempo para escribir, como si se tratara de desentrañar una canción. “Lo fui desarrollando de a poco, porque de repente tenía que parar de escribir porque me faltaba información. Entonces, tenía que recurrir a mis contratos, o a la prensa de la época, en fin. En eso me ha ayudado mucho nuestro webmaster, Juan Pablo Carvajal, que mantiene el sitio web del Quilapayún”. El músico también debió zanjar qué entraba o no en el relato, escrito en un estilo ameno y que se mueve entre la crónica dura y pequeñas anécdotas. “Hay dos criterios. Primero, que sea la verdad. Entonces, trato de buscar cosas que sean creíbles. Y lo otro es una parte anecdótica también, porque todo no ha sido trabajar y trabajar, también hay anécdotas alegres. Y lo otro, como te decía, está motivado por la defensa del Quilapayún tanto en el plano público como en el plano jurídico”.
El libro se mueve alrededor de las historias del grupo y aporta alguna documentación inédita. Así ocurre al abordar la salida de Willy Oddó, a fines de 1987, para regresar a Chile desde Francia. En el avión de regreso, el músico escribió una carta, en dos páginas y en idioma francés, destinada a sus amigos y cercanos en el país europeo, donde detalla su estado de ánimo. Para el libro, Hernán Gómez recuperó la carta original, la tradujo al español y la transcribió íntegra. También se adjunta el ejemplar original. Un documento de la vida íntima del grupo, pues Gómez y Oddó se conocían desde que eran compañeros en el Liceo 7 de Ñuñoa.
“Willy fue la persona que me trajo al Quilapayún, porque él entró un poco antes que yo -dice-. Yo era amigo de él desde muy joven. Entonces, era mi yunta en el grupo. Después de su muerte, su mujer me dio la carta manuscrita y yo la tenía guardada. Y cuando llegué al momento de escribir de ese momento, el año 1987, me dije, ‘bueno, aquí es el momento de publicar la carta’”.
Una escisión dolorosa
En el libro, Hernán Gómez repasa la historia de Quilapayún, hasta en sus episodios más complejos. El más difícil es el de la crisis interna que acabó en la escisión de los integrantes históricos, descontentos con una serie de manejos de Rodolfo Parada. Todo comenzó en los años 90’ un período difícil para los “Quila”, con dificultad para agendar presentaciones y apenas dos lanzamientos discográficos. La tensión sumó varios episodios, como el intento de Parada de diferenciar salarios al interior del conjunto y el más grave, la jugada de inscribir a su nombre la marca Quilapayún, sin hacer ninguna consulta previa con los músicos. Eso gatilló una larga batalla judicial por el uso del nombre que incluso sigue hasta nuestros días. Además, hubo otras situaciones, como la decisión de Parada de expulsar sin más al músico Guillermo García, que integraba el conjunto desde 1973, y que Gómez acusa que fue arbitraria. Ahí se produjo la escisión de los históricos.
A comienzos de los 2000, el grupo vivió un reencuentro, en un peculiar combo que reunió al mismo Hernán Gómez, con músicos históricos como Guillermo García, Hugo Lagos, Carlos Quezada (quien en 2023 anunció que dejará de viajar a Chile para los shows), además de Ismael, el hijo de Willy Oddó. Con ellos, se acoplaron desde Santiago, Eduardo Carrasco, Rubén Escudero y Ricardo Venegas.

