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Óscar Martínez, periodista salvadoreño: “El ‘modelo Bukele’ básicamente consiste en una regla esencial: todo el poder en un hombre”

De paso en Chile, el periodista de investigación y jefe de redacción del galardonado diario digital El Faro conversó con La Tercera sobre el polémico gobierno de Nayib Bukele. “Sigo cuestionando profundamente la idea de que El Salvador sea un país seguro”, afirma.

Óscar Martínez, periodista de investigación y jefe de redacción del galardonado diario digital El Faro. Foto: Cortesía

“Intentando volver a mi país”, dice sobre su actual ubicación en la descripción de su cuenta personal en la red social X. Nacido en El Salvador en 1983, el periodista de investigación y jefe de redacción del galardonado diario digital El Faro, Óscar Martínez, actualmente se encuentra exiliado de su país, luego que las crónicas de su medio sobre el supuesto pacto del gobierno del presidente Nayib Bukele con las pandillas de las maras lo colocaran en el radar del gobierno salvadoreño. Ya en 2023, a 25 años de su fundación, el medio trasladó sus operaciones administrativas y legales a San José, en Costa Rica.

Martínez viajó a Chile para participar en un encuentro regional organizado por el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional), en el marco del 30 aniversario de esta organización intergubernamental que apoya la democracia en todo el mundo. De hecho, el evento lleva por nombre “Apoyando el avance de la democracia en América Latina y el Caribe por una región más inclusiva y próspera”.

En la siguiente entrevista con La Tercera, Martínez se refiere a las complejidades de hacer periodismo hoy en El Salvador, los costos de la publicitada lucha contra los homicidios y las extorsiones por parte del gobierno de Bukele y la relación del mandatario de 44 años con su par de Estados Unidos, Donald Trump, entre otros temas. “El ‘modelo Bukele’ básicamente consiste en una regla esencial: todo el poder en un hombre”, resume.

Nayib Bukele, el Presidente de El Salvador. Foto: Archivo

El exilio ha sido el camino de los periodistas para seguir contando la verdad en El Salvador. En su caso, ¿qué lo llevó a dejar el país?

Nosotros ya habíamos tenido en El Faro diversas acusaciones de parte de Nayib Bukele. Nos había acusado de lavado dinero, nos habían intentado acusar incluso de agresión sexual tumultuaria a los del periódico. Habíamos tenido espionaje con Pegasus durante 19 meses. Pero después de las publicaciones que empezamos a hacer, porque fueron tres capítulos de entrevistas un día tras otro, el 1 de mayo, cuando liberamos un nuevo producto que es la revista El Faro Mensual, entonces salimos preventivamente del país intuyendo que algo iba a pasar, hasta que supimos que no podíamos volver.

Ahora mismo sabemos que la Fiscalía tiene preparadas al menos siete órdenes de captura por el delito de agrupaciones ilícitas, que básicamente es ser parte de las pandillas. Por el hecho de haber entrevistado a dos pandilleros prófugos que fueron liberados por el propio gobierno de Bukele y ayudados a salir ilegalmente del país por su gobierno. La Fiscalía lo ha convertido en una acusación en contra de nosotros. Y luego descubrimos que, cuando íbamos a volver al país, el 7 de junio desde San José, Costa Rica, no iban a implantar drogas. Había un equipo de la división antinarcóticos instalado en el aeropuerto Monseñor Romero, de San Salvador, listo para hacer eso, arrestarnos y venderlo de una forma distinta en relación con la entrevista que hicimos a uno de los líderes pandilleros, Charli. Por suerte, una noche antes de que tomáramos el vuelo, que tuvimos que cancelar, un diplomático se nos acercó y nos advirtió que no podíamos volver al país, que el despliegue de la policía ya había ocurrido.

Respecto a esos artículos sobre las pandillas, se apunta a este pacto entre Bukele y las maras que lo ayudó a ganar elecciones. El Presidente aparece como exitoso en la lucha contra estos grupos, pero todo sería parte de un acuerdo. ¿Es tan así?

