Por Gabriela MondacaHalloween en Chile: de una fiesta lejana a la fiebre por disfraces y dulces
Lo que comenzó como una tradición extranjera se ha convertido en una fecha esperada por familias, jóvenes y comercios en el país, que llenan sus vitrinas con la temática. Hoy, la festividad atraviesa generaciones, mueve millones y hasta suma a mascotas y diferentes generaciones.

Fue a comienzos de octubre cuando la administración del edificio de Jocelyn, en calle San Francisco en Santiago Centro, envió a los residentes un correo con las indicaciones para celebrar Halloween. “Invitamos a decorar sus puertas si desean que los niños del edificio pasen a pedir dulces la noche del 31 de octubre”, decía el mensaje. Y añadía: “Agradeceríamos que se hicieran parte de la celebración, para así pasar un buen momento como comunidad”.
Según Jocelyn, este correo ya no es inusual. “Llevo dos años viviendo aquí y siempre lo mandan. No todos participan, algunos por religión o porque no están en casa. Pero quienes lo hacemos lo vemos como una instancia para conocernos y para que los niños hagan amigos. Es una excusa perfecta para disfrutar un par de horas en los pasillos”, cuenta.
El fenómeno se replica en condominios, barrios y colegios de todo el país. Halloween, o “Noche de Brujas”, se ha instalado en el calendario chileno como una fecha más de consumo y diversión.
“Es una fiesta espontánea, sin libreto. No hay reglas como en Fiestas Patrias o Navidad. Es una celebración libre, donde la gente puede fantasear, disfrazarse, jugar”, comenta Hans Stange, académico de la Universidad de Chile y doctor (c) en Filosofía y Estética.

De los rituales a las calles
Halloween tiene raíces mucho más antiguas que los disfraces que se venden en tiendas o supermercados. Su origen se remonta a Samhain, un rito celta de cosechas que marcaba el paso entre el verano y el invierno. “Se creía que en esa noche se abría un portal entre los vivos y los muertos. Es similar al Día de Muertos en México: se pensaba que las almas podían salir y buscar perdón para regresar al más allá”, explica Cristián León, académico de la Universidad San Sebastián.
Con el tiempo, la tradición cambió. En la Edad Media, los campesinos pobres pedían comida a los ricos a cambio de rezar por las almas de sus difuntos. De ahí proviene el origen del “dulce o travesura”. Era una fiesta campesina, pagana en su sentido original: popular y vinculada a la tierra.

En Chile, Halloween llegó de la mano de la colonia norteamericana. “Las primeras celebraciones documentadas son de fines de los 70, limitadas a colegios internacionales y familias extranjeras”, dice Stange. “Recién a fines de los 90 se masifica, con las primeras fiestas temáticas y el impulso del comercio”.
Películas como Halloween (1978) o los especiales de Los Simpson en los 90 ayudaron a instalar la estética del miedo en el imaginario popular. “Nuestra relación con Halloween es completamente secular, agrega Stange. No tiene carga religiosa ni espiritual. Es puro juego y consumo, una fiesta de fantasía y libertad”.
Hoy, apenas pasan las Fiestas Patrias las tiendas cambian las banderas de Chile y los volantines por calabazas, murciélagos y luces naranjas. “Aún no tenemos hitos públicos como un árbol de Navidad frente a La Moneda, pero sí una fuerte presencia en el ámbito privado: pubs, discotecas, tiendas y barrios donde los niños salen a pedir dulces”, dice León.
El peso del consumo
Según estimaciones de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS), las ventas durante la última semana de octubre superarán los US$ 1.400 millones, de los cuales cerca de US$ 130 millones corresponden directamente a productos de Halloween: disfraces, decoración, dulces y accesorios.
“Esto equivale a un gasto promedio de $18.000 por hogar”, precisan desde la CCS. Los últimos cuatro días del mes concentran el mayor movimiento. “Halloween se consolida cada vez más en la cultura local, tanto por la forma de celebrarlo como por las conductas de consumo asociadas”.
En el comercio electrónico, el fenómeno coincide con el Cyber Monday, lo que genera una especie de “antesala del terror digital”. “El comportamiento de ventas muestra un repunte en los días previos al 31 de octubre”, detalla la CCS. Así, la fecha se ha transformado en un motor de impulso económico intermedio entre Fiestas Patrias y Navidad.

