Por Juan Manuel OjedaAntonio Ulloa: “Fui imprudente, cometí errores, pero ya fui sancionado y no corresponde que me vuelvan a condenar”
El magistrado habla por primera vez luego de su sumario, su fallido cuaderno de remoción y la acusación constitucional que enfrenta en la Cámara. El suspendido juez aborda su relación con Luis Hermosilla y revisa su conducta. “Soy el chivo expiatorio en circunstancias de que el señor Hermosilla se comunicaba con muchas personas del mundo judicial”, dice.
Antes de partir respondiendo cómo definiría la relación que tuvo con el abogado Luis Hermosilla, el suspendido ministro de la Corte de Santiago Antonio Ulloa se toma su tiempo para hacer un extenso repaso por su vida.
Ulloa relata que cuando era un joven estudiante tomó la decisión de estudiar Derecho, y en tercer año comenzó a trabajar en la Inspección del Trabajo. En ese tiempo ya había tomado la decisión de ser juez y dice que fue en ese momento cuando conoció la verdad del sistema judicial: “Me encontré con la situación de que para entrar había que tener recomendación para quedar en terna, y recomendación para que te nombraran, y afortunadamente un profesor de Derecho Civil en la Universidad Católica, que en paz descanse, me recomendó y me nombraron funcionario subalterno”.
Era el año 1989 cuando entró a la judicatura, lugar en el que permanece hasta hoy. Con el tiempo fue ascendiendo en el escalafón hasta que logró ser ministro de la Corte de Apelaciones de Copiapó, hasta que en 2019 quiso postular a una vacante en la jurisdicción de Santiago.
¿Ahí conoció a Luis Hermosilla?
Me di cuenta de que para llegar a ser ministro tienes que tener algún tipo de recomendación. No basta con tus méritos. Yo estaba en Copiapó, pero sabía que para ser ministro de Santiago iba a ser complejo, porque siempre prefieren a los relatores de la Corte Suprema y, por lo tanto, existió la posibilidad de que yo le pidiera recomendación a don Luis Hermosilla.
¿Por qué recurrió a él?
Él era un abogado de prestigio, igual que su hermano, igual que su padre. Entonces, voy a la oficina de don Luis en Vitacura. A él solo lo conocía por mi trabajo como relator, pero no tenía ningún contacto con él. Y bueno, voy a su oficina, fue muy amable conmigo y me dice que, lamentablemente, ya estaba comprometido con otra persona en la terna. Y efectivamente esa persona fue la nombrada. Luego me dijo que para mi próxima terna volviera a recurrir a él.
¿Así partieron hablando?
Fui alumno de Andrés Chadwick en la Universidad Católica. En realidad, fui alumno de Jaime Guzmán, pero él fue mi profesor de Derecho Constitucional y don Andrés era su ayudante profesor. A lo mejor podría haber llegado al señor Chadwick, pero no lo consideré adecuado, porque era ministro del Interior. Preferí esta vía de don Luis.
Conductas sancionadas
Ese primer encuentro en 2019, seis años después, se transformó en una tormenta. Cuando Hermosilla cayó en desgracia al transformarse en el principal imputado del caso Audio, sus chats salieron a la luz pública y, junto con eso, salpicó a varios ministros, entre ellos a Ulloa.
Debido a las conversaciones que tuvo por WhatsApp con Hermosilla, Ulloa enfrentó un sumario en la Corte de Apelaciones de Santiago que luego se resolvió en la Corte Suprema. El máximo tribunal acogió su apelación y le rebajó la sanción de cuatro meses de suspensión a dos meses de suspensión, con goce de medio sueldo.
Las conductas sancionadas fueron haber transgredido la obligación de privacidad al compartir con Hermosilla resoluciones y acuerdos judiciales, vulnerar la obligación de abstención al expresar con Hermosilla su juicio respecto de los “negocios que por la ley los jueces son llamados a fallar”, y contravenir “la probidad, integridad, independencia, prudencia y reserva que se impone a toda persona que integre el Poder Judicial”.
Luego del sumario, los mismos supremos abrieron un cuaderno de remoción, el que finalmente se rechazó debido a un empate de siete votos contra siete. Entremedio, la Fiscalía abrió una investigación en su contra y tras la decisión del máximo tribunal de rechazar su remoción del Poder Judicial, los diputados ingresaron una acusación constitucional para expulsarlo de la judicatura.
Los acuerdos y resoluciones que compartía con Hermosilla, ¿se los pedía él?
