El retorno de las palomas mensajeras

José Alvial cría palomas hace 17 años. Hoy tiene casi 90 en su parcela de Calera de Tango. Con ellas se entretiene y compite en un pequeño circuito local.




Olvídese de lo que ha visto en la televisión: las palomas mensajeras no son blancas y tampoco pueden volar a cualquier lugar con un recado amarrado a la pata.

-Pero algo es cierto -José Alvial pretende salvar una parte del mito-. Pueden viajar distancias tremendas. Es fascinante que un pajarito de sólo 350 gramos vuele desde Puerto Montt hasta Santiago.

José Alvial (47) sintió desde siempre un gusto especial por las aves. Cuando era chico, su mamá criaba gallinas y a él le encantaba sentarse a mirarlas por largas horas. Ya de grande, visitó un día la casa de una amiga cuyo marido criaba palomas mensajeras. Quedó prendado de ellas. Ese día salió con 14 palomas bajo el brazo y como no tenía palomar, se apuró en hacer uno sobre el cobertizo del auto donde vivía entonces, en su casa de la Ciudad Satélite. Ahora tiene casi 90 en su casa de Calera de Tango y a cada una de ellas les ha asignado un número. Les da 30 gramos de comida al día y las saca a volar dos veces al día; en la mañana y en la tarde.

La cosa funciona así: las palomas siempre vuelven a su nido.

-Eso es lo que la gente no entiende -comenta al mismo tiempo que abre la puerta de su palomar y las aves salen a volar en círculos por el cielo, sin alejarse-. Cuando uno quiere mandar un mensaje tiene que enviar una paloma de propiedad de quien va a recibir el mensaje, porque lo que quiere la paloma no es entregar el recado, sino regresar a su nido, a su palomar.

Las palomas vuelan varios metros sobre la cabeza de José, hasta que él les da la señal. Bastan tres silbidos largos y seguidos para que ellas planeen y regresen. Ninguna desobedece la señal. Entran todas juntas por las ventanas del palomar instalado en el patio de su parcela. José, ex presidente de la Asociación Colombófila de Chile, las mira extasiado. Es la misma cara de un papá cuando el hijo hace una gracia.

Con los cerca de 30 socios realizan carreras casi todos los fines de semana. La noche anterior a las competencias, se reúnen a encanastar a las palomas. Las ponen en cajas plásticas, les colocan un anillo de goma de competición, una identificación en la pata, y las dejan listas para que algún voluntario viaje en auto hasta alguna ciudad y desde allí las eche a volar. Los dueños las esperan en sus respectivos palomares en Santiago y apenas llegan, meten la pulsera de identificación en un reloj constatador. Eso arroja un resultado: así saben quién tiene la paloma más rápida. Se mide velocidad, no distancia. La joya de José alguna vez voló mil kilómetros, desde Puerto Montt a Santiago. Ahora es un reproductor.

En Chile las carreras de palomas mensajeras son sólo un hobbie, pero en Argentina regalan hasta autos y en Sudáfrica entregan un millón de dólares de premio.

No cualquier paloma puede ser mensajera. Como un corredor de 100 metros planos, también debe tener características especiales.

-La estirpe y los colores de una paloma mensajera son distintos a los que uno puede reconocer en cualquiera. Su orientación es mejor. La carúncula, un relieve que tienen en la nariz, es más grande en las palomas mensajeras y en los machos es más grande aún -dice José.

Ha pagado 10 mil pesos por una paloma en Chile y hasta 50 si viene del extranjero con la garantía de que se trata de un ejemplar veloz. Nada en comparación con la paloma más cara vendida en Chile: una holandesa de 87 millones de pesos.

José cree que de repente los miran como bichos raros, como niños obsesionados con un juguete, pero el retruca: "Hay ejércitos que todavía tienen palomas, como Francia o Estados Unidos. Hay hasta palomas con medallas. En Bélgica y Argentina no se usan, pero son protegidas por el Ministerio de Defensa. Se pueden ocupar en catástrofes o en situaciones de emergencia. En Nueva York, como el tránsito es más complicado, de repente se usan para trasladar muestras de exámenes desde la periferia y los resultados se mandan por fax. En Chile, las palomas mensajeras aun están subvaloradas".

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