Es más complejo que eso. A ver, Bukele pactó con las pandillas, eso es un hecho. Es decir, no solo es un hecho comprobado por El Faro con documentos del propio gobierno de Nayib Bukele, sino que es un hecho ya reconocido en una corte de Nueva York. En las acusaciones contra los 27 líderes pandilleros de la Mara Salvatrucha, a quien Estados Unidos acusa de terrorismo, la misma Fiscalía menciona en el segundo indictment que ellos pactaron con Bukele. Pero no solo eso, sino que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos ya sancionó a dos de los funcionarios de Bukele por liderar esos pactos. No pueden entrar al país ni Osiris Luna, el jefe de prisiones de Bukele, ni Carlos Marroquín, el director de Reconstrucción del Tejido Social. Es decir, ya es un hecho reconocido para quien lo quiera ver.

El Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), la megacárcel de Bukele en El Salvador. Foto: Archivo

Bukele pactó para llegar al primer cargo político nacional importante que tuvo, que es la alcaldía de San Salvador en 2015, que solo ganó por 6.000 votos. Es decir, que necesitó de ese empuje de unas organizaciones que tenían 40.000 miembros, la Mara Salvatrucha y, según las autoridades, 75.000 miembros en total, las tres pandillas con las que Bukele pactó. Y luego también para llegar a la presidencia, aunque ahí creo yo que Bukele ya tenía un nivel de popularidad que le hubiera permitido ganar sin ese pacto mafioso, eso en 2019.

Ahora, lo que a la gente le sorprende es el giro de tuerca, lo que pasó en marzo de 2022. ¿Por qué alguien que había pactado con las pandillas luego terminó con ellas? Bueno, Bukele es un hombre que suele comportarse como alguien que muchas veces, más que ideas, tiene ocurrencias, y gira rápidamente sus políticas. Lo pueden ver con el bitcoin. Vendió el bitcoin a todo el mundo y rápidamente lo cambió por un préstamo con el Fondo Monetario Internacional, que es como el cuco de los bitcoins. Pues Bukele hizo lo mismo después de tres masacres perpetradas por las pandillas durante el pacto que él sostenía. Finalmente, llegó la masacre de marzo de 2022. El 26 de marzo fue el día más violento de toda la posguerra salvadoreña, con 56 homicidios. En total, hubo 87 homicidios en todo ese fin de semana perpetrados por la Mara Salvatrucha. Entonces Bukele decide cerrar el pacto e iniciar el régimen de excepción, que es un severo estado policial que nos resta derechos a los ciudadanos, como el derecho al debido proceso; Bukele efectivamente terminó con las pandillas.

Usted define a Bukele como un tipo de “ocurrencias”. En ese sentido, pareciera tener bastante en común con Donald Trump, con quien tiene un vínculo muy estrecho. Prueba de ello es el acuerdo que permite al Presidente estadounidense enviar migrantes deportados a la cárcel de máxima seguridad en El Salvador. ¿Cómo ve esa relación?

Debido a eso, a que los dos son hombres de ocurrencias, la relación de Trump con Bukele ha devenido en un montón de vaivenes para este último. Ahora mismo Bukele se siente fuerte porque está Trump. La relación con la administración de Joe Biden fue nefasta. Al nivel que la entonces encargada de la embajada después de nueve meses de presidencia de Bukele, Jean Manes, termina citando a los medios a una conferencia en la Embajada de Estados Unidos, comparando a Bukele con Hugo Chávez y diciendo que abandonaba el país, que no había manera de dialogar con ese hombre. Así de turbulento inició la relación con Biden.

El Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, junto al Presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Foto: Archivo BRENDAN SMIALOWSKI

Bukele, que a veces en las ocurrencias le atina, eligió apostar todo al lobby político en Washington al sector más conservador de los republicanos. Pagó miles de dólares a través de su lobista, que se llama Damián Merlo, para que lo acercara al movimiento MAGA. Y acertó, Trump ganó de nuevo las elecciones en 2025 y entró al poder. Pero digo que la relación ha devenido en cosas porque si bien ahora Bukele se siente absolutamente fuerte, tan fuerte que obligó a sus diputados a que anunciaran la reforma constitucional que le permite la reelección perpetua y que prolonga el período presidencial, Bukele está en un aprieto de cara a otro gobierno que pudiera juzgarlo en Estados Unidos gracias a Trump.

Fue Trump quien, al final de su primer período, creó el grupo de tarea Vulcan, que es el grupo de tarea institucional formado por el FBI, la DEA, la Fiscalía estadounidense, dedicado a perseguir a la MS-13 (Mara Salvatrucha), que fue el que consiguió las pruebas de que Bukele había pactado con ese grupo. Es decir, una de las ocurrencias de Trump, por así decirlo, ha condenado a que cualquier gobierno futuro pueda perseguir a Bukele, porque la MS-13 es considerada una organización internacional terrorista según Estados Unidos. Es mandato de una administración estadounidense perseguir a toda persona que haya pactado con esos grupos. Entonces Trump ha condenado su futuro, es una espada de Damocles permanente que Bukele tiene sobre la cabeza.

En los últimos días Bukele celebró que se cumplieran 1.000 días sin homicidios en El Salvador. ¿A qué costo se ha logrado eso?

En primer lugar, hay que decir que lo de los 1.000 días sin homicidios es falso. Es decir, Bukele y su gobierno hace ya un par de años abandonaron lo que se considera el Protocolo de Bogotá, que es el protocolo asumido por las naciones democráticas para contar los homicidios. Y ahí, por ejemplo, han sacado los homicidios donde, por decirlo así, matan supuestamente a los malos. No se cuenta un supuesto pandillero muerto en una balacera con la policía, que es algo que el protocolo pide que entre. Y tampoco se cuentan las fosas clandestinas.

Y ya nos hemos dado cuenta en múltiples publicaciones que no cuentan a los muertos que salen de las prisiones. Han salido más de 434 cadáveres de las cárceles de Bukele desde que el régimen inició, según la organización Socorro Jurídico Humanitario, que trabaja con las víctimas del régimen. Pero además, eventualmente, nos presentan días con cero homicidios y tiempo después aparece un cadáver que ese día encontró la policía. Es decir, la mesa técnica de homicidios básicamente ya no responde a un principio técnico.

Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, durante una visita a la megacárcel de Bukele en El Salvador. Foto: Archivo Tia Dufour

Ahora, ¿Bukele ha logrado una reducción histórica del homicidio en El Salvador? Definitivamente. Primero lo logró con su pacto con las pandillas. Muchos de esos 1.000 días que atribuyen a la reducción de homicidios ocurrieron mientras Bukele, como Presidente entre 2019 y marzo de 2022, tenía un pacto cerrado con las pandillas, no solo de reducir los homicidios, sino de castigar a aquellos miembros de la pandilla que cometieran homicidios de los que las autoridades pudieran darse cuenta, que hallaran los cadáveres. En las entrevistas que nosotros publicamos y que dieron inicio a nuestro exilio, uno de los pandilleros, Liro, nos explicaba de manera muy elocuente la frase con la que un funcionario, Carlos Marroquín, los había instruido sobre los homicidios y les había dicho “sin cuerpo no hay delito”.

Yo sigo cuestionando profundamente la idea de que El Salvador sea un país seguro. No creo que un país donde cualquier soldado te pueda meter preso sea seguro. No creo que un país donde uno de cada 57 personas esté presa sea seguro. Ni creo, mucho menos, que un país es seguro si hay absoluto secreto sobre el gran juicio histórico, con 87.000 personas capturadas, según información oficial desde marzo de 2022, siendo juzgadas en secreto.

