Por Claudio VergaraMon Laferte se alista para el Festival de Viña y lanza uno de sus discos más personales: “No sé escribir de otra forma”
Una de las mayores estrellas de la música chilena habla con Culto de su nuevo álbum, Femme Fatale, el que abraza el jazz y que define como "oscuro", narrando algunas de las experiencias más dolorosas de su vida personal. "Odiaría hacer una canción súper bonita de amor que le guste a todo el mundo. Odiaría esa versión de mí. No me gustan los artistas así, me caen mal los que hacen eso", dice.

Hay una canción feroz en el nuevo disco de Mon Laferte (42), que captura casi de inmediato la atención. Es la segunda del listado y se titula Mi hombre. La viñamarina la interpreta con el dramatismo y la sensibilidad que son rúbrica de la casa, salvo un pequeño detalle: no es una composición de ella. Es una adaptación de la leyenda estadounidense del jazz Billie Holiday, quien a su vez la llevó al inglés bajo el nombre de My man a partir de una vieja pieza francesa de los años 20.
En la versión en español de Laferte, parte de su letra dice: “Él me miente/me pega fuerte/es que yo lo amo tanto/él no sabe cuánto”. Luego remata: “Sea lo que mi hombre es/ por siempre su mujer seré”.
“Es una canción súper funable, estoy segura que me van a funar por esas canciones”, admite la cantante ahora entre risas nerviosas, sentada en un hotel del sector oriente de la capital para promocionar precisamente su nuevo trabajo, Femme Fatale, ya disponible en plataformas digitales.
Luego sigue: “Es funable porque dice que ‘no me importa que me pegue, que me trate pésimo, yo lo amo’. Pero mi intención no es endiosar, ni enaltecer, ni romantizar el ‘péguenme’, sino que es más bien la ironía de cómo suena esto en el 2025 y cómo era súper normal en los años 40, cuando se grabó. Y que sigue pasando. Eso es muy fuerte. O sea, es menos, pero aún así sigue sucediendo este abuso de poder y la violencia de género. Por eso, si escuchas la canción literalmente, me van a funar, obvio. Tiene una letra que uno se sorprende al escucharla totalmente. Y obviamente le puse de mi experiencia, hay de mi cosecha también en la canción”.
Pese a que es un tema ajeno, Mi hombre parece parte de la médula del cancionero de Laferte, como si se tratara de un relato propio diseñado según los pasajes a tajo abierto que ha narrado en documentales o en otras composiciones a lo largo de su trayectoria. Además, sintetiza de modo categórico uno de los discos más íntimos y personales de su carrera, si es que eso es posible en una artista habituada desde sus inicios a no camuflar sus cicatrices.

Un álbum donde relatos de relaciones abusivas y capítulos traumáticos parecen apagar su dolor al envolverse en la ambientación tenue, solemne y espectral del jazz y las melodías del viejo Broadway, reemplazando la voluptuosidad de beats electrónicos y ritmos contemporáneos que significó su antecesor, el aplaudido Autopoiética (2023).
Y para lograrlo, Laferte no sólo tiñó su pelo de platinado a lo Marilyn Monroe o viajó hasta la música pretérita de Billie Holiday; también debió ir de vuelta hasta su propio yo de hace una década, justo cuando el éxito empezaba a golpear su puerta.
“Hice el ejercicio de ir a mis notas de voz y mis notas escritas del teléfono, del 2015-2016. Era para rescatar lo que tenía. Algo debe haber en mi celular en estos últimos diez años de escrito, melodías o lo que sea, y encontré muchísimo material. Casi siempre que escribo cosas en mi teléfono o grabo audio es cuando estoy un poquito más down. Porque me pongo muy nostálgica. Incluso tengo notas mías hablando, hablándome a mí misma en la madrugada, filosofando o simplemente existiendo”.
-¿Qué le generó escuchar esas notas?
Mucha vergüenza, la verdad. Imagínate verte a ti mismo diez años atrás. Aparte me grabé en los momentos más vulnerables, no es como que me grabé en mi felicidad. Me di tristeza, me dieron ganas de decirme: “¡ey, todo va a estar bien en el futuro!" Entonces sí, por eso yo creo que está esa oscuridad en este disco.
“Y aparte son muchos periodos distintos, ¿no? O sea, tengo notas también cuando estaba embarazada, que estaba muy feliz, pero había días que me sentía perdida, porque no entendía lo que era estar embarazada. Hay de todo”.