Bernardita Silva, gerenta de Estudios de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), recuerda que “Halloween se consolidó hace más de dos décadas, cuando en los 2000 el comercio comenzó a incorporar sistemáticamente productos y promociones alusivas”.
El gran salto, añade, ocurrió en 2004, cuando la oferta temática creció un 20%, impulsada por dulces y artículos diseñados especialmente para la ocasión.
Desde entonces, la categoría mantiene un crecimiento promedio anual del 20%, y las ventas de confites durante los últimos días de octubre superan en un 70% a las de un mes normal.
Incluso, esta última semana usuarios reportaron demoras por la alta demanda en plataformas internacionales como Shein, donde se buscan disfraces o incluso decoración para el hogar. Esa demora, dicen entendidos, refleja el auge de la festividad.
Gusto multigeneracional
Si antes la frase “dulce o travesura” era exclusiva de los niños, hoy Halloween trasciende generaciones. “Primero los padres acompañaban a sus hijos, pero ahora también participan. Hay muchas fiestas de adultos, con disfraces de zombis, vampiros o personajes de ficción”, comenta León.
En Santiago la oferta es amplia: discotecas decoradas como castillos embrujados, bares con concursos, y actividades familiares. Por ejemplo, la Municipalidad de La Florida, junto a corporaciones del Deporte y Fomento, realizará la Color Blaze Night, una corrida nocturna en el Estadio Bicentenario que busca promover el deporte, la inclusión y la diversión en un ambiente seguro.
En pararelo, espacios como la Casona Encantada del barrio Concha y Toro ofrecen talleres de máscaras, proyecciones y desfiles de catrinas, mezclando cultura local y global.

Incluso el Cementerio General se ha sumado a esta reinterpretación: por primera vez realizará una doble jornada del Día de los Muertos, con música chilena y mexicana, ferias y rutas nocturnas. “Queremos resignificar la fecha, dando vida al cementerio a través del arte y la memoria”, explican desde la organización.
Eso sí, entre generaciones hay matices. “Para un chico de 18 años que se disfraza no hay ninguna intención ritual o religiosa. Para un niño o niña que sale a pedir dulces, es simplemente diversión”, advierte Stange.
“En Chile, Halloween no tiene ninguna connotación religiosa, pagana ni tradicional. Lo que tenemos es la cáscara lúdica de la celebración, cuyos referentes visuales vienen de las industrias culturales: el cine, la televisión, los videojuegos”.
Mascotas y hogares
La celebración también se vive puertas adentro. Cada vez más familias decoran sus casas con luces naranjas, calabazas y fantasmas inflables.
Y las mascotas no se quedan fuera.
“En los últimos años los animales han pasado a tener un rol mucho más protagónico dentro de las familias. Hoy vemos disfraces especialmente diseñados para ellos, concursos en redes sociales, eventos pet-friendly y una amplia oferta de productos temáticos”, comenta Carolina Figueroa, gerenta de Comunicación Científica de Royal Canin.
La tendencia, explica, responde al fenómeno de la “humanización” de las mascotas: “Las personas los integran en experiencias típicamente humanas, pero hay que hacerlo con responsabilidad, priorizando siempre su bienestar”.
En tiendas y ferias la demanda por disfraces y snacks temáticos crece cada año. En barrios las juntas vecinales organizan recorridos de “dulce o travesura” donde participan niños y sus animales.

En Ñuñoa, la comuna realizará el Gran Desfile de Mascotas en la Plaza Valentín Trujillo, detrás del edificio municipal, donde vecinos y vecinas llegarán con sus perros y gatos disfrazados para participar en concursos, desfiles y actividades junto a emprendedores locales.
“Es importante tomar precauciones”, advierte Figueroa, porque estas celebraciones pueden resultar muy estresantes para los animales. “Los ruidos, los disfraces o la presencia constante de visitas pueden alterarlos, y también hay que tener cuidado con los dulces, especialmente el chocolate, que puede ser tóxico para ellos”, complementa.
Las recomendaciones incluyen mantenerlos lejos de las golosinas, usar solo accesorios cómodos, asegurar su identificación y ofrecerles un espacio tranquilo donde puedan refugiarse si se sienten incómodos.
Halloween ya está consolidada como una fiesta importante y va a seguir creciendo. “Las generaciones jóvenes que hoy la celebran la mantendrán en el tiempo, y además está fuertemente conectada con los niños. Es una fiesta que va a crecer, no a decrecer”, cierra Stange.
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