El humilde Sheriff le propina una de sus derrotas más dolorosas al Real Madrid

El Sheriff celebra la victoria ante el Real Madrid. (Reuters)

El equipo afincado en Transnistria da uno de los golpes más potentes en el último tiempo en la Champions League y vence por 1-2 al Real Madrid, en el Santiago Bernabéu. Un golazo de Thill en el penúltimo minuto de juego determinó la victoria del equipo que compite en la liga moldava.



El Sheriff Tiraspol escribe otro capítulo más en su histórica campaña en la actual edición de la Champions League. El equipo de Transnistria, una nación que ni siquiera goza de reconocimiento como estado, le clava un disparo al corazón del Real Madrid, la escuadra más ganadora de la competencia. Y lo hace a domicilio, donde se impone por 1-2 en una mezcla de fútbol, sacrificio, pero, sobre todo, de proeza.

Hay que tener en cuenta ese elemento como clave para resumir el partido. Porque las diferencias entre uno y otro equipo son evidentes. A nivel de presupuesto, de jerarquía individual, de trayectoria. En todo lo que se pueda medir objetivamente, el resultado favorecería al equipo merengue. Pero la escuadra que compite en liga moldava puso lo otro: la actitud y, sobre todo la inspiración. Esa inspiración que tuvo Sebastien Thill, en los 89′, para clavar un disparo en el ángulo superior derecho del arco de Thibaut Courtois, cuya estirada resultó insuficiente para impedir la hazaña.

Gustavo Dulanto celebra la victoria sobre el Madrid (Foto: Reuters)

No se amilanó

El Sheriff ya había puesto la alarma. Temprano, en los 25′, conseguía sorprender al mundo, cuando se ponía en ventaja, a través del uzbeko Jasurbek Yakhshiboev. Como si se tratara de una burla del destino, el centro lo sacó Cristiano, el homónimo del delantero que triunfó con la camiseta merengue y ahora se vuelve a lucir en el Manchester United. El mismo que, en función de esa coincidencia, había sido ovacionado por los seguidores de la Casa Blanca, claro está, con un toque de sorna que después tuvieron que tragarse.

El Madrid, de hecho tuvo que sufrir. Mucho más de lo que pudo haber estado en la mente incluso del más pesimista. Tanto que tuvo que irse al descanso con la derrota parcial y apenas habiendo ofrecido algunos aislados atisbos de buen juego, más asociados al amor propio que a la calidad que se le debe reclamar a una de las plantillas más prolíficas del mundo. Sin embargo, en los 65′, mediante un lanzamiento penal, Karim Benzema, logró restablecer el orden. Al menos el que parecía predefinido para un duelo entre un todopoderoso y un equipo que lucha contra todas las limitaciones metido entre los más grandes del Viejo Continente.

Carlo Ancelotti se jugó todas sus cartas por salvar lo que, incluso hasta ahí, ya parecía una afrenta. Rediseño sus escuadra para darle un perfil, en apariencia, irresistiblemente ofensivo, con Vinicius convertido en el eje, pero con un apoyo numeroso desde todos lados. Pero el Sheriff estaba decidido a reescribir la historia. Y no se amilanó con la igualdad merengue. Por el contrario, siguió intentándolo. Y obtuvo premio con ese disparo inatajable de Thill, que fue celebrado como el principal logro del club en toda su existencia. Con un disparo directo al corazón madridista, el Bernabéu se derrumbaba en una sorpresa de proporciones. El mundo, por cierto, quedaba blanco. Esta vez, por el impacto.

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