-El jazz es un género que casi no había explorado. ¿Por qué se acercó a ese lenguaje en este disco? ¿Lo descubrió hace poco?
De todo un poco, porque cuando era chica escuchaba mucho el jazz viejito, mi mamá escuchaba Billie Holiday, como ese tipo de jazz, pero yo no lo tenía asociado como al jazz. Para mí, cuando era más adolescente, era como la música del ascensor. Yo decía “ay, qué fome el jazz”, porque tenía la idea de que era fome. Y bueno, ya más grande empecé a escuchar todo tipo de música, porque yo soy muy melómana, matea de estudiar la música, y ahí descubrí un montón de discos increíbles. Ya tenía mucho rato escuchando jazz, pero no me había picado el bichito de ponerlo en mi música.
-¿Por qué ahora sí le picó el bichito?
Es que he estado escuchando más jazz. También, esto es muy cliché, pero con mi hijo le he puesto jazz porque le gusta la trompeta. Me encanta el sonido de la trompeta. Entonces, tenemos muchos vinilos en la casa y a él le gusta poner el vinilo. Nos encanta Charlie Parker, por ejemplo. Y es por él que empecé a escuchar más y entonces como que me conecté y ahí está.
-¿Por qué hizo un disco tan distinto a Autopoiética? ¿Lo pensó de esa forma o se fue dando de manera espontánea?
Lo primero que tuve en la cabeza, antes de pensar en un estilo musical o por dónde iba a ir el proyecto, fue pensar en el título. Femme Fatale. Y pensé en una estética y en una sensación, como en colores más que en un estilo musical. Y poco a poco fueron surgiendo las canciones que me fueron llevando hacia el universo del jazz y salieron un par y después me fui por ese camino. De las primeras que salieron fue Femme Fatale y ahí fue una decisión consciente a mitad de camino de seguir por ahí, por el rumbo del jazz, y también por esta oscuridad.
El gran señor de la cobardía
En ese arco que Laferte rotula de “oscuridad”, también hay otro tema en el álbum donde asoma una vida agrietada. Se trata de El gran señor, donde describe a un hombre del que sentía temor y con el que forjó un vínculo tóxico.
“Miedo es lo que yo sentía/mi corazón se moría/Él se robó lo mejor de mí/ El gran señor de la cobardía”, cuenta su letra. Se puede intuir que retrata a una de las parejas que definió su vida: según contó en el documental Mon Laferte: te amo (2024), de Netflix, a los 13 años se fue a cantar a clubes deportivos y se emparejó con un hombre 21 años mayor, un payaso callejero que no sabía leer ni escribir, casado y con hijos, que funcionó como una suerte de mánager y que ejerció sobre ella manipulación emocional, psicológica y económica.
“Es una canción que habla de mi juventud, de mi adolescencia”, reafirma escueta.
1:30 también es otra pieza inquieta donde recita e improvisa acerca de experiencias tórridas sobre una base acelerada de piano y contrabajo, mientras que Veracruz tributa la pasión que significó otro de sus grandes amores, el productor César Ceja, fallecido en 2022.
-No tiene temor en volver constantemente a esos períodos de su vida, antes de la fama. Sucedió por ejemplo también en el reciente documental de Netflix. ¿Por qué? ¿Le sana?
Bueno, en el caso del documental, yo no busqué ir a ese lugar. El documental tampoco lo hice yo. Es una creación de una productora con las directoras, Joana (Repossi) y Cami (Grandi). Y más bien ellas me fueron llevando por ese camino, porque me sentí tan en confianza que empecé a hablarlo. De hecho, yo creo que es la primera vez que hablo tan abiertamente sobre mi vida personal, mi pasado. Y fue por la cercanía que sentí con ellas.
“Pero sí en mis canciones soy muy confesional y tiene que ver porque realmente no sé escribir de otra forma. Hay artistas que crean conceptos sobre algo y escriben historias inspiradas en la mitología o quién sabe qué. A mí me cuesta, no sé hacer ese ejercicio. Lo único que me queda a mí es ir a mi experiencia, a mi vida, y ponerlo sobre papel. Y claro, lo que pasa es que con el tiempo, como ya he escrito tantas canciones sobre lo que vivo, lo que veo, llega un momento en que tengo que ir más para adentro, a la profundidad. Aunque eso cause incomodidad. A mí, por lo menos”.
