El Deportivo

Múltiples llamados y fuertes sanciones: los detalles del plan de “tolerancia cero” de la UC en el Claro Arena

El cuadro precordillerano le aplicó duras sanciones a los hinchas que en el Clásico Universitario buscaron vulnerar los dispositivos de seguridad. En Cruzados han sido enfáticos con los avisos de las eventuales penas para quienes no respeten las normas en su remozado reducto.

Múltiples llamados y fuertes sanciones: los detalles del plan de “tolerancia cero” de la UC en el Claro Arena. JONNATHAN OYARZUN/PHOTOSPORT

Universidad Católica ha convertido su regreso a casa en una declaración de principios. En el Claro Arena, su moderno estadio inaugurado este año, el club ha desplegado un modelo de gestión que combina tecnología, prevención y una política disciplinaria sin matices. Una suerte de “tolerancia cero”. Quien transgrede las normas, no vuelve a entrar.

El Clásico Universitario del domingo, el primero disputado en el nuevo recinto, fue un nuevo examen para el sistema de control y seguridad de Cruzados. Y la respuesta fue inmediata. A los pocos días del triunfo ante Universidad de Chile, la concesionaria informó la aplicación del derecho de admisión a cinco personas identificadas por conductas graves. Dos de ellas fueron sancionadas con seis años de prohibición por lanzar objetos y por intentar agredir a jugadores. Las otras tres recibieron cuatro años de castigo por mal uso de acreditaciones.

Las medidas no son aisladas. Hace poco más de un mes, durante el evento “Adiós Capitanes”, en que se despidieron José Pedro Fuenzalida, Cristián Álvarez y Milovan Mirosevic, ya se había aplicado una sanción ejemplificadora: un hincha fue vetado por dos años tras ingresar al recinto sin ticket. La cámara de reconocimiento del sistema de vigilancia lo delató.

Sin rejas, pero con ojos en todas partes

El nuevo reducto fue diseñado para convertirse en un espacio sin rejas, pensado para un público que responda a la confianza. Esa decisión, que busca mejorar la experiencia visual y la cercanía con el juego, lleva también a la existencia de advertencias constantes y a condenas severas en caso de detectar desordenes. “Tenemos un estadio sin rejas, que exige un comportamiento ejemplar. Todos saben que cualquier persona que cometa un acto inapropiado será identificado y sancionado”, explicó el presidente de Cruzados, Juan Tagle a El Deportivo. La frase resume la política institucional.

Hinchas de la UC en el Claro Arena. FELIPE ZANCA/PHOTOSPORT

El sistema de seguridad del Claro Arena es inédito en Chile. Más de 200 cámaras de alta resolución, muchas de ellas con inteligencia artificial, vigilan el interior y los accesos. Están distribuidas en tres anillos de cobertura, con capacidad para detectar movimientos anómalos y registrar rostros con precisión. A esto se suman torniquetes electrónicos en todos los ingresos y la inminente implementación del sistema de reconocimiento facial.

Por ahora, la UC sigue ajustando la coordinación con la ANFP para cumplir los requisitos de protección de datos personales, pero la meta es que el ingreso se realice en segundos y sin margen de error.

Aunque el club destaca el comportamiento de su público, la dirigencia reconoce que el proceso aún está en fase de rodaje. “Estamos en un camino de aprendizaje”, admite Tagle. Durante el año, Cruzados ha trabajado para afinar aspectos operativos y el funcionamiento de su sistema de control.

El Clásico Universitario fue el evento más exigente desde la reapertura. El estadio funcionó a plena capacidad, con 19 mil asistentes, y bajo una batería de protocolos que incluyeron llamados permanentes a no sentarse en las escaleras, no subirse a los asientos ni pegar stickers en las estructuras. Desde la megafonía se insistió en que el cumplimiento de las normas no es un asunto menor, sino un requisito para conservar un espacio sin barreras.

La aplicación de sanciones tras los primeros eventos sienta un precedente que trasciende al club. La UC no solo busca garantizar la seguridad en su casa, sino también proyectar una imagen institucional de orden y responsabilidad que contraste con los episodios de violencia que siguen afectando al fútbol chileno. Los castigos, que pueden ir desde uno hasta diez años de prohibición, son respaldados por la Ley 19.327, la llamada Ley de Deberes y Derechos en los espectáculos de fútbol profesional. El mensaje se repite en cada comunicación del club.

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