El músico reconoce la sensación amarga que le generó el rememorar esos días tumultuosos en la historia del grupo. “Es doloroso. No quiero ser exagerar, pero era un momento de soledad, porque no nos cabía en la cabeza que pudiéramos disputarnos nosotros en un conjunto, cuyo discurso era la hermandad, la fraternidad, la justicia, la igualdad entre los hombres, etcétera, etcétera. Y que [Parada] nos saliera con ese tipo de actitudes egoístas, individualistas, de apoderarse del nombre de Quilapayún, el inscribir el nombre como una marca comercial de manera individual, no en nombre de todos los que habíamos creado, de todos los que habíamos contribuido mayoritariamente a la notoriedad internacional del conjunto. Entonces, por supuesto, eso provocó esta disputa, estos procesos tan largos”.
En 2015, los músicos históricos, liderados por Eduardo Carrasco, lograron una victoria en tribunales, cuando la Corte Suprema, desestimando la oposición presentada por Rodolfo Parada, les adjudicó definitivamente el nombre Quilapayún, lo que permitió la inscripción en el Instituto Nacional de Propiedad Intelectual (Inapi). Pero la facción de Parada no se quedó tranquila y contraatacó al año siguiente solicitando la nulidad de la marca. En septiembre pasado, Inapi declaró nulo el registro inscrito en el 2015, aduciendo que desde la fundación del grupo nunca existió un reglamento claro sobre quién tenía derecho al nombre. Es decir, el asunto sigue abierto, aunque mientras no haya un fallo definitivo, la marca sigue en manos de sus titulares, es decir, la facción de los históricos.

Aunque asegura estar confiado por el porvenir, Gómez espera recabar más antecedentes. Él fue quien siguió el proceso del nombre en Francia, país donde reside, pero aprovechará su visita a Chile, en el marco de la promoción de su libro, para imponerse de más detalles. “Siempre yo he tenido la impresión de que pueden surgir los fantasmas del pasado y poner en duda la validez de nuestra marca. Y bueno, así fue -dice-. No tengo muchos datos, tengo que hablar con el abogado en uno de estos días, porque yo soy el que ha llevado el proceso en Europa, entonces, tengo mucha información que puede servir aquí o no, porque en Chile las cosas son de una manera, en Francia son de otra manera, incluso a nivel judicial. Pero todo esto es para decirte que yo lo tomo con calma, porque yo estoy preparado para eso. Y pienso que lo que se dice en la prensa no corresponde, yo creo, a la realidad. Yo creo que nuestros adversarios tampoco creen mucho. Yo creo que van a tratar de abrir un juicio con ese argumento, el invalidar la marca por el Inapi, pero nosotros tenemos muchos otros argumentos. Entonces, yo diría que estoy confiado”.
-¿Le genera inquietud que esto abra una posibilidad para que la otra facción también pueda usar el nombre?
-Lo que pasa es que se provoca confusión con eso. Imagínate dos grupos que se llaman Quilapayún. Dos grupos, uno con una enorme trayectoria, con una enorme historia y otro grupo de gente que tiene muy poco o nada que ver con nuestra historia, salvo dos personas, que es el mismo Rodolfo Parada y Patricio Wang, aunque él es muy posterior a todo esto. Entonces, en ese sentido, claro, es una injusticia. Pero bueno, los jueces a veces deciden de otra manera a como los participantes piensan. Creo que hay que esperar nomás qué va a pasar. Por el momento, seguimos cantando en Chile y en el mundo, entonces eso nos tiene tranquilos.
-En otro tema ¿ha estado siguiendo la próxima elección presidencial en Chile?¿la candidatura de Jeannette Jara, militante del PC?
-Sí, por supuesto. En Francia, recibimos esta noticia y se publicó bastante en la prensa. Es como una noticia muy sintomática de lo que sucede en esta época en Chile y en el mundo. Porque lo que pasa aquí en Chile, tiene también sucede en Francia y sucede en Europa. El fenómeno social del descontento, los vicios de la democracia que está debilitada por actitudes extremistas. Es lo mismo que ocurre allá, ocurre aquí también. Entonces, cuando se supo de la candidatura de la señora Jara, por supuesto, en Europa también lo supimos nosotros inmediatamente.
El libro Quilapayún. Crónica de una vida dedicada al conjunto, de Hernán Gómez, llegará a las tiendas durante el mes de octubre.

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