En la lógica de Bukele, ¿cómo se entiende su reciente decisión de aplicar disciplina militar en las escuelas de El Salvador? ¿A dónde apunta?

A veces es difícil descifrar a Bukele. Bukele era publicista, dirige el ala publicitaria de su familia desde que tiene más o menos 18 años. Su padre creó una empresa de publicidad que es básicamente la que llevó todas las campañas políticas de la izquierda en El Salvador, del FMLN, durante muchos años. Porque él empieza vestido de rojo, pues, felicitando al Che Guevara en el aniversario de su muerte y diciendo que Nicaragua era el país más próspero de Centroamérica. Son tuits que intentó borrar, pero los recuperamos y los publicamos.

Cortes de pelo prohibidos y consecuencias por no cumplir: el reglamento de Bukele que enseña modales a los estudiantes. Foto: Archivo

Entonces es bien difícil entender qué quiere Bukele. Cada vez que Bukele se esfuerza porque veamos un lugar, nosotros nos preguntamos qué es lo que no quiere que veamos ahorita. Entonces Bukele se ha esforzado mucho porque veamos a esta capitana, a la que ha puesto como ministra de Educación, sin tener ella ningún antecedente en la rama de educación. Ella era una epidemióloga del Ministerio de Salud, que se ha dedicado a posar para las cámaras, a que los niños le recen a la bandera y a que los directores echen al que les parece que tiene el pelo mal cortado. Y en una sociedad como la salvadoreña, que hasta que sufre ese yugo, y tal como lo decía Horacio Castellanos Moya en su novela El Asco, parece que todos quieren ser militares, todos caminan como soldados, todos quieren ser soldados, les encanta ser soldados, parece que les encanta ser soldado, hasta que un soldado arresta a tu hijo sin una orden de captura.

Entonces Bukele al parecer ha entendido esa efervescencia por un orden aparente y por una disciplina severa, y ha hecho gana de ello y sigue haciéndolo y sigue poniendo tuits y enviando a esta capitana, que repito no sabe nada de educación, a que corte pelos y revise uniformes y pida que la gente le rece a la bandera y luego, si es posible, le vuelva a rezar.

Nosotros creemos que Bukele está intentando desviar la atención sobre dos crisis importantes. La crisis de endeudamiento público, que ya ha llegado a tocar el fondo de pensiones, que está desfinanciando, y la crisis que ha desatado con la idea de la reelección indefinida, porque Bukele está intentando llegar fuerte al 2027. Bukele termina su período actual inconstitucional en 2029, pero su asamblea legislativa ha pedido exóticamente alargar el período presidencial.

El jefe de la diplomacia estadounidense, Marco Rubio, y el Presidente salvadoreño, Nayib Bukele, en febrero de 2025. Foto: Europa Press CASA PRESIDENCIAL, EL SALVADOR

¿Cuál debería ser el próximo paso que dé Bukele en la perpetuación de su gobierno?

Los que estamos ahora exiliados del país recientemente, lo que estamos viendo es que Bukele se va a reelegir en el poder. Cuando Bukele en 2027 se reelija en el poder, lo que implicaría tenerlo hasta el 2033, va a ser claro que el hombre no pretende dejar del poder. Nos teníamos que haber dado por enterados cuando en El Faro publicamos, hace ya casi más de un año, que Bukele decidió no mudarse a la residencia presidencial y se quedó en su mansión de lujo, en una residencia privada que se llama Los Sueños. Nosotros descubrimos cómo el gobierno estaba invirtiendo 1,4 millones en ampliar la casa privada del Presidente, porque nadie amplía su casa con 1,4 millones de dólares y no piensa quedarse un buen rato como presidente. Y Bukele lo está demostrando pues el hombre pretende quedarse mucho tiempo, no sé cuánto. Porque el “modelo Bukele” básicamente consiste en un montón de detalles, pero en una regla esencial: todo el poder en un hombre.

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