Acrecentar la carga para compensar el mal mercado

reforma tributaria


Octubre de 2019 es la fecha en que la economía ha debido reconocer su pasado deudor. Sin registro de morosidad, la cuenta fue creciendo y acumulando deudas de salud, de pensiones, de seguridad, de infraestructura y de innovación. La carga tributaria se reconoce insuficiente para hacerse cargo de un futuro en el que se deberá pagar la factura de los pendientes. La gestión de la economía ha sido deficiente en términos de soslayar el objetivo central que es el bienestar de la población, y no se ha sincerado el efecto que ha causado la organización industrial que se ha ido instalando, madurando y pregonando un exitismo autocomplaciente.

Una buena gestión de la economía se refleja plenamente en la calidad de los mercados que la sustentan, y en el caso de la nuestra, los cimientos no son precisamente los deseados. Cuando se habla de bienes públicos, no solo están los tangibles como educación y salud, sino que la institucionalidad que permite el mejor funcionamiento de los mercados también. Abusos persistentes y reiterados han golpeado el poder adquisitivo y la calidad de vida de los hogares en un amplio espectro de bienes y servicios de consumo habitual.

La paridad de poder de compra es un concepto abstracto que utilizan los economistas para reflejar disparidades entre mercados, usualmente para equiparar ingresos entre países ricos y países pobres por las diferencias en el costo de vida. En el caso de nuestra economía, debiésemos hacer uso del indicador para medir el impacto social de los precios que se desprenden de malos mercados internos, que se combinan además con un mercado laboral que también adolece de problemas agudos, con resultados de ingresos promedios para el trabajo extremadamente bajos, en un contexto de creciente y excesiva concentración económica.

Así, concentración y exclusión han acrecentado la necesidad de aumentar la oferta de bienes públicos, para mejorar los mercados, para aumentar las prestaciones y calidad de la salud pública, para entregar una educación que sea la base del incremento de productividad que requiere un nuevo ciclo de crecimiento sobre la base de innovación y competitividad. Pretender que todo este esfuerzo lo financie el crecimiento es insistir en una receta obsoleta, que cumplió su fecha de caducidad el 18 de octubre de 2019.

El desafío es entonces buscar la fórmula de recaudación para contar con la suficiencia de recursos que puedan impulsar el crecimiento y cerrar las brechas sociales que con tardanza están pasando la cuenta. El subsidio del precio del cobre se ha esfumado, y es el enfoque noruego el que cada vez más se debiera implantar con respecto a capturar la renta del recurso natural y conformar un fondo para el desarrollo económico y social.

Frente a la excesiva concentración económica, la carga tributaria tiene triple propósito: compensar, redistribuir y redireccionar. Compensar por la exclusión, transferir desde la concentración a la justicia social y redireccionar desde la apropiación rentista al desarrollo innovador. Así como evaluamos hoy la pobreza con un enfoque multidimensional, la carga tributaria no puede ser evaluada únicamente como proporción del PIB, sino que como el empuje social desde el esfuerzo individual.

El tema tributario también ha sufrido una anomalía temporal, pues estuvo en el congelador durante demasiado tiempo gracias al dumping del precio del cobre, pero frente a la irrupción de las cuentas pendientes, la gestión tributaria estará presente en el debate económico y público de forma permanente. Sincerar el incremento de la carga tributaria permite establecer el uso de la herramienta tributaria y la gradualidad a aplicar anclará de forma real la incertidumbre reinante.

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