Por Claudio VergaraPor qué Rosalía ha sido comparada con Julio Iglesias a partir de su impresionante disco Lux
Desde hace un tiempo, Rosalía ha sido catalogada como la mayor estrella musical surgida en España después de Julio Iglesias. Con su reciente título, ha sumado otro paralelo: ambos intentaron cantar en la mayor cantidad de idiomas posible. ¿Puede ser esa una similitud definitiva con el hombre de La Vida Sigue Igual?

“Es el fenómeno español por antonomasia, desde los tiempos de Julio Iglesias que no se había visto un fenómeno como este a nivel universal”. El diagnóstico es de Santi Carrillo, reputado periodista musical español y director de la legendaria revista Rockdelux, quien en junio pasado ya establecía que la artista podía situarse de igual a igual con el mayor astro de España de todos los tiempos.
Lo que Carrillo quizás aún no intuía con claridad es que venía algo que reforzaría aún más ese paralelo. Una avanzada telúrica: Lux, el nuevo disco de Rosalía, aparecido el pasado viernes 7 y que ha noqueado a la crítica global por su colosal arquitectura orquestal, además de exhibir a la intérprete cantando en 13 idiomas. Árabe, siciliano, latín, chino, inglés, catalán, ucraniano y su natal español desfilan, entre otras lenguas, en una pieza titánica, que ya ha sido apuntada entre lo mejor de la temporada.
Y ahí viene la otra similitud con Iglesias. “Un ejemplo de esto ocurre con la utilización de hasta 13 idiomas en el disco de Rosalía, todos entonados por la protagonista. Esto ya lo inventó otro cantante colonizador, Julio Iglesias, que grababa sus trabajos en varias lenguas (hasta en japonés)”, escribe Carlos Marcos en su reseña de Lux para El País.
En todas las jergas
De alguna forma, Iglesias intentó el mismo arrojo políglota cuando se lanzó a la conquista del mundo a fines de los 80, luego de que Latinoamérica ya ingresara en su bolsillo, gracias a hitos como su paso por el Estadio Nacional de Santiago en 1977 o su posterior escala en el Festival de Viña en 1981, donde capturó todos los flashes.
Igual que Rosalía en los 2020, a Iglesias en los 70 y 80 le tocaba tumbar el planeta, por lo que planificó una fórmula para que nadie se sintiera excluido: cantar en todos los idiomas posibles, llegar hasta el último rincón imaginable, para que el español -una lengua que en ese minuto no tenía el carácter universal de hoy- no resultara tan estrecho.

Para ello, en 1978 instaló su residencia oficial en Miami y firmó un contrato millonario con CBS International. En ese mismo año 78, por ejemplo, lanzó su primer álbum en francés, Aimer la vie, y fue nombrado artista del año en Francia. También lanzó su tercer título en italiano, Sono un pirata, sono un signore y en ese país también fue condecorado como artista de la temporada.
Un tiempo después, en 1984, firmó un contrato mundial de publicidad y promoción con Coca Cola y lanzó su primer disco en inglés, el recordado 1100 Bel Air Place, del que se vendieron ocho millones de copias en todo el mundo. En Estados Unidos el álbum fue multiplatino y despachó cuatro millones de copias. Ahí venía el hit To all the girls I’ve loved before, cantado a dúo con Willie Nelson, además del sencillo All of you, cantado a dúo con Diana Ross.
En 1988 amasa otra aventura anglo con su segundo álbum en inglés, Non-Stop, el que incluye My love, a dúo con Stevie Wonder.
La saga de conquista mundial siguió con canciones o discos interpretados en japonés, alemán y portugués.
Pero en el caso de Iglesias hay una diferencia con Rosalía: el hombre de La vida sigue igual abrazó el hecho de cantar en otros idiomas como una estrategia de marketing más que como una narrativa artística o creativa. De hecho, reconocía que nunca aprendió a hablar inglés muy bien -lo practicaba desde los 18 años, cuando se mudó un tiempo a Londres- y que otros idiomas le resultaban incluso más difíciles.
Rosalía también ha acusado dificultades para aprender otras lenguas, pero ha recalcado que se preparó dos años con traductores o con el propio Google translate -le tocó una era con otras herramientas- para poder interpretar con el mejor acento lenguajes tan disímiles. Y en su caso, la aparición del árabe o el siciliano responde al carácter grandilocuente y cosmopolita de Lux, no sólo al ímpetu de la mercadotecnia por cazar otras plazas.

“Mientras que el objetivo de Iglesias era la conquista de mercados, en Lux se nos vende como un recurso narrativo para dar sentido a la historia”, asegura Carlos Marcos en su crítica, para luego rematar: “ ‘Si pudiera habría cantado en todos los idiomas del mundo’, dijo esta misma semana Rosalía en México, y esta declaración sonó a aquellas maximalistas proclamas del mentado Julio Iglesias cuando expandía su dominio musical allá por mediados de los ochenta”.
Aunque sus respectivas obras son distintas, y el espesor intelectual con el que se observan también subrayan distancia, hay un dictamen que no cabe duda: Rosalía es la mayor estrella mundial surgida en España después del propio Iglesias. El mismo cantante que lleva casi un lustro desaparecido de la vida pública. Quizás como una forma de darle su espacio a quien lo sucederá definitivamente en impacto comercial, influencia y aplauso planetario.
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