Él me los pedía y yo consideraba que no era nada mayor. Fue imprudente de mi parte y así se lo dije a la Corte Suprema. Esos cinco cargos los reconocí como una influencia, como una falta, pero nunca he cometido delito y tampoco me influyó en alguna decisión de un juicio o de un asunto disciplinario.
¿Nunca pensó que enviar esta información podía ser vista como la devolución de un favor, dado que él lo ayudó con su ascenso a la Corte de Santiago?
La verdad es que en ese momento no lo evalué así. Simplemente, yo le mandé la información por las conversaciones que teníamos. Nunca me sentí comprometido. Hay un dicho que dice que los funcionarios judiciales somos mal agradecidos. En esta práctica, que es consuetudinaria, de pedir recomendación a terceros, claro, uno pide la recomendación y después yo siento que nadie se siente comprometido con esa persona. Y te insisto, él jamás me pidió nada que tuviera relación con un juicio.
Usted sabe que los acuerdos son secretos, que respecto de ellos existe reserva y que su publicidad ocurre cuando se notifica a las partes. Entonces, ¿por qué lo hacía?
Todo esto lo hice de buena fe, no por pagar un favor, porque si tú ves las resoluciones, ninguna era de alguna naturaleza importante, no se iba a modificar el resultado y nunca se modificó. Fue una imprudencia y por eso la corte me sancionó.
¿Nunca se representó a sí mismo que estaba vulnerando el principio de reserva que es propio de un juez?
En su momento yo sabía que era una falta, pero como se trataba de algo menor, se lo envié, esa es la verdad de las cosas. No le habría mandado una cosa distinta, de mayor entidad, porque si tú te das cuenta son puras cosas de menor trámite.
¿Esta dinámica que tenía con Hermosilla, solo la tuvo con él o con más abogados?
No, con él, porque la conversación para que me recomendara fue siempre con él.
En su contestación es muy enfático en que nunca ha faltado a su deber de juez. Le pregunto por la prudencia y la reserva. ¿Reconoce que sí faltó, al menos, a esos deberes?
Es una falta, claramente, y por eso se me sancionó, pero es una falta de menor entidad, no es una falta grave. Estas son faltas menores. Siempre tuve claro que no estaba cometiendo delitos. Tenía claro que era una falta, pero atendida la relación de confianza que yo tenía con él, esta información era sólo para él, y que yo sepa nunca hizo mal uso de esa información.
Dice que sus faltas no ameritan la máxima sanción de cuatro meses de suspensión ni tampoco la remoción. ¿Qué es realmente grave entonces?
Por ejemplo, grave sería… bueno, lo que pasó en la Corte de Rancagua. Ahí hubo casos graves, ahí había dinero de por medio, había nombramientos a favor de parientes y había involucradas sumas de dinero.
¿Su vinculación con Hermosilla incluyó dinero?
No, jamás. Jamás. En ese caso habríamos entrado a la corrupción, habríamos entrado claramente a un delito. Con él nunca tuve ese tipo de relación. Jamás he recibido dinero ni de Hermosilla ni de nadie.
¿Cómo interpreta la decisión de la Suprema que, por siete votos contra siete, rechazó su remoción del Poder Judicial?
Fue el resultado de un proceso bastante complejo, en que algunos ministros consideraron que mis faltas eran graves como para removerme, pero otro grupo de ministros estimó que no lo eran. Previamente ya me habían bajado la sanción de cuatro meses y me habían absuelto de varios cargos.
¿La Suprema usó una vara distinta al juzgar su remoción respecto de la remoción de la ministra Sabaj?
No conozco los cargos que tuvo la señora Sabaj, porque los sumarios son reservados.
El expresidente de la Suprema Milton Juica dijo que es mucho más grave su conducta que la de la exministra Sabaj.
No me voy a referir a lo que dijo un exjefe mío. Solamente diría que creo que el ministro señor Juica no conoce los cargos de la señora Sabaj. Los míos se conocen, porque fueron filtrados a la prensa. En el caso de la señora Sabaj, no sé cuáles fueron los cargos. Y él tampoco. Entonces, ¿cómo puede comparar un caso con el otro?
La Suprema definió que su intervención en nombramientos judiciales fue “reiterada y permanente”. De lo que se acreditó en el sumario conté al menos 10 casos. ¿Por qué lo hizo?