-¿Le causa incomodidad a momento abordar esos temas? Me imagino que es una incomodidad que también la mueve.
Y me gusta. Parece una contradicción, pero es incómodo y mientras más incómodo para mí es, significa que está bien, porque es real, es honesto. No estoy en una zona de confort como ‘ah, hice una canción súper bonita de amor que le va a gustar a todo el mundo’. Odiaría hacer eso. Odiaría esa versión de mí. Porque no me gustan los artistas así, me caen mal los artistas que hacen eso. Me gustan los que son súper viscerales, ¿sabes?
-1:30 también es otra canción muy visceral.
Ahí me liberé, me solté porque no tenía el problema de la melodía. Quise recitarlo. Yo escribo muchos poemas y tengo mucho material escrito y tomé de eso e hice ahí también un cadáver exquisito. Y esa canción, de hecho, fue dentro de todo el universo del jazz. Yo quería tener una ‘impro’, porque el jazz es eso, ¿no? Improvisación. Entonces lo que hicimos fue juntar a un trío de músicos. De hecho, el baterista es chileno. Y quería que fuera frenética, rápida, que tuviera un bajo medio descontrolado y ellos empezaron a improvisar y, bueno, la hicimos varias veces, como varias tomas de impro y esa es la que quedó.
-¿Cree que la clave de su éxito está en mostrarse con esta honestidad brutal en las canciones?
Sí, yo creo que sí. Pero tampoco sé cómo sería si no fuera así. A lo mejor sería más exitosa.
Quiero ser una mujer normal
En el éxito actual de Mon Laferte, el álbum Femme Fatale cierra precisamente poniendo foco en su vida presente. Como si el inicio y la mitad del disco fueran una bitácora de su ayer para sobre el final dar paso a la artista y mujer de hoy, encerrando una suerte de concepto que une las 14 canciones.
Vida normal es la composición donde se pregunta sobre ella misma “quién es esa mujer que se parece cada vez más a mi mamá”, donde anhela que “sólo quiero una vida normal” y “nada de mierda bipolar”, donde reconoce que “aunque deje el alcohol me aburro, pero sé que así es mejor”, a la par que promete que “voy a dejar de fumar” y “el sexo voy a bajar”.
Esa rutina que aspira a un vivir más sosegado puede abrir un episodio intenso en 2026, pero que de alguna forma es parte de una agenda “normal” para una figura de su estatura: según pudo saber Culto, la voz de Tu falta de querer es uno de los nombres casi resueltos para el próximo Festival de Viña del Mar, lo que significaría su regreso tras su consagratorio show de 2017 y su tensa presentación de 2020. Se podría confirmar durante la primera semana de noviembre.

La cantante no desmiente tal información y sólo asegura: “Yo siempre que me inviten a Viña voy a venir. Lo digo hoy y lo voy a decir siempre, porque para mí Viña fue un antes y un después en mi carrera. Entonces… me invitan y yo digo que sí”.
-El disco se cierra con usted anhelando una vida normal. Es como si aspirara a ser otra persona.
Esa fue la última que escribí. Y la última del disco, para cerrar el álbum. Y me gustaría tener una vida normal. O sea, es muy loco. Pero creo que tiene que ver con estar tanto de giras. El año pasado fue un año duro. O sea, estuve seis meses sin volver a casa ni un día. Y siendo mamá, estando con mi familia, de repente se siente muy inestable y esta necesidad de darle a mi hijo un lugar seguro. Que no sienta que la vida es en hoteles. Entonces, eso como que me pesa más ahora.
Mon Laferte dice estas palabras justo minutos después de que su hijo, Joel, de tres años, aparece para abrazarla en mitad de la rueda de entrevistas con medios chilenos durante su último paso por el país hace unos días.
-¿Y puede transmitirle a su hijo una vida normal?
Intento darle una rutina y una vida lo más estable posible, ¿no? Dentro de las posibilidades que tengo. Esta es la vida que nos tocó. Pero hay algo en mí como esta cosa de creerse mala mamá que debería estar en casa, ir al colegio todos los días y tener esa vida normal, ¿no? Y lo intento. Igual va al jardín.
“Este año, por ejemplo, todo el año fue al jardín e hizo cosas de niños normales. Y el próximo año nos vamos a tener que ir de gira. Y ahí de nuevo todo va a ser anormal”.
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