Novak Djokovic impone su jerarquía en un partidazo ante Nick Kyrgios y conquista Wimbledon por séptima vez

Djokovic besa el trofeo de Wimbledon. FOTO: Reuters.

El serbio se quedó con el certamen, tras doblegar por 4-6, 6-3, 6-4 y 7-6(3) al australiano. Así, Nole alcanzó su Grand Slam número 21 y quedó a uno de los 22 de Rafael Nadal.



Novak Djokovic impuso su jerarquía ante Nick Kyrgios y conquistó Wimbledon por séptima vez. En un partidazo, el serbio doblegó por 4-6, 6-3, 6-4, 7-6(3) al australiano y alcanzó su Grand Slam número 21, quedando a uno de los 22 que registra Rafael Nadal, el más ganador de este tipo de torneos.

El arranque fue parejo en la Catedral. Ambos jugadores demostraron su hambre de quedarse con el triunfo, por lo que cometer la menor cantidad de errores iba a ser fundamental para conseguir aquello. Pese a comenzar con una doble falta, Djokovic logró quedarse con el primer juego del encuentro, luego de los errores cometidos en las devoluciones por parte de su rival, quien rápidamente se repuso con ace incluido para igualar la manga.

Fue en el quinto juego del día en el que llegó el primer quiebre de la jornada. El Bad Boy puso en aprietos a Nole, rompiéndole el servicio y poniéndose 2-3 arriba en el marcador en el set inicial. Kyrgios ratificó su buen comienzo cuidando su saque y aumentando la diferencia a 2-4. Se notaba más cómodo que su rival e incluso tuvo la tranquilidad para hacer un lujo, golpeando la pelota por entremedio de las piernas, en una acción que fue ovacionada por el público.

Djokovic dio la pelea, sin embargo, no le bastó para estirar la manga. El australiano, quien borró al chileno Christian Garin de la competencia en los cuartos de final, estaba jugando a gran nivel. Sólido tanto en los servicios como en las devoluciones, ante un rival que sufrió, pero que en ningún momento perdió el foco. Kyrgios se lució con ocho aces y no le dio ni una sola chance de quiebre al serbio.

Nole estaba obligado a recuperar terreno. Y comenzó la segunda manga a alto nivel, aunque el Bad Boy tampoco estaba dispuesto a regalar nada. En el cuarto game, una desconcentración de Kyrgios fue aprovechada por Djokovic, quien firmó su primer quiebre del partido y luego aumentó su ventaja, tras un disputado juego.

El australiano dio batalla para intentar igualar el cotejo. No obstante, Djoker mantuvo la concentración y, pese a que sufrió hasta el final, logró amarrar el parcial. En el noveno juego, el australiano se puso 0-40 y parecía que estaba encaminado al quiebre, pero el europeo sacó toda su experiencia para remar desde atrás e igualar el encuentro.

La tónica se mantuvo en el tercer set. Una lucha mano a mano que ninguno quería perder. Kyrgios evitó un quiebre en contra en el primer juego, el cual ganó con un ace. Djokovic también cumplió en lo suyo y no le dio oportunidades a su adversario, quien en el quinto game discutió con uno de los jueces, recibiendo una advertencia por aquello. Su queja era que una de las personas hablaba para distraer sus servicios.

El cotejo fue disminuyendo su ritmo. Principalmente, porque ambos estaban cumpliendo en sus saques y con la concentración a tope. Pero Bad Boy se distrajo sobre el final del parcial y Djokovic no lo perdonó. Aunque otra vez estaba arriba por 40-0 en el noveno juego, Nole logró cinco puntos al hilo y quedó a un paso de ganar la manga. Y así fue. El australiano se desesperó y estalló de rabia, discutiendo constantemente con su box. A esa altura, ya sabía que tenía el panorama muy cuesta arriba, ante el ex número uno del mundo.

El cuarto set fue un mano a mano apasionante. Con ambos exhibiendo su mejor versión. Djokovic se notó cómodo en los saques, pero Kyrgios tampoco aflojó para seguir combatiendo. Aún tenía chances y las iba a pelear. Y Nole, por su parte, tampoco le dio respiro.

Al final, la manga se estiró hasta el tie break, instancia en la que el serbio dominó para terminar festejando la corona. Pese al partidazo que realizó Bad Boy, terminó pagando caro sus desconcentraciones y con Djokovic cualquier error es imperdonable. Un nuevo Grand Slam a su palmarés y, seguramente, va por más.

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