¿Cuál es el margen de maniobra de Boric & Jackson para incidir en la revuelta Convención?

¿Hasta dónde pueden actuar el presidente electo y su ministro en una asamblea balcanizada hasta en sus propias filas? ¿Con quiénes conversan y envían mensajes? ¿Es una frontera minada el asunto del poder constituido versus el constituyente? El fin del silencio de ambos deja servida esta semana en el exCongreso.


La semana que murió ayer dejó una estela de revelaciones e inquietudes que se irán desenrollando. Con la Convención entrando mañana a una cadena de sesiones plenarias que arrojarán las primeras pre-verdades del texto, pasó que el ruido provocado por la creatividad en ciertas comisiones, y la presión para que se ordenen los delegados de la coalición que en menos de un mes tomará La Moneda, se terminaron cruzando con el fin del silencio del gobierno entrante. Era que no, si parte de su destino dependerá del desenlace. Mirar para el lado no es carta.

¿Hasta dónde pueden actuar o incidir el presidente electo Gabriel Boric y su ministro Segpres Giorgio Jackson? ¿Cuál es el margen de maniobra que tienen ante una asamblea balcanizada hasta en sus propias filas? ¿Con quiénes conversan y envían mensajes? ¿Es una frontera minada el asunto del poder constituido versus el constituyente? Y así.

Que los dos eligieran -el miércoles 9, cada uno a su modo- opinar sobre propuestas de norma que nutrieron una batahola de críticas parece haber marcado un antes y un después. Si ya la nacionalización del cobre y la caducación de derechos de agua (comisión de Medio Ambiente) venían revolviendo la fase de contenidos, la de disolver los poderes del Estado y reemplazarlos por una asamblea a la soviética (cosa que los convencionales comunistas rechazaron junto con toda la comisión de Sistema Político el jueves) fue mucho.

Recordemos: el “Esto” que tuiteó el presidente electo al replicar un posteo de la convencional Constanza Schonhaut (criticando la idea de disolver los poderes “porque está fuera de todo el marco democrático que se ha sostenido para el diseño de la nueva constitución”) y la entrevista al periódico uruguayo La Diaria en que Jackson, su futuro responsable de lidiar con la asamblea, se hizo cargo de que “va a ser difícil aplicar aspectos de nuestro programa de gobierno sin un cambio constitucional” (una referencia oblicua a la inquietud de que un mal texto arriesgue un calvario en el plebiscito de salida).

Ambas acciones coinciden con conversaciones entre ambos y sus convencionales sobre lo que pasa en el exCongreso. Si eso podrá o no alinear a su gente, o a ésta con otras fuerzas, queda por ver. Lo del programa es así y ciertos delegados del bando de Boric recalcan que le interesa la consonancia entre éste y lo que se vaya aprobando.

Hasta dónde

“¿Qué se ha imaginado?”, mascullaban ese mismo día convencionales que alegaban porque en esa entrevista Jackson decía que en la Convención han “ocurrido situaciones no deseables y reprochables, como sucede en cualquier lugar que miras con una lupa”, que “es cierto que hay de todo. Hay cosas que me parecen loquísimas y caricaturizables, de un lado y del otro, y hay cosas que parecen muy razonables”.

El inminente ministro no nombró ninguna, pero los ofendidos miraban su entrevista en sus celulares, y también la portada de un diario con las fotos de los integrantes de la comisión de Medio Ambiente (entre otros, de Pueblos Originarios y ex Lista del Pueblo). ”Mira, nos pusieron como Se Busca”, decían.

Sépase que ni en el Colectivo Socialista ni en el Frente Amplio están tan seguros de los resultados del tanteo. Entre los primeros hubo al menos dos tipos de voces, los que decían que estuvo bien jugado, que era lo que había que hacer, y los que lo valoraron, pero haciendo ver que “entonces hasta ahí llegamos con la autonomía de la Convención”.

El asunto de los límites trajo cola, como lo dejó claro ayer el vicepresidente de la mesa directiva de la Constituyente, Gaspar Domínguez, al rechazar el vocablo “loquísimas” por “peyorativo” y demandar que el gobierno entrante no opine sobre los contenidos del debate. Si hasta dijo que la Segpres de Piñera no lo ha hecho.

