
Felipe Fuenzalida, expsicólogo de la Sub 20: “Nicolás Córdova tiene rigidez cognitiva; cree que tiene la verdad absoluta”
El profesional llevaba nueve años trabajando con diversas selecciones nacionales, con las que fue a mundiales y Juegos Olímpicos. Desde ese puesto conoció de cerca la forma de desempeñarse del actual jefe técnico: "Su liderazgo es muy autoritario y poco colaborativo", establece.

Durante nueve años, Felipe Fuenzalida fue psicólogo de las distintas selecciones chilenas, donde estuvo en cuatro mundiales y en los Juegos Olímpicos de Tokio. Sin embargo, su estadía terminó abruptamente por diferencias con Nicolás Córdova, el jefe técnico de las selecciones menores y DT de la Sub 20 en el Mundial.
¿Por qué decide hablar sobre este tema?
Porque me parece que la Selección representa mucho para el país; es un símbolo, genera mucha atracción. Está muy asociada con la alegría de Chile, es transversal y me parece que lo que se está haciendo está lleno de errores, está lleno de falta de prolijidad y creo que existe un momento en que efectivamente uno tiene que de alguna manera levantar la mano, plantear sus inquietudes, sobre todo, cuando ha conocido en detalle el trabajo.
¿Por qué no habló antes sobre esta situación?
Es que yo creo que hay un tema de funcionamiento ahí que deja muy poco espacio para generar instancias distintas a las que ellos piensan. En el fondo hay una rigidez, una forma muy obtusa de trabajar, hay mucho ostracismo también y, sobre todo hermetismo. Y agregaría otro elemento.
¿Cuál sería?
Mucha arrogancia. Arrogancia en términos de creer que se tiene la fórmula mágica, que es la única manera para aproximarnos al alto rendimiento, cuando el alto rendimiento es la consecuencia de un conjunto de factores que interactúan, que se alinean, y trabajan de manera sistémica. Pero cuando uno tiene un sesgo de origen, como ocurre hoy, es muy difícil poder permear desde una mirada crítica, una mirada aportativa, desde la experiencia que uno tiene.
¿Y esa arrogancia viene de Nicolás Córdova?
Sin duda. Córdova es una persona que no escucha, que tiene una única visión sobre las cosas, que cree que lo que él plantea es la verdad absoluta, y además se rodea de gente sin experiencia. Eso también tiene mucha gravedad, porque cuando uno arma un equipo de trabajo debe tener contrapartes que te puedan rebatir, discutir o proponer ideas distintas. Pero si tú revisas la configuración del cuerpo técnico de Córdova, es gente que no tiene experiencia en megaeventos, que no ha estado en instancias importantes, y eso también habla del estilo y la personalidad del entrenador, que prefiere rodearse de personas que todo el tiempo van a estar replicando lo que él dice y no lo van a confrontar.
¿Por qué?
La confrontación también es parte de la construcción de la crítica, porque uno tiene que ser capaz al interior de un equipo de trabajo de tener visiones distintas. Es la única manera de crecer, y en el alto rendimiento es central la capacidad de darse cuenta de dónde estamos; de que podemos hacerlo de una forma distinta, de aceptar la diversidad de opiniones y generar este espacio de construcción colectiva... Pero cuando el liderazgo es tan unipersonal y el resto simplemente funciona más en términos operativos que de ser capaces de también construir o ser parte del relato, evidentemente es muy difícil que una persona pueda sostener un proyecto si no tiene un equipo de trabajo con experiencia y logros.
¿Cómo se da el quiebre entre ustedes?
Alcancé a estar seis o siete meses con él, pero rápidamente me di cuenta de que era muy complejo trabajar con él, porque necesita que le confirmen todo el rato lo que quiere escuchar; tiene cero capacidad de diálogo, y eso habla de sus rasgos de inseguridad totales. O sea, tú ves como él confronta a la prensa. Me gustaría revisar todas las entrevistas suyas durante el Mundial... En ningún momento dijo, “pude haber hecho algo distinto en la cancha”, “quizás me equivoqué en los cambios o en el planteamiento”. Todo lo circunscribe a que tuvo muchas ocasiones de gol y no fue capaz de concretarlas. Esa es una mirada reduccionista de un fenómeno, y un líder debe tener una visión mucho más amplia.
