Quiebre con profesores, el episodio que marca el adiós definitivo de Marco Antonio Ávila del Mineduc

Marco Antonio Ávila.
FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

El profesor de Castellano protagonizó algo impensado al inicio del gobierno: distanciarse de un magisterio que a todas luces más parecía ser un aliado comprometido. Esto, sumado a una gestión que permanentemente estuvo en el ojo del huracán, incluso internamente, terminó por sacarlo de la cartera tras casi un año y medio de gestión convulsa.


Tras haber salvado en más de una oportunidad una salida que en distintos momentos se vio como inminente, finalmente el militante RD Marco Antonio Ávila terminó saliendo del Ministerio de Educación en el marco del tercer cambio de gabinete impulsado por el Presidente Gabriel Boric.

Si algo marcó su gestión, fue que cuando lograba superar una crisis, de inmediato se le aparecía otra. Así, los festejos que se dieron a mediados de julio tras el rechazo de la acusación constitucional en su contra aún no terminaban cuando se quebró definitivamente su relación con el Colegio de Profesores, gremio que a inicios del periodo presidencial parecía un aliado inquebrantable.

Y es que si bien esa relación comenzó bien, al poco andar el mea culpa que hizo por haber mantenido las escuelas cerradas durante la pandemia por tanto tiempo, algo que el Colegio siempre defendió, empezó a distanciar las posiciones, hasta que el anuncio presidencial de la postergación del pago de la deuda histórica terminó por separar los caminos de Ávila y el magisterio, al punto que en las últimas semanas hubo tres jornadas de paro nacional y continúa la amenaza de una movilización indefinida. El no haber logrado resolverlo a tiempo, dicen en las esferas de gobierno, fue uno de los puntos que pesaron a la hora no sólo de remover al ministro, sino que de definir al PC Nicolás Cataldo como su sucesor.

El gremio docente tiene su asamblea nacional el 17 y 18 de agosto y llegan con la idea de paralizar indefinidamente porque la última respuesta de Ávila, acusan, llegó tarde, y fue poco concreta. En su entorno señalan que esa respuesta la dejó “bien avanzada” antes de dejar la cartera.

Ayer, antes del cambio de gabinete, el propio presidente del magisterio, Carlos Díaz, en medio de una manifestación de trabajadoras de jardines infantiles Integra, leyó una carta en la Plaza de la Constitución, donde insistió en que esperan para este jueves una nueva respuesta del Mineduc. Agregó que si reciben “las mismas frases vagas” volverán “a repletar las calles”.

Pero esa no fue la única complejidad que enfrentó Ávila durante sus 523 días como titular de Educación. Tuvo abiertos varios flancos: altas cifras de deserción escolar, violencia en las escuelas, sus batallas perdidas por suspender el Simce y terminar con el programa de los Liceos Bicentenario, la promesa aún sin luces sobre la condonación del CAE, la idea no llevada a cabo de una actualización de catastro de infraestructura escolar a pesar de haberlo prometido y anunciado, constantes cambios en sus equipos, un creciente debilitamiento en sus redes en comunidades significativas y los autogoles con el adelanto de las vacaciones de invierno, su primer gran traspié.

En marzo debió enfrentar su altercado con una diputada previo a la votación de la reforma tributaria, cuando su continuidad estuvo en duda hasta último minuto, incluso con un bullado episodio de sillas de sobra en el salón Montt Varas donde se produciría el cambio de gabinete. Esa vez, el Mandatario optó por darle un espaldarazo político a su gestión y lo mantuvo, cambiando a dos de los tres subsecretarios de la cartera: Víctor Orellana (Educación Superior) y Alejandra Arratia (Educación).

Pero las críticas, desde hace más o menos un año, se instalaron en su contra incluso puertas adentro apuntando a la poca capacidad de gestión y escasa autocrítica. No pocos pedían que este cambio se hiciera antes, pero lo que en su momento se decidió fue, en vez de apartarlo, reforzar sus equipos.

Él, en todo caso, hasta el final defendió lo hecho. “Sin ser autocomplaciente, hay que salir de la mezquindad para que se reconozca lo que hemos hecho. No es mi nombre, es más bien la cartera, que es siempre una muy compleja”, dijo a La Tercera hace poco más de tres semanas, una vez rechazada la acusación constitucional en su contra. Ahí, de hecho, aseguró que no sentía que su nombre estuviera desgastado.

La despedida en el ministerio

A pesar de esto, ayer se concretó su adiós. Tras el acto en La Moneda, Ávila sostuvo un encuentro con el Presidente Boric en el que éste le habría manifestado que su salida no tenía que ver con una mala evaluación a su gestión (ver nota principal). Luego, caminó desde Palacio hasta el Mineduc. Antes de entrar, recibió el adiós de medio centenar de funcionarios del ministerio, entre los que se encontraban los subsecretarios Orellana (Educación Superior), Arratia (Educación) y Claudia Lagos (Educación Parvularia).

“Cuando llegamos, llegamos también con mucha gente en el hall y hoy día también toca irme con todos ustedes aquí, así que yo sólo agradecerles a cada uno de los equipos”, comenzó diciendo en un improvisado discurso de despedida.

“Como acabo de decir en la prensa, yo creo que no hay mejor nombre para mi reemplazo que el de Nicolás Cataldo, que es alguien que va a respetar el programa (...) Lo conversamos con el Presidente y aquí, a no bajar los brazos porque seguimos. Nos queda deuda educativa, deuda histórica, educación sexual integral y además, la modificación del sistema de aseguramiento de la calidad”, añadió.

Con su adiós, Revolución Democrática, partido en el cual milita, perdió la cartera educativa, así como ya había sufrido el Ministerio de Desarrollo Social tras la renuncia de Giorgio Jackson la semana pasada y la confirmación como su sucesora de la hasta ayer ministra de Bienes Nacionales, Javiera Toro (Comunes).

Aquí no hay renuncias, si bien internamente muchos aluden esto como una pérdida importante para mi partido, este no es el minuto de mirar la cuestión chica, sino mirar el proyecto del Presidente Boric”, dijo Ávila a los presentes al respecto.

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