Las cuatro escasas letras del tweet de Boric pueden haber sido mucho más medidas, pero en el FA ciertos delegados no tienen muy claro si la lectura colectiva abrió o no una brecha para más reclamos.

La cosa es que -dicen varios- tenía que hacerlo. Los frenteamplistas tienen claro que su gobierno ha de quemar al menos algunas naves si se desea evitar un referéndum de salida adverso. Adverso -ojo- para ese bloque no es solo un hipotético Rechazo, sino un Apruebo ganando por nariz o por cuello.

Marcado rápido

En el FA cuidan a su presidente electo y a su ministro. Los relatos fuera de comillas de algunos narran que “nunca nos han bajado línea” y que “tampoco se han sentado con nosotros a leer textos”. Pero dicen que si en enero las nuevas autoridades estaban de cabeza resolviendo el Rubik de ministerios y subsecretarías, y por tanto con magro margen para ocuparse de esto, ahora sí lo están haciendo. Pero -dicen- siempre por encima y con cautela.

Según a quién se le pregunte, Boric y Jackson tienen línea directa con un puñado de sus 16 convencionales, y también con algunos del Colectivo Socialista.

En la lista figuran Constanza Schonhaut (Convergencia Social), del anillo de Boric (es además, pareja de Jackson), que integra Sistema Político. En la misma comisión está Jaime Bassa, ex vicepresidente de la Convención; es bien cercano al presidente electo e hizo campaña por él. Otro que tendría llegada, según una versión, con la nueva Moneda es Ignacio Achurra (Convergencia Social). También conversa con Boric Giovanna Roa (RD), con experiencia en trámite legislativo y que el 2017 fue coordinadora general de la campaña presidencial de Beatriz Sánchez.

Aunque algunas voces incluyen a esta última en la nómina, el caso es que Sánchez -pese toda la historia que tiene con Boric y Jackson- habría optado por marginarse de este tipo de conversaciones con el nuevo gobierno sobre el proceso. A Fernando Atria algunos -otros no- lo sitúan fuera de estos diálogos específicos.

Del Colectivo Socialista se dice que el periodista Patricio Fernández también tiene línea directa con el presidente, a quien conoce hace tiempo.

En el exCongreso insisten en que Boric está más preocupado de la estructura, de lo más general. Que no han entrado en conversaciones de detalles. Y hacen un par de prevenciones respecto del papel que él y su gente puedan jugar.

Uno, que la bancada del FA en la Convención es un poco “inorgánica” porque no funciona con la misma lógica de las de derecha o la socialista, o la comunista. Por un lado es más independiente; por otro algo más alejada del futuro Ejecutivo.

Además, anota un par, el mismo colectivo no funciona monolíticamente. Es sabido -y entre ellos no lo niegan- que dentro hay grupos con distintas miradas, como cuando se habla de los “académicos” (Atria, Bassa) y los movimientos feministas (aunque a veces hay nombres a los que describen con un pie en cada lado, como Amaya Álvez).

Otro desafío que ven para que el nuevo gobierno entre a incidir es la dificultad para empinar en la asamblea liderazgos en un ambiente que tiende a flagelarlos (más si no son mujeres, observa uno).

En ese colectivo y otros hay quienes además advierten que para el presidente electo no es llegar y entrar con cascos azules a ordenar. No es el mismo caso ni el mismo contexto, pero recordarán que para el costalazo de las fallidas primarias presidenciales de la izquierda y centroizquierda el año pasado, a Boric se le enrostró que no pudo ser capaz de imponer su criterio.

Algo similar hacen ver en el FA ante este lío. Dicen que Boric no se puede arriesgar tanto-tanto; en el peor de los casos una porción de la bancada quizá le quitaría el piso. Es un hipotético que algunos calculan que -en todo caso- podría alcanzar a una minoría de 2 ó 3 convencionales.

A parar la Cinco

Mientras las conversaciones fluyen entre el equipo de Boric y los delegados en calle Catedral, y entre éstos y otras fuerzas, corren los plazos. En los escaños progresistas relatan diversos movimientos y articulaciones en busca de evitar líos con algunas pedregosas propuestas.