Un poco parecido a lo que ocurrió con Nicolás Suárez...
Totalmente, y eso es muy grave porque hablamos de jugadores que ya son adultos, pero que todavía están cerrando su proceso formativo. Uno tiene que incentivar y desarrollar en ellos la capacidad de ser conscientes de lo que ocurre, de incentivar esa crítica... Un deportista de alto rendimiento solamente crece cuando es capaz de darse cuenta de lo que ocurre. Porque si uno cree que todo lo hace bien, ¿cuál es el margen de mejora? ¿Cómo puedo hacer ajustes y modificaciones para seguir creciendo?
¿Repite el relato del entrenador, a su juicio?
Se arma un relato por parte del entrenador, que lo absorben los jugadores de forma literal, y finalmente da la sensación de que todo es perfecto, que todo funciona sin posibilidades de error, y eso es muy complejo. Habla también del estilo liderazgo, porque finalmente está inhabilitando la posibilidad de que estos chicos puedan darse cuenta de lo que ocurre. Entonces, al final, si todo está bien, ¿para qué vamos a hacer cosas distintas? ¿Para qué vamos a escuchar a los que están fuera del sistema? Finalmente se instala la idea de que todo el que piense distinto es un enemigo y el funcionamiento básico está sostenido sobre una percepción distorsionada de la realidad.
¿Él tomó la decisión de sacarlo a usted de su puesto?
Sí, él toma la decisión de sacarme porque venía con una persona, con una colega, que no tenía prácticamente experiencia en el fútbol, y que esa colega trajo un ayudante. En el fondo él planteó que era la persona con la que quería trabajar. Y ahí yo quiero hacer un punto, porque independientemente de que pueda ser yo o no, en la Selección tiene que estar la gente más preparada, con más experiencia, con más recorrido, por sobre todo que haya vivido megaventos, porque finalmente en la Selección tú estás permanentemente con la posibilidad real de estar en mundiales. Tú no puedes improvisar. Pero cuando tú te quieres rodear de gente que te va a decir todo que sí, claro, da lo mismo la capacidad técnica, da lo mismo el conocimiento, da lo mismo el currículum, porque tú quieres personas que te vayan confirmando tu relato. Es tremendamente peligroso en el alto rendimiento rodearte de personas que jamás te discuten, que tú les das una instrucción y ellos la van a ejecutar, pero no se van a parar contigo y plantearte, “mira, quizás esto lo podríamos hacer distinto”.
¿Es un tipo de liderazgo autoritario?
Él promueve e incentiva equipos de trabajo donde no hay circulación de ideas, donde no se pueden contrastar las opiniones, y simplemente todos tienen que alinearse con él, porque es un liderazgo muy autoritario, un liderazgo poco colaborativo, y hoy en el alto rendimiento es clave el liderazgo colaborativo, donde podemos confrontar ideas...
¿Y eso cómo se ve en los procesos?
Imagínate que sumó un coach cinco o seis semanas antes del Mundial. Cuando uno trabaja con los deportistas, se tienen que hacer procesos, sobre todo en esta etapa. Además este coach es una persona de confianza absoluta de él, pero que evidentemente no le va a contraargumentar.
¿Cómo ha visto a Córdova en situaciones de estrés?
Es un tema no menor. Un entrenador de élite, debe ser capaz de tomar decisiones en contextos estresores. Tener un cuerpo técnico con conocimiento amplio es relevante, pero sobre todo lo es la transferencia que tú haces a la realidad. Puedo saber mucho, pero tengo que saber qué hacer con esa información en contextos específicos. Entonces, él en momentos estresores, como en la toma de decisiones durante los partidos, se paraliza, y la calidad de esa toma de decisiones es deficitaria. Como está excesivamente tenso, no es capaz de reflexionar.
¿En qué situaciones lo notó?