Porque se trataba de personas que habían sido incluidas en ternas, que eran altamente calificadas y que, a mi juicio, cumplían los requisitos para el cargo. No se trata de gente que llegó de la calle o sin ningún tipo de mérito. Las recomendé sabiendo que se trataba de personas idóneas y solo es una recomendación al señor Hermosilla. Pero hay que tener claro que el señor Hermosilla no hacía los nombramientos. Quien hacía los nombramientos era el señor ministro de Justicia.
Pero usted por algo le hacía su recomendación a Hermosilla, porque sabía que tenía ascendencia en el Ejecutivo, que es quien nombra.
Claro, pero yo no sé cómo habrá sido realmente la influencia del señor Hermosilla en los nombramientos. Hay casos en que, por ejemplo, no fue nombrada la persona que yo le recomendé.
En su contestación a la Cámara, a propósito de las recomendaciones, dice que se trata “de un vicio endémico”, de una “práctica consuetudinaria”, que sólo “hizo lo que vio a su alrededor”. ¿En los últimos años, cuando esto se empezó a cuestionar, nunca pensó en detener esa práctica y ponerle un coto?
Es que la solución es reformar el sistema de nombramientos. Esa es la solución.
O que los jueces se abstengan de participar de esta dinámica.
Es muy difícil. Yo fui ministro en Copiapó. En regiones, te voy a dar el caso de lo que pasa en Copiapó: colocabas a un colega en terna para juez e inmediatamente buscaban apoyo en los parlamentarios de la región o en el seremi de Justicia. Es una práctica consuetudinaria. Lo dijo el exministro Pedro Pierry en 2024, cuando afirmó que “nadie es nombrado a la Suprema sin que se mueva todo tipo de influencia”. ¿Está mal? Claro que está mal. Yo sé que está mal, pero, de lo contrario, yo no asciendo. Hay gente que seguramente no lo hace. Y lamentablemente no asciende.
¿Cuál es su expectativa de lo que pueda ocurrir en el Congreso, en primera instancia, con su acusación constitucional?
Si uno revisa la acusación constitucional, son los mismos hechos por los cuales se me condenó en el sumario, con la salvedad de que la acusación constitucional da por establecido que yo conocí estas causas que eran del señor Hermosilla y del señor Donoso, en cambio la Corte Suprema me absolvió. Pero son los mismos hechos, no hay nada nuevo. Hay un principio que es la prohibición de enjuiciarte dos veces por el mismo hecho. Reconozco la facultad que tiene el Congreso de acusar constitucionalmente a un ministro, en este caso a mí, pero a mi juicio no corresponde que me enjuicien por los mismos hechos. La Corte Suprema ya decidió que no me iba a remover por estimar que no tengo el mal comportamiento que exige la Constitución para removerme, entonces no se entiende cómo el Congreso Nacional por los mismos hechos podría destituirme.
¿Cuál es su mea culpa después de todo lo ocurrido?
Que nunca me debí haber ido de Copiapó. Esa es la verdad de las cosas. Nunca debí haberme venido a Santiago. Tengo una colega que jubiló de la Corte de Copiapó. Ella siempre me decía: “No te vayas a Santiago, es complejo”. Llevo un año y medio cuestionado por este tema, yo hago mi autocrítica, pero también debo decir que a mí me han convertido en el chivo expiatorio en circunstancias de que el señor Hermosilla se comunicaba con muchas personas del mundo judicial. Uno tiene que reconocer que se equivocó, que fue imprudente, pero nunca cometí delitos. Y me queda claro que este tipo de recomendaciones no corresponden. Me lo dijo la ministra señora Andrea Muñoz cuando me tomó declaración en la Comisión de Ética. Ella me tocó este tema de las recomendaciones, y cuando me lo dijo me quedó en la cabeza. Y ella tiene razón. Uno tiene ventajas cuando es recomendado por sobre otros que no tienen la posibilidad de esa recomendación. Entonces, claro, desde un punto de vista de la igualdad, uno está violentando esa igualdad.
Usted se quiere quedar en el Poder Judicial. ¿Está en condiciones de impartir justicia de forma imparcial?
Yo siempre he sido un juez independiente y, por lo tanto, considero que soy probo y que se ha hecho una caricatura de mi persona por ciertos grupos de poder. Se me ha hecho un asesinato de imagen, pero lo importante es la convicción que yo tengo de que siempre he actuado conforme a la probidad. Reconozco que fui imprudente, que cometí errores, pero ya fui sancionado, no corresponde que me vuelvan a condenar.
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