Como el nudo que dejó la Comisión Cinco (los convencionales tienden a mencionarlas por su número, acá están todas): de Medio Ambiente, Bienes Naturales Comunes y Modelo Económico. Ahí sacaron ticket al Pleno (no se discutirá esta semana) caducar los derechos de agua atados al Código de 1981, nacionalizar el cobre y otras. Ahí, la Moneda Chica no tiene fichas.

¿Por qué no hay espadachines del FA en la Cinco? Ese comidillo lleva semanas (cierto, tampoco los socialistas apostaron en esa comisión). Cada quien recuerda a su modo la fase de búsqueda de patrocinios. Unos, que prefirieron fortificarse en algunas y no desperdigarse; otros, que el apetito por la “Uno” (Sistema Político, donde están Barraza, Atria, Bassa, Montero, Larraín, Politzer, Cubillos, Monckeberg y otras y otros) pudo más.

Ambos colectivos están de acuerdo en frenar normas así (ojo, el fin de semana Barraza, PC, atajó en Emol que nacionalizar el metal es “clave”) y en corregir el error de dejar desguarnecida esa comisión. En el FA dicen que hay margen para incidir desde otras comisiones, presentando normas con las que después puedan hacer gimnasia legislativa en el Pleno. En la comisión de Principios (la Dos), dicen, lograron aprobar la semana pasada al menos dos iniciativas -una relativa al principio de responsabilidad fiscal, otra al principio de intervención del Estado en materia económica) , atentos hasta el final que no se fueran a caer ahí (”no se dieron cuenta”). Varios insisten en que la técnica de tramitación será crucial.

Nudos como esos habrían derivado en el primer bache de esta semana. A finales de la pasada la mesa directiva decidió por unanimidad que los informes de las comisiones se aprueben por 2/3 (103 de 154 votos) de la sala. Tiene atribuciones para interpretar el reglamento (Art. 39, u). Para algunos constituyentes eso siempre fue así, pero otros habían hecho ver que el reglamento no había quedado demasiado claro y que alguien podría argumentan que para aprobar en general el informe (nunca el articulado) bastaría mayoría simple (78 votos).

Pasó lo que se veía venir: un grupo de 50 convencionales se opuso la resolución y la testera ampliada se tuvo que reunir hoy para reevaluar. El solo hecho de que se convocaran a la sesión matinal les acarreó críticas de algunos colectivos (los 2/3 se refrendaron ahí, pero con un fallo dividido que dejó a la presidenta Quinteros y al vicepresidente Domínguez en veredas opuestas).

Volviendo a Medio Ambiente, quizá como antecedente los socialistas dicen ya haber trabajado para que en la Comisión 1, la de Sistema Político, se consiguiera un rechazo únanime (sin abstenciones, incluyendo a una de sus promotoras, Alejandra Pérez) de la propuesta para disolver poderes. Ricardo Montero fue uno de los primeros en aplaudir cuando se anunció el resultado.

Mientras esto se sigue desenrollando, también corre de fondo la cuestión de qué hacer con la derecha. Por números es irrelevante (con 37, divididos en bancadas más encima, no llegan al tercio) pero los dos bloques conversan harto con ellos. Cuando a Jackson le preguntaron en Uruguay “¿con qué sectores de derecha hay mayor margen para negociar?”, dijo que “hay también un grupo dentro de esa sensibilidad que ha estado permanentemente conversando con nosotros, por ejemplo en el debate constitucional”. Es común ver a Monckeberg, Larraín y otros dialogar o con Bassa, Atria y Montero. Se sabe que a veces algunos se juntan a comer. Pero en la inminente oposición dicen que a la hora de los votos eso queda ahí (lo mismo dicen a veces al otro lado).

Aritméticamente se puede aprobar y dejarle al referéndum un texto sin ningún voto de derecha. Políticamente no queda claro. En el socialismo campea el discurso que no hay que vetarlos, algunos hablan de la “derecha democrática”. En el planeta FA ciertos convencionales creen que sería complicado excluirlos por una cuestión de legitimidad. Otros, que eso no les da una situación privilegiada, que diez votos de derecha valen lo mismo que 10 de la Plurinacional.

Continuará, cómo no.

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