Por ejemplo, en uno de los goles de México usó la tarjeta verde, cuando por reglamento todos los goles son revisados. Entonces, no es necesario quemar una tarjeta en eso. Seguramente él sabía el reglamento, pero esa situación estresora lo desborda y comete esos errores básicos, que hasta pueden impactar en el resultado final del partido. El cuarto árbitro obviamente se la devuelve y le dice que no corresponde. Entonces esto habla de su rigidez cognitiva, que es la imposibilidad de tomar decisiones pensantes, analíticas, en contexto estresorio.
Córdova dijo qué él no podía hacerse cargo de lo que había antes de su llegada. ¿Qué le parece?
Ahí te das cuenta de que siempre, y esto es muy importante, cuando uno está liderando un equipo de trabajo, tiene que ser responsable con las cosas que uno despliega en el tiempo. O sea, él tenía claro el diagnóstico, pero eso lo tenemos claro todos quienes trabajamos en el fútbol hace, 25 años. Ahora, tú tomas una selección y tienes dos años para trabajar, que es un periodo más que prudente. Lo mínimo que uno espera luego de trabajar dos años, es que haya una idea, una forma, una propuesta, que haya una identidad. Pero cuando no consigue nada de eso, evidentemente es responsabilidad del entrenador. Obviamente, que dadas las condiciones de base, probablemente el techo de esos jugadores no sea tan alto, pero yo pregunto: en este lapso, ¿hubo un crecimiento en la Selección? ¿Hubo jugadores que tú puedas decir que tienen recursos y herramientas para sumarse a una adulta?
Los números tampoco parecen acompañarlo...
Hagamos el contraste entre el rendimiento del Sudamericano y el del Mundial. ¿Hay un desarrollo? ¿Hay una evolución? Evidentemente que todos los números también están en contra de él. Si tú revisas su trayectoria en la Selección, él parte siendo ayudante de Tocalli en una Sub 20, que es una de las peores Sub 20 de la historia. Después toma la Sub 15 y tiene el peor rendimiento de la historia, con todos los partidos perdidos. Después toma la Sub 23, queda eliminado en primera fase. Tiene tres partidos con la adulta, saca un punto de nueve, tiene peor rendimiento que Berizzo y Gareca, con un 11%. Tiene la Sub 20 en el Sudamericano, y en la fase final saca un punto de 15... El 25% de rendimiento ahora en el Mundial... Entonces, con esos números, mínimamente un entrenador debe ser capaz de decir, “algo probablemente estoy haciendo mal”. Debe tener los números más malos de la historia para un entrenador en Chile.
¿Le llama la atención que Felipe Correa lo ratifique hasta 2030?
Absolutamente, yo entiendo que en la etapa formativa hay que generar procesos, está perfecto, pero esto es la Selección, donde uno está sometido permanentemente a la evaluación, porque si no sería muy fácil... “Ya, te doy carta blanca a 10 años, haz lo que quieras”, pero tiene que haber una evaluación constante. Entonces, si yo sumo fracaso tras fracaso, por lo menos me tengo que detener y como equipo directivo considerar la variable rendimiento. Eso también habla de la decadencia de la ANFP, que históricamente ha generado permanencia o no de los entrenadores en base a su rendimiento. Yo creo que la excelencia que implica la Selección se perdió, porque parece que perder les da lo mismo.
¿Cómo se puede cambiar esto?
Con una mirada estructural distinta y convocar a gente con experiencia en selecciones. Pienso en Héctor Pinto, Vladimir Bigorra, gente que en su momento generó lineamientos a través de la Unidad Técnica Nacional. Debe haber una estructura que se sostenga en un proyecto y no en una persona. No se le puede entregar la llave de la ANFP a una sola persona. Por lo tanto, debe haber muchas personas alineadas, capacitadas, preparadas, con experiencia, que entre todos construyan un proyecto. Yo no entiendo qué hace fuera del sistema Hernan Caputto, que clasificó a dos Mundiales Sub 17 consecutivos. La lógica, si hablan de continuidad de procesos, era mantenerlo. Conocía perfectamente a los jugadores. En fin, hay muchos errores no forzados y terminamos en este contexto deprimente. Creo que vamos a seguir marcando el paso y dependiendo de que aparezcan un par de buenos jugadores en una generación, y a partir del talento individual podamos aspirar a ir Mundial. Pero no hay